Kara Walker y la temática de la esclavitud y el racismo desembarcan en Proa

Por: Marina Sepúlveda

Con un punto en común en la migración,la violencia y los actos humanos, la exposición antológica “Kara Walker” y la fotográfica del Premio Pict del ciclo “Human” renuevan la propuesta de Proa en el barrio de La Boca desde este sábado.

Conocida por el trabajo con siluetas desde los 90, la artista afroamericana Kara Walker expone por primera vez en Argentina y Sudamérica. Creadora de una obra que desmitifica y critica el relato sobre la esclavitud, muerte y la migración forzada desde África destinada a engrandecer imperios, la exposición en Proa se alinea a un siglo XXI que cuestiona los descalabros del colonialismo europeo. Son tres décadas las que recorre una obra con evocaciones al cine mudo, un erotismo y sexualidad manifiesta e hipercrítica sobre el ser humano y la búsqueda de identidad que es expresada con dibujos, collages y acuarelas. Artista prolífica, en la exploración e investigación desarrolla la “racialidad” del mundo en dibujos y obras de grandes dimensiones, como la exuberante esfinge de rasgos negros, desafiante.

Es una muestra que reúne obras realizadas entre 1994 y 2021 que evade lo cronológico y aporta, en las tres salas de la planta baja de la Fundación, las icónicas siluetas negras recortadas, además de serigrafías, dibujos y acuarelas, escultura y vídeos con un sello inconfundible: una estética de síntesis, de sincretismo que “propone un examen de los estereotipos raciales y de género contemporáneos”, según detalla la web de la artista.

Desde las delicadas y precisas líneas donde predomina el negro, y la caricatura, su lenguaje versátil contrapone el grotesco modelado de rostros y cuerpos de la alegórica “Fons Americanus” (2019), un monumento a los “horrores del comercio esclavista británico” expuesto en el Tate Modern de Londres, según describe el medio Artnews e inspirado en el británico Victoria Memorial, y por otro lado, maravilla la escultura de la esfinge negra y sexuada, en manifiesta referencia al estereotipo de la mujer afro y las plantaciones esclavistas del sur estadounidense.

Esta última obra, “Una sutileza: o … la maravillosa Sugar Baby” (2015), realizada en bronce, tiene como registro la gigantografía de la primera instalación de sitio específico de Walker. Se trata de una obra que fue situada en la ex fábrica de azúcar Domino de Brooklyn, en Nueva York (2014), una esfinge de rasgos negros y piel de azúcar refinada, remarcando el contraste metafórico entre producto y trabajo esclavo: una figura imponente acompañada de “niños” de piel morena que iban “derritiéndose” con el paso del tiempo, según cuenta la asesora académica de la muestra Sofía Durron.

Es que Kara Walker (Stockton, California, 1969) indaga en las relaciones de poder, violencia, género y representación de lo “negro”. Además confronta “las narrativas históricas oficiales de Estados Unidos y la cultura visual contemporánea, por medio de imágenes cargadas de tensión, teatralidad e ironía”, detallan desde Proa. Y los distintos lenguajes le permiten reescribir la historia y evidenciar la contradicción entre opresor y oprimido, por ejemplo, y “los mecanismos que sostienen las estructuras sociales del presente”, definen.

Además, para ese diálogo histórico, la artista se referencia en la ilustración popular, la caricatura decimonónica, los cuentos infantiles como La Cabaña del Tío Tom.  Y más allá de esto, los especialistas encuentran correspondencias de su obra con las del español Francisco de Goya y el caricaturista francés Honoré Daumier. 

Por otro lado, las famosas siluetas con las que impactó al medio artístico estadounidense desde 1994, mostrando la violencia y las dinámicas de poder y generando incomodidad, fueron tomadas por Walker de la técnica popular y económica utilizada en los siglo XVIII y XIX -épocas que critica y revisa- como gesto estratégico: deshumaniza y reduce la persona a un contorno negro.

Estás siluetas bajo el nombre “Engma interminable, una aventura africana anónima” (2001), que reflejan situaciones domésticas en negro sobre blanco en una pared de la segunda sala, dialogan con dos series de grabados que cuentan historias y dan paso a la última sala donde además de la serie de grabados sobre el cruce del océano “Una tierra despoblada en aguas inexploradas” (2010), se concentra la problemática de los Monumentos con el aporte de documentación de obras grandes con las que Walker recrea, contrapone y propone e incomoda.

Interesante es el recurso de los videos que recuerda por su estética a la película de animación “Las aventuras del príncipe Achmed” (1926). Así, las siluetas de personajes relatan historias en la inicial “Testimonio” (2004) -la primera experiencia en 16 mm con sus respectivas placas de diálogo-, y “Prince McVeigh and the Turner Blasphemies” (2021), en las que Walker utiliza “las técnicas de stop motion y el teatro de sombras”, pero sin ocultar la sombra de sus brazos ni los hilos que mueven las ”marionetas”.

Nacida en California, Walker se crió en Atlanta (Georgia) desde su adolescencia, en tiempos posteriores al Movimiento por los Derechos Civiles de los negros en Estados Unidos, en décadas de lucha que marcaron su obra. Estudió en el Atlanta College of Art y en la Rhode Island School of Design. Recibió numerosos premios, entre los que se destacan el Premio MacArthur (1997) y la Beca Eileen Harris Norton de United States Artists (2008), y es miembro de la Academia Americana de las Artes y las Letras (2012). 

Su obra se encuentra en museos y colecciones públicas como el Guggenheim, MoMA y MET de Nueva York, así como otros de Europa.

La exposición es organizada por el Walker Art Center (Minneapolis), la galería Sikkema Malloy Jenkins y la Fundación Proa con piezas pertenecientes al acervo del primero y colaboración de la galería de Nueva York que representa a la artista. 

Por último, el recorrido de la exposición inaugurado con dibujos de obras tempranas y el video “Testimonio” termina con “Prince McVeigh…”, y como cierre, en el descanso de la escalera que conduce a la segunda exposición, se muestra a Walker, la artista, trabajando.

Human

La exposición itinerante reúne la obra fotográfica de los doce finalistas del Premio Pictet en su onceava edición de 2022. El premio impulsado desde 2008 otorga una recompensa de 125 mil dólares y fue creado por el grupo de inversión suizo Pictet, fundado en 1805, y es “el premio más importante del mundo en el ámbito de la fotografía y la sostenibilidad”. 

La fotografía es una herramienta de alerta sobre los desafíos más urgentes del planeta, centrado en el concepto de sostenibilidad que se encaran desde temas como el consumo, energía, esperanza, minería, entre otros, de la agenda global, a partir de series fotográficas de reconocidos fotógrafos a los que se invita a participar. 

En concreto se expone el trabajo de doce fotógrafos que abordan desde el reportaje al retrato, paisaje y experimentación técnica o documental, explorando conflictos, desplazamientos forzados, infancias vulnerables, crisis económicas, pueblos originarios, violencia, migración y las consecuencias del desarrollo industrial, describen desde Proa.

La ganadora de la edición fue Gauri Gill, reconocida por su trabajo testimonial con las comunidades del desierto del Rajastán, en el norte de India. Los otros son Hoda Afshar que capta el viento, la ucraniana Gera Artemova, el islandés Ragnar Axelsson con las impresionantes imágenes sobre el ártico, o Yael Martínez y sus luciérnagas, entre otros. Acompañada de una propuesta didáctica entre otras actividades, “Kara Walker” y “Human” se inauguran este sábado a las 16 y podrán visitarse hasta noviembre en Av. Pedro de Mendoza 1929 (CABA), de miércoles (día de entrada gratuita) a domingos con una entrada general, descuentos y sin cargo para menores de 12 años, de 12 a 19.

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