La pobreza y la violencia, además de padecimientos, también pueden ser lugares explotables por cierto turismo literario que se pretende «antisistema». Reginaldo Ferreira da Silva, más conocido como Ferréz, nombre con el que firma sus libros, no escribe sobre la periferia, sino desde ella. Es un referente del «movimiento de literatura marginal» que nació en San Pablo en el año 2000 y que poco a poco fue ganando terreno. Sus lectores argentinos tendrán ocasión de reencontrarse con él en la Feria de Editores de este año (FED 19) que se llevará a cabo los días 2,3 y 4 de agosto, de 14 a 21, con entrada libre y gratuita, en la Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131, CABA.

Además de escritor, Ferréz, que alguna vez fue vendedor de escobas, es rapero y emprendedor: en 1999 fundó una empresa de ropa, 1Dasul, con la idea de que fuera una marca de la periferia, que los vecinos de los barrios marginales usaran sus prendas con orgullo de vivir donde viven y de ser quienes son. El isotipo de la marca sugiere un ave fénix y el número 1 es símbolo de unidad de la periferia. «Los dueños del poder –explica un texto de promoción–crean símbolos, monumentos y así consiguen oprimirnos, pero nosotros estamos dando los primeros pasos para tener también nuestros símbolos porque también tenemos nuestra historia de luchas y victorias. Los europeos vencían en las batallas porque dividían a la gente. Pero nosotros, descendientes de esclavos, nunca tuvimos un símbolo de nuestro linaje. Por eso, cuando vista una prenda 1Dasul sepa que está vistiendo también una idea de cambio, que está sumando algo a la autoestima de nuestro pueblo. Del gueto para el gueto. 1Dasul es la primera marca hecha para un barrio». Son muchas las fotos en las que se lo ve con la típica gorra con visera en la que se hace ostensible el símbolo que caracteriza a su emprendimiento.

Ferréz nació en 1975 en la favela Valho Velo, pero poco después, a los tres años, se mudó a otra, Capao Redondo, al sur de San Pablo, donde conviven unas 300 mil personas. Allí transcurrió su vida.

Para él la literatura es algo tangible, concreto, ni más ni menos que lo que lo salvó de la delincuencia, tal como lo manifestó en una entrevista del diario El País de España: «El gobierno de Brasil tendría que saber que si no planta libros, cosechará cadáveres. Los jóvenes de las favelas no tienen esperanza», dijo taxativamente en esa misma entrevista.

La publicación de Manual práctico del odio, publicado en Brasil en 2003, fue una bisagra en su vida de escritor. A partir de este libro se hizo conocido también fuera de las fronteras de su país. En Argentina lo publicó la editorial Corregidor, dentro de la colección Vereda Brasil. La misma editorial argentina también editó su tercera novela, Dios se fue a almorzar, la colección de cuentos Nadie es inocente en San Pablo y el libro infantil Amanecer Esmeralda. 

«La particularidad de Ferréz –dice en el prólogo de la edición argentina la traductora Lucía Tennina, profesora de literatura brasileña en la UBA e investigadora del Conicet, que también participará de la FED 19– proviene de no expresarse con los lenguajes del Hip-Hop, tan presentes y vivos en la periferia de San Pablo, sino de hablar acerca de ese universo apropiándose de un género textual trabajado y gestionado por los grupos letrados –la novela– llevándolo a dimensiones desconocidas que no logran reducirse a la idea de ‘testimonio’. (…) El odio aquí no se condena, sino que se explica: se trata de un manual que enseña su gestación en la práctica misma del ser parte de la periferia, colocándolo en una constelación narrable solamente desde adentro de ese espacio».

El libro habla de los padecimientos de los habitantes de los barrios más miserables que deben arreglárselas para sobrevivir entre dos fuegos: el de la policía de gatillo fácil y el de los sicarios para los que la muerte es la única manera de saldar cuentas. Aunque se trata de una ficción, los personajes de este particular manual son reales y la novela está dedicada, con nombres y apellidos a los que fueron asesinados mientras él escribía el libro. «Los familiares y amigos lloraron por:…», dice al principio y a continuación hay una extensa lista de nombres, exactamente 35, que comienza con Alexandrina y termina con Dona Jacira.

Ferréz ya conoce Argentina, visitó las barriadas de Rosario y de Buenos Aires y se interesó por sus movimientos culturales. Pero su condición de escritor lo llevó también a otros ámbitos como el Malba, donde presentó precisamente su manual en el año 2012. Quien lea su presencia allí como una traición a sus propios principios, seguramente se equivocará. Ferréz no se traiciona a sí mismo porque es el mismo en todas partes. Aunque el odio tiene muy mala prensa, sobre todo entre quienes lo promueven y lo practican, él lo reivindicó donde se lo condena.

«Mi gente –dijo– aparece en la televisión sólo como presos, ladrones o empleadas domésticas. Y la televisión nos obliga a admirar a otros que no son como nosotros. Yo quiero que los personajes de mi libro tengan ese odio, que es producto del dolor por obligarnos a ser lo que no somos, por obligarnos a sentir vergüenza por el lugar donde vivimos. El odio también puede ser dignidad.» «