Si no está dispuesto a caerse de la butaca, no vaya a ver Mío, el espectáculo cuya autoría pertenece a Julieta Carrera (quien lo dirige), Lucía Baya Casal (quien lo protagoniza) y Damián Baez (integrante del grupo musical Los Matorrales). Advertimos que la risa será peligrosamente incontenible y no le permitirá mantener la compostura, aunque usted sea una persona muy seria. 

Es que Lucía Baya Casal, le da vida a Martita, una mezcla de cantante y vedette latina que tiene una voz un tanto quebrada parecida a la de Norma Pons y un cuerpo sensual que es la síntesis perfecta de las vedettes más atractivas de la Argentina. Esta rutilante diva de la canción, como todas las grandes estrellas, brilla con los aplausos del público y se apaga con los sufrimientos del amor, como si la empresa de luz cósmica le hubiera cortado el servicio por falta de pago. 

Para decirlo en términos más formales, Baya Casal es una actriz y cantante extraordinaria, con una sólida formación profesional, muy bien dirigida y también muy bien acompañada por los músicos. Abajo del escenario, sin la peluca rubia y con ropa de calle es difícil reconocer en ella a la exuberante Martita. 

Tiempo Argentino entrevistó a Lucía y a Julieta. Quiso entrevistar también a Martita, pero la diva está ocupadísima preparando una gira mundial y ha decidido por el momento no hacer declaraciones a la prensa.

 -¿Cómo se gestó este espectáculo? 

Lucía Baya Casal: -Comencé a reunirme con Damián Baez, el pianista del grupo Los Matorrales impulsada por mis profesores de canto que me decían que saliera a cantar. Nos reunimos durante un año una vez por semana, es decir, un buen tiempo. Viendo por dónde queríamos ir apareció el repertorio de mujeres abandonadas, de desamor, de amores intensos. Nos gustaban mucho las letras de las canciones y algunas nos hacían reír. Hicimos una selección que es mayor que el conjunto de canciones que aparecen en Mío. Al año y medio Damián consideró que tenía que haber más sonido, una guitarra. Llamó a un amigo músico y este a un amigo de un amigo y así se armó el grupo Los Matorrales. Comenzamos por tener bien firme lo musical, las canciones. Julieta es mi amiga y le conté lo que estábamos haciendo y se ofreció a ayudar. Comenzó a mirar desde afuera y así surgió un orden de las canciones. Comenzamos a reunirnos para ver qué podía pasar con ellas, de qué manera unirlas. 

-La historia debe haber comenzado a crecer enormemente porque viendo el espectáculo uno tendería a pensar que primero fue la historia y luego las canciones. 

Julieta Carrera: Sí, tal cual, pero no fue así. Fueron las canciones las que nos inspiraron la historia. Nos planteamos cómo contar algo que fuera simple porque las canciones eran tan lindas, tan potentes que queríamos que la historia y también el personaje de Martita fueran básicos. En algún momento nos planteamos si debíamos hablar sobre la mujer en general, pero decidimos hablar sobre esta mujer en particular, no de nuestra opinión sobre el amor. Nos divertirnos con la forma en que esta mujer vive sus amores.

 LBC:-Siempre que nos reuniamos para ver cómo podían ser estas uniones, surgía un universo muy sencillo, de mucha pavada, de juegos de palabras. No aparecía un contenido del que uno pudiera decir “ah, qué dramaturgia.

 JC:- Queríamos una dramaturgia sencilla que permitiera el lucimiento del personaje, de las canciones y de los arreglos musicales porque en este punto los músicos no sólo tocaban las canciones, sino que estaban atentos a los arreglos, a lo que podían incorporar para enriquecerlas. 

-Además también tienen una participación en la escena. 

JC: Sí, eso fue algo que se fue dando de a poco. 

LBC: -A nosotras se nos ocurrían cosas pero no sabíamos hasta dónde los podíamos involucrar a ellos en lo actoral. 

JC: – Lo lindo es que eso fue surgiendo naturalmente de ellos. Como directora yo no quería marcarles nada porque no quería que se sintieran incómodos. Pero poco a poco fueron ganando protagonismo.

 LBC: – Ninguno de ellos había estado en un escenario desde lo actoral, pero poco a poco comenzaron a ganar confianza. Con un personaje tan potente, tan imponente, no podían estar atrás tocando y nada más.

 -El personaje de Martita es arrasador. Tiene una potencia que uno se pregunta de dónde la saca.

 LBC: Sí, yo también me lo pregunto (risas). 

