El cierre de la edición número 33 del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, realizada el sábado sobre el final de la tarde, tuvo una ceremonia de premiación de carácter ambiguo. Por un lado la alegría de un puñado de artistas, elegidos por los méritos de sus obras, festejando los premios recibidos. Entre ellos se puede mencionar sobre todo a los representantes de las películas ganadoras. La lista incluye a la película la española Entre dos aguas, de Isaki Lacuesta, los premios a Mejor Película y Mejor Actor de la Competencia Internacional; a la mexicano-canadiense Fausto, de Andrea Bussmann, triunfadora en el apartado latinoamericano; y El árbol negro, de Máximo Ciambella y Damián Coluccio, la mejor dentro de la Competencia Argentina. Todas las películas ganadoras se proyectaron el domingo posterior con entrada gratuita en las salas más importantes del Festival.

Pero esta edición del festival será recordada no solo por sus particularidades artísticas, sino por las tensiones políticas ocurridas durante la ceremonia de apertura, en la que el secretario de Cultura Pablo Avelluto fue abucheado por un importante sector de la platea, haciendo explícito el descontento de la comunidad de la industria audiovisual con las políticas culturales del gobierno de Cambiemos. Estas tensiones volvieron a hacerse presentes durante la fiesta de cierre, pero de un modo distinto.

Es que los organizadores decidieron que durante la ceremonia realizada el sábado por la tarde en el Teatro Auditorium de Mar del Plata no se le permitiría a ninguno de los protagonistas hacer uso de la palabra. Se trató de una fiesta muda, en la que las palabras solo tuvieron una función protocolar y práctica: presentar, anunciar, despedir. La medida tuvo una justificación oficial: acotar la duración de la ceremonia, impidiendo que quienes subieron al escenario tuvieran la oportunidad de agradecer el reconocimiento recibido.

Sin embargo muchos vieron detrás de esta imposición de silencio un objetivo de fondo, mucho más grave: evitar que la ceremonia se convirtiera en un coro de artistas reclamando un cambio drástico en las políticas culturales y quejas contra la actual gestión del INCAA. De modo que ninguno de los premiados pudo hacer más que subir a recibir su Premio Astor, alzarlo para mostrárselo al público y volver a sentarse en su butaca. Solamente el director argentino Iván Fund, cuya película Vendrán lluvias suaves obtuvo el Premio Especial del Jurado de la Competencia Internacional, alcanzó a decir algunas palabras, quien a falta de micrófono eligió gritar, pidiendo por “más cine argentino”.

Es cierto que en el momento a nadie le llamó demasiado la atención la falta de palabras de la premiación. Sin embargo, horas después la actriz y directora argentina María Alché, integrante del jurado de la Competencia Internacional, publicó en su cuenta de Facebook un texto que revelaba la decisión de negar el uso de la palabra a los protagonistas. Dicho texto incluye además un manifiesto que el jurado había preparado para la ceremonia de cierre, pero que finalmente no pudieron leer. A continuación el texto publicado por Alché y firmado por sus compañeros del Jurado de la Competencia Internacional, el director rumano Andrei Ujica, la programadora Maria Bonsanti, la directora francesa Valérie Massadian y el productor y cineasta catalán Lluís Miñarro.

«Como parte del Jurado de la Competencia Internacional del Festival de Cine de Mar del Plata en su 33ª edición, queremos dar las gracias a Cecilia Barrionuevo, Marcelo Alderete, Pablo Conde, Paola Buontempo, Francisco Pérez Laguna y todo su gran equipo de colaboradores, por su calidez y enorme trabajo puesto en que este festival sea tan hermoso como ha sido.

Asimismo, queremos repudiar la frialdad de la ceremonia de entrega de premios, donde los premiados no tuvieron voz, es decir no pudieron expresarse ni decir nada al recibir sus galardones, al mismo tiempo que no se leyeron nuestras justificaciones de los premios.

Habíamos pensado unas palabras, pero aparentemente tampoco había lugar, que decían lo siguiente:

Alrededor del mundo cada vez hay menos y menos dinero para la cultura. Considerar a la cultura como algo secundario es considerar que lo que humanos crean para entender, cuestionar, representar y pensar del mundo en el que vivimos es secundario, cuando en realidad es la esencia de nuestra misión como seres humanos.

Como jurados se nos convoca para pensar, cuestionar y poner en perspectiva la relación que el cineasta tiene con el mundo, a través de sus personajes, de su puesta en escena, de su lenguaje cinematográfico. No permitirnos intercambiar estos pensamientos y justificaciones para los premios, es negar la comunicación, los lazos en una comunidad. Y no lo entendemos, ya que la cultura es el medio, el vínculo y el propósito de tal evento cultural.»