“Durante años traté de convencer a mis amigas de que reproducirse constituía un error irreparable. Les decía que un hijo, por tierno y dulce que fuera en los buenos momentos, siempre representaría un límite a su libertad (…) `Además la sociedad está diseñada para que seamos nosotras, y no los hombres, quienes se encarguen de cuidar  a los hijos, y eso implica muchas veces sacrificar la carrera, las actividades solitarias, el erotismo y en ocasiones la pareja.”

Estas palabras son de Laura, la narradora de La hija única (Anagrama), la última novela de la escritora mexicana Guadalupe Nettel. Dos historias desgarradoras sobre la maternidad que la conmueven y que, por diferentes causas, la interpelan y la comprometen, la llevan a recorrer la visión “oficial” de lo que es la maternidad y a vislumbrar que hay otras formas posibles de ejercerla que distan mucho  de entenderla como destino ineludible y casi excluyente de la mujer.

La primera es la historia de Alina, amiga íntima de Laura que, como ella, “militaba” activamente contra la idea de ser madre y defendía la idea de negarse a ella en nombre de la libertad femenina haciendo de esta negación una declaración de principios. Pero la aparición de un hombre en su vida, Aurelio, pronto la hace desistir de sus ideas y  deserta de la fila de las militantes contra la maternidad. Cumple así con los designios de las cartas del tarot en las que Laura vislumbró su destino. “Aquí dice que serás madre y tu vida se volverá un claustro”,  le predijo su amiga y, como si las cartas encerraran una sabiduría cierta, la predicción se cumplió y de la peor manera posible.  Cuando solo faltaba un mes y medio para el parto, los médicos le anuncian a Alina que el cerebro de su hija, a la que ya llamaban por su nombre, Inés, aunque aún no había hecho su aparición en el mundo, inevitablemente moriría después del parto, porque su cerebro no se había desarrollado. El diagnóstico médico fue tan contundente que empuja a Alina y a Aurelio a comenzar un duelo por anticipado. Desmantelaron el cuarto que estaba destinado a Inés y trataron de hacerse a la idea de la muerte inminente de su hija.

Las predicciones de los médicos no se cumplieron. Inés nació con el cerebro no desarrollado y se aferró a la vida. El duelo por la muerte que no sucedió fue sustituido por el duelo por las expectativas que inexorablemente se tejen en torno a un niño por nacer. Inés no sería como los demás chicos, sería distinta, y de allí en adelante los cuidados que necesita cualquier bebé se multiplicarían haciendo de las visitas a los médicos, la búsqueda de alivio a través de tratamientos y la frustración constante el leit motiv de la vida de la pareja, especialmente de Alina que no pudo en un principio más que girar en torno a las necesidades de Inés.

Aunque se trata de un dato quizá aleatorio, esta historia es real y la vivió una íntima amiga de la autora a quien le pidió permiso para transformarla en ficción.

Paralelamente, los nuevos vecinos de Laura, una mujer y su hijo, alteran su vida. Con frecuencia los gritos del chico, sus ataques de violencia y la diatriba constante contra su madre, la obligan a abandonar su departamento para evitar una situación que se le torna insoportable. Hasta que un día decide intervenir, toca a la puerta de su vecina y se encuentra con el triste panorama de una mujer, Doris, hundida en la depresión por el abandono de su pareja, que casi no sale de la cama y que no es capaz de ocuparse de las necesidades básicas de su hijo, desde la comida a los deberes del colegio. Poco a poco Laura se irá transformando en una segunda madre del hijo de Doris, dándole todo aquello que Doris no puede darle, básicamente contención y afecto.  Así entablará también una relación de amistad con Doris a quien acompañará y asistirá para que salga del estado depresivo que le impide tomar las riendas de su vida.

Laura, por su parte, que ha hecho de su decisión de no ser madre  una forma de militancia, se convierte en madre sin haber gestado a través de los cuidados que le prodiga al hijo de Doris y de su deseo de acompañar a Alina en los difíciles momentos de su maternidad.

Estas historias, que hablan de la solidaridad entre mujeres, están contadas con maestría y consiguen atrapar y conmover al lector confirmando a Nettel en el lugar  protagónico que tiene hoy en la literatura tanto dentro como fuera de su país. No por casualidad esta mexicana nacida en 1973 fue finalista del Premio Herralde en 2005 por su novela El huésped y lo ganó en 2014 con Después del invierno. A esto se suman  muchos otros galardones entre los que se cuenta el Premio Internacional de Narrativa Breve Rivera del Duero. Ha sido traducida a diez idiomas y ha sido alabada por la crítica. Aunque quizá, para los múltiples lectores devotos de Enrique Vila-Matas, no haya mejor carta de presentación para Nettel que el encendido elogio del escritor español, quien dijo de ella: “Nettel es libre. Ha luchado tenazmente ya desde su primer libro, por eliminar los dogmas trillados y las verdades heredadas, y su mérito es notable: bajo los cielos más encapotados ha sabido sacar adelante un audaz discurso narrativo propio, una audaz y singular forma de estar en el mundo. Una voz esencial de la nueva narrativa latinoamericana.” 

El elogio de Vila-Matas cobra aún más valor si se tiene en cuenta que, por lo menos en esta novela, Nettel se para en una  zona de la literatura bastante distante de la de él. En efecto, La hija única no es una novela que recoge sus materiales de la literatura misma como en el caso de Vila-Matas, sino que está  en sintonía absoluta con el entorno actual marcado por las luchas y conquistas femeninas y, consecuente con esas luchas, apunta a la “deconstrucción” del concepto de maternidad tradicional. En eso reside su desafío: sortear el peligro de hacer literatura con un tema actual poniendo en primer plano la escritura y no el manifiesto. Nettel  sale airosa de esta prueba. Quizá solo hacia el final, haya algún pasaje breve  que no logra escapar de cierto afán didáctico o programático. Pero la novela en su totalidad pone en evidencia el enorme talento narrativo con el que se ha ganado el lugar que ocupa no sólo en México sino en muchos otros países entre los que se cuenta La Argentina.

En efecto, Nettel ha conquistado a los lectores de estas latitudes, por lo que hoy, como integrante de la programación cultural del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), será entrevistada por Malena Rey. Este encuentro será transmitido por el canal de YouTube de la institución hoy a las 20.