-Las inflexiones de voz de Martita me recuerdan a las de Norma Pons aunque es una suma de personajes

LBC: -Si, la han comparado con Cristina, con Mirtha Legrand porque tiene también algo violento, con Violencia Rivas, con Susana…Cuando ensayábamos a nosotros nos recordaba un poco a Vicky Xipolitakis, a Karina Jelinek. Martita no tiene filtro y dice cualquier cosa. 

-A diferencia de lo que pasa con Xipolitakis o Jelinek, me parece que a Martita se le ve un trasfondo de sufrimiento. 

JC:-Sí, totalmente 

LBC: – Las vidas de las cantantes que interpretaron las canciones que canta Martita, como Isabel Pantoja o Rocío Durcal, se parecen mucho a lo que hacemos en la obra. Tuvieron pasiones, tragedias, vidas muy intensas. 

-Como dice Fernando Pessoa “todas las cartas de amor son cursis”. El amor tiene una retórica cursi

JC: -Sí, te lleva a lugares inesperados. Uno se pregunta por qué sufre así, por qué llora tanto…

 -¿Cómo haces, Lucía, para actuar, bailar y cantar al mismo tiempo? ¿Terminás muy cansada? 

LBC: -Al día siguiente a veces me siento cansada, pero no sé cómo siempre la fuerza aparece, porque uno está jugando. 

-¿Cómo fue la formación profesional de cada una? 

JC: -Yo empecé a estudiar teatro a los 13 años porque era muy tímida. Lo hice en Mar del Plata porque soy de allí. A partir de ese momento no paré nunca más. Estudié con varios maestros y cuando terminé el secundario me anoté en la Universidad de Tandil, en la Facultad de Artes. En esa misma época, a los 19, descubrí el clown. Toto Castiñeiras fue mi primer maestro y trabajé mucho con él en sus espectáculos. Desde que descubrí el clown me apasionó el humor, me gustó investigar sobre él y fui por ese camino. Después, a los 22, me vine a Buenos Aires a seguir estudiando clown con Cristina Moreira. Con ella también estudié bufón, melodrama, Comedia del Arte, máscara neutra. Luego me cansé un poco de lo que veía en el clown y me fui a estudiar con Pompeyo Audivert para encontrar otras cosas. Me fascinó y trabajé con él. Quedé en una audición de Marcelo Katz y comencé a trabajar en sus espectáculos y en su escuela. Paralelamente, comencé a hacer infantiles, algunos medio pedorros al principios, pero yo sentía que con la edad que tenía era lo que me tocaba hacer. No paré más. A veces algunos grupos de amigos querían actuar y no sabían muy bien qué hacer o no tenían la oportunidad de hacerlo. Ayudándolos surgió lo de la dirección. Dirigí, por ejemplo, Rauch. Dirigir te da la alegría de compartir. Por eso sigo dirigiendo, que me encanta, y también actuando. 

LBC: – Yo de chica tocaba la guitarra y cantaba porque en mi casa había, sobre todo, música. Cuando terminé el colegio comencé a estudiar comedia musical en la escuela de Julio Bocca que era lo que más me gustaba. Había visto algunas cosas, pero en mi casa no me llevaban tanto al teatro. En la escuela tenía música, teatro y danza. Con la danza no tenía ningún vínculo y tampoco demasiado con el teatro, sí con la música. Cuando terminé, ya la comedia musical no era lo que más me atraía aunque hice algunos trabajos. El último año hice un curso de clown y eso me encantó porque, a diferencia de la comedia musical, en la que había que ser perfecto, en el clown valía el error y pensé que eso era lo mío. Estudié con Marcelo Katz varios años y luego con otros maestros como Chamé, con Marcelo Savignone, con Toto Castiñeiras. Me gusta mucho el clown y siento que tengo todavía todo un mundo por descubrir ahí. Mientras estaba en la escuela de Julio Bocca comencé a trabajar con una compañía infantil que se llamaba La galera encantada. Hacíamos mucho teatro en escuelas y ahí fui aprendiendo el oficio haciéndolo. También trabajé con Marcelo Katz en sus espectáculos. Con Mío volví a darle un lugar al canto. Siempre seguí estudiando porque me gusta cantar pero no me decidía. La mirada de Julieta fue fundamental para mí porque me permitió unir el canto y el clown.

-¿Este espectáculo lo habías estrenado en otro teatro? 

LBC: -Sí, hace poco más de un año lo estrenamos en el Teatro Marechal. Lo hacíamos los martes por la sencilla razón de que era el día en que podíamos todos. Pero incluso en un día tan difícil nos fue muy bien. Lo sostuvimos de agosto a diciembre. 

-El humor tiene la exigencia de la eