Ayer por la tarde, mientras terminaban los comicios en diversas provincias argentinas, Javier Milei hacía su irrupción en la sala José Hernández, la de mayor capacidad de la Feria del Libro. Su objetivo era presentar su libro “El fin de la inflación” pero, sobre todo, montar un show mediático más como parte de su campaña presidencial. Si desde hace tiempo la política se ha convertido en espectáculo, Milei constituye, sin duda, el actor tragicómico más destacado.

Mientras tanto, en la Sala Gorostiza,  el expresidente de Uruguay José Mujica presentaba su libro “Semillas de viento”. A la salida de la presentación fue rodeado de un grupo del “libertarios” que lo abuchearon e insultaron en una actitud que pone en duda que “La libertad avanza”. La violencia histriónica de Milei y la actitud intolerante y agresiva de sus seguidores da más bien la impresión contraria. Mujica debió volver a entrar de la sala de la que había salido.

Con su habitual “sutiliza política”, Milei dijo durante la presentación lo que repite siempre refiriéndose al resto de los políticos: «son todos burros, con perdón a los asnos». Negacionista absoluto, Milei parece no recordar que fue acusado de plagio por su libro Pandenomics en el que parece haber abusado del copy/paste sin revelar la fuente, lo que parece demostrar por lo menos dos cosas: que su respeto a la propiedad privada es sólo declamatorio,  ya que avanzó sobre los textos de otros autores y los hizo propios y que, además, a la hora de escribir, no puede hacerlo sin ayuda ajena.

Su discurso mesiánico en la Feria del Libro tuvo dos ejes: la vituperación de los políticos, a los que el rey de la franquicia política trató de “chorros” y su plan de gobierno si ganara las elecciones: dinamitar el Banco Central y destrozar el Estado. Cabe recordar, además, que su liberalismo absoluto no fue en absoluto en materia de legalización del aborto. Un dólar gigantesco con su cara colocado delante de la mesa en la hizo su exposición actuó también a modo de propuesta política.

Milei y la Feria del Libro, una caja de resonancia

Desde siempre la fue una caja de resonancia de la política. Basta Feria Internacional del Libro de Buenos Aires recordar que en la inauguración de 2019, el entonces secretario de Cultura Pablo Avelluto, dirigió su discurso a un auditorio que lo abucheó y que cambió la posición de las sillas para ofrecerle la nuca durante toda la exposición. El año pasado, Guillermo Saccomanno  pronunció quizá el discurso inaugural más abiertamente político de todos los que se escucharon.

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En esta misma edición, las autoridades de la Feria, luego de una denuncia de Página 12, levantaron una mesa redonda que reivindicaba a los represores como “presos políticos” organizada por un grupo de negacionistas.

Milei constituye un fenómeno político curioso. Según parece, cuando el negacionismo se legaliza y aspira a la presidencia deja de ser antidemocrático. Quizá este hecho corresponda a la naturalización progresiva  de afirmaciones que son impropias de la democracia. Resulta por lo menos bochornoso que un grupo de exaltados haya insultado a  un exmandatario que llegó al gobierno a través de las urnas, en nombre de las ideas de alguien que, por lo menos hasta el momento, no ha sido reconocido por el voto popular.

Por el contrario, en Tierra del Fuego, la pastora evangélica Andrea Almirón, que era su candidata, salió tercera, luego de que el líder de La Libertad Avanza  hablara peyorativamente del régimen de Promoción Industrial de esa provincia.

Su costado ridículo  y risible quizá sea la razón de que se valorice más el show que asegura en cualquier intervención pública  que las ideas que preconiza.  Sin embargo, ya la tapa de su último libro sugiere un regreso a épocas oscuras de la Argentina. En ella su imagen se muestra como una especie de brujo, como si ya no hubiéramos tenido suficiente en Argentina con este tipo de personajes. A esto se agregan los diálogos con los muertos que dice sostener y su sombrío discurso mesiánico y negacionista.

Javier Milei en la Feria del Libro.
Foto: Camila Godoy / TELAM

Primo Levi, el escritor italiano que sobrevivió a uno de los campos de concentración que formaba parte de Auschwitz, tras salir de él  dedicó su vida a dar testimonio del horror de lo sucedido. Dijo que a menudo, en esas charlas la gente le preguntaba cómo había sido posible que existiera Auschwitz. Él contestó que  lo que lo sorprendía era que ese fenómeno no ocurriera más seguido, porque “siempre hay personas dispuestas a seguir ideas irracionales”.  Resulta imposible no recordar esta frase cuando Milei hace campaña en todos los sitios que puede y es considerado peligrosamente como un “loquito” inofensivo.