“Comencé a escribir esta novela cuando era aún un adolescente o un joven-dice el escritor brasileño Itamar Vieira Junior pero escribí unas 80 páginas, la abandoné y la perdí. Pero algo de eso quedó en mí. Entre el principio y el final de su escritura pasaron unos 20 o 25 años». La novela a la que se refiere, «Tortuoso arado», fue presentada recientemente en la Feria del Libro de Buenos Aires.

Ese tiempo entre el comienzo y el final no pasó en vano. En 2018 con esa novela reescrita obtuvo el Premio LeYa creado por la editorial portuguesa de ese nombre. Por esa razón se publicó primero en Portugal y más tarde en Brasil, donde lleva vendidos 700 mil ejemplares, lo que la convirtió en un infrecuente éxito editorial. Será traducida a varias lenguas y dará origen a una serie de HBO Max que ya está en etapa de producción. Además, se hicieron dos adaptaciones para teatro. Una de ellas se estrenará el año próximo y la otra ya ha circulado por Europa –el autor asistió a una de las funciones en Viena- y Estados Unidos. Además, inspiró una canción que se hizo muy popular en Brasil.

Entre los múltiples elogios que recibió de los lectores y de la crítica figura el del propio Luiz Inácio Lula da Silva, que saludó con beneplácito esta novela que habla de temas que, con leves matices, se plantean no sólo en Brasil, sino en todos los países de América Latina: la tierra, las mujeres y el origen étnico.

Tortuoso arado está ubicada en los años treinta del siglo XX, en un medio rural de Bahía en el que viven y trabajan en condiciones de explotación familias de agricultores. Las tierras no les pertenecen, por lo que pueden ser desalojados sin ningún tipo de compensación cuando los dueños lo decidan.

La historia central narra la vida de dos hermanas, Bibiana y Belonísia, hijas de un curador y líder de la comunidad, Zeca Chapeu Grande, y una partera que trajo al mundo a todos los niños de la comunidad de Agua Negra, Salustiana Nicolau. Un filoso cuchillo con mango de marfil es un objeto protagónico que recorre toda la narración enhebrando generaciones e historias.

Itamar, que se desempeñó como funcionario en el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria de Brasil, es además de escritor, geógrafo y doctor en  Estudios Étnicos y Africanos por la Universidad Federal de Bahía.

En Buenos Aires, en un cálido diálogo con Tiempo que se desarrolló en un fluido portuñol, dijo haberse sentido seducido por la literatura de sus coterráneos Graciliano Ramos, Rachel de Queiroz, Jorge Amado, y José Lins do Rego, entre otros, y habló de su novela y de los problemas de los países de Latinoamérica de origen colonial

El comienzo de Tortuoso arado es muy impactante. Allí aparece un cuchillo con mango de marfil, que atraviesa toda la novela y que tiene un enorme protagonismo. ¿Cómo se te ocurrió la idea de que un objeto ocupara un lugar tan relevante?

Ese objeto no estaba en el inicio de la novela, sino que lo encontré en el medio de la escritura y a partir de ese objeto la reescribí entera. Había un personaje mudo, Belonísia pero yo no sabía por qué era muda, hasta que se me ocurrió contar la historia de su mudez. Pensé entonces en dos niñas hermanas que, en la vieja maleta que su abuela guarda debajo de la cama, encuentran un objeto que tiene brillo. Eso las motiva a experimentar con él y así ocurre el accidente que deja muda a una de ellas. Ese cuchillo tiene una función simbólica, une historias, pasado y presente y así se volvió un personaje.

La novela tiene tres partes, cada una de las cuales está narrada por un personaje distinto. Hasta el final de la primera no se sabe cuál de las dos hermanas quedó muda. ¿En qué momento se te ocurrió que fuera así?

-Fue algo que no tenía programado. En un momento me di cuenta de que había escrito cinco capítulos sin contar  cuál de las dos hermanas había perdido la posibilidad de hablar y me gustó el efecto. No pretendía generar un misterio, sino atraer la curiosidad del lector. Bibiana es la portavoz de Belonísia ante el mundo.

Tortuoso arado es una novela de la tierra, de las etnias y también de las mujeres.

-Sí, y en la tercera parte de la novela quien narra, además,  es un espíritu femenino.

Pero en la última aparece algo que está narrado en segunda persona.

-Qué lectora atenta, eso me gusta. Claro, ese espíritu femenino, esa encantada habla en segunda persona cuando se dirige a Bibliana y a Belonísia.

Además, hay historias que no terminan de contarse del todo. ¿Por qué?

-Me gusta esa manera de narrar porque lo que no se cuenta queda a cargo de la interpretación del lector.

Las mujeres son las que hacen, pero los que aparecen son los hombres.

-Las mujeres asumen el liderazgo y toman las riendas de su destino cuando muere el padre, Zeca Chapeu Grande, y cuando muere Severo, el marido de Bibiana. En eso hay algo metafórico, porque la novela aborda el tema del emprendimiento colonial esclavista que tuvo lugar en Brasil, aunque no sólo se dio allí, sino también en el resto de América. Ese emprendimiento colonial esclavista es patriarcal, fue pensado y ejecutado por hombres. Los saberes de las mujeres eran considerados inferiores, no importaban. En la novela las mujeres terminan por asumir el protagonismo que les fue usurpado por el patriarcado.

¿En los países que no fueron coloniales no hay violencia contra las mujeres?

-Hay, pero no tanto. Creo que hay una manera colonial de habitar el mundo. Hoy muchos teóricos caribeños hablan de esta intersección entre patriarcado y colonialismo que sigue muy presente hoy. Selva Almada muestra esa violencia en Chicas muertas, pero lo mismo que pasa en Argentina pasa en Brasil o y en otros países de América Latina. Esa violencia estuvo ya en la fundación de nuestros países. Es algo que viene de nuestro pasado y que quizá nosotros no hayamos enfrentado de la mejor manera. Creo que la conciencia que se ha tomado hoy de eso es importante para romper con el ciclo colonial-patriarcal.

En cuanto al tema de la posesión de la tierra, creo que eso tiene que ver con tu experiencia como funcionario público. ¿Es así?

-Sí. Yo trabajé durante 16 años en el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria de Brasil en la regulación de las tierras trabajadas por agricultores y también trabajé en las quilombolas.

-¿Qué son las quilombolas?

Son comunidades de afrodescendientes de esclavos que hay en Brasil y también en otros países de América Latina como Perú, Colombia y también en el Caribe. A estos descendientes de la diáspora africana también se los llama palenqueros o cimarrones. Brasil es el país del continente que más africanos recibió. El 50% del país desciende de ellos. Dentro de la categoría “negro” están los pretos, que son los que tienen la piel retinta, oscura, y los pardos, que tienen la piel más clara, algunos, incluso podrían ser tomados por blancos. El racismo es complejo. Existe lo que se llama colorismo, que hace que una persona sea considerada socialmente en razón de su color de piel. Los pretos son más víctimas del racismo que los de piel más clara. Desde los años 70 en Brasil hay un movimiento negro muy fuerte que busca una reparación histórica por la discriminación que posibilitó la esclavitud. 

Te hiciste un análisis de ADN para saber quiénes fueron tus ascendientes. ¿Por qué era importante para vos saberlo?

-Porque me interesa mi origen. Yo tengo ascendencia indígena, africana e ibérica. Brasil es un país mestizo. La familia de mi padre es de ascendencia negra e indígena. La de mi madre, de ascendencia portuguesa, blanca,  y también negra. Mis abuelos vivieron en una comunidad como la que cuento en la novela. Eran agricultores analfabetos que trabajaban tierras ajenas sin tener ningún documento que pudiera garantizarles la permanencia en ellas. Vivieron sabiendo que los podían expulsar cuando el dueño quisiera. Ésa es la historia de mis padres y mis abuelos, yo no la viví, pero ese relato se contó de generación en generación. Es algo que siempre estuvo en mí, que forma parte de mis memorias de infancia. Mi padre, vivió en ese lugar rural hasta los 15 años y luego se fue a la ciudad. Sabía escribir, pero no tenía mucho estudio. Sin embargo, se ocupó de que sus hijos fueran a la universidad.

Foto: Soledad Quiroga

En la novela hay personajes que se mencionan como «los encantados». ¿Quiénes son?

-Son una mezcla de espíritus de la naturaleza con un poco de catolicismo, otro poco de religiones chamánicas y orixás africanos. Son una mixtura, algo híbrido.

El padre de Bibiana y Belonísia es un curandero, un líder comunitario que es el centro de las fiestas del jaré, donde aparecen los encantados. ¿Qué es el jaré?

-Es una creencia afrobrasileña que existe en la región donde transcurre la novela. Es una mezcla de catolicismo con religión africana y algo de chamanismo indígena. Zeca Chapéu Grande es un sacerdote del jaré, un curador. Es una práctica muy relacionada con la salud mental, para la fatiga psicológica y la depresión. En los lugares en los que no había médicos eran los curadores como Chapéau Grandelos que sanaban esos males. En Brasil hay muchas prácticas religiosas populares como el umbanda, el candomblé, pero el jaré es muy propio de la zona de Bahía, aunque ahora comenzó a difundirse más, incluso a través del periodismo, por está en relación con la salud mental.

-¿Qué viene después del éxito de Tortuoso arado?

-Se acaba de lanzar en Brasil una novela que es un poco la continuación de Tortuoso arado, pero está situada en otro lugar, alrededor de una iglesia católica del siglo XVII que es la dueña de la tierra. Aquellos que no se convierten al catolicismo son hostilizados. En la mitad aparece un personaje que pertenece a Tortuoso arado, pero que no es ni Bibiana ni Belonísia.

-Alguna vez te imaginaste que ibas a tener tanto éxito? -No, nunca. Al contrario, mientras escribía Tortuoso arado pensaba a quién podría interesarle una pequeña historia rural en países cada vez más urbanos. Pero me equivoqué, por suerte. En Brasil hay unas 200 lenguas originarias. El portugués incorporó muchas palabras africanas. Hay hablantes yoruba en el candomblé, es una lengua litúrgica. También subsiste la lengua fante, pero no se habla en lo cotidiano. Con las lenguas indígenas es distinto, subsisten en comunidades que no hablan portugués. Quizá el éxito de la novela se deba a que hay una sed por conocerla historia brasileña que es parte de la historia de la colonización de América

Amenazado por apoyar a Lula

–Sé qué recibiste amenazas por apoyar públicamente la candidatura presidencial de Lula. ¿Cómo fue eso?
–Durante los años del gobierno de Jair Bolsonaro, que es un autócrata, sus seguidores se encargaban de hostilizar a los que se oponían al régimen. Como soy una persona pública, muchas veces fui invitado a hablar, a escribir notas para un periódico o a participar en otros medios de comunicación. Además, yo me manifestaba a través de las redes sociales, por lo que se conocía lo que pensaba.
–¿Cómo recibías esas amenazas?
–Nunca de manera personal. Recibía mensajes de WhatsApp, me hacían llamadas telefónicas, me hostigaban a través de las redes sociales. En fin, de distintas formas.
–¿Sentiste miedo?
–Al principio sí. Pero me dije que no podía dejarme afectar por eso, que lo tenía que enfrentar. Hacía falta posicionarse, el país precisaba que la gente asumiera una posición. Nunca fue fácil para nadie enfrentar el autoritarismo. Pienso en Argentina, en Chile, en mi propio país en los años de dictadura y en tantos otros que aún continúan con ese tipo de gobiernos. Además, yo sentía la necesidad de manifestarme, así que seguí adelante a pesar de las amenazas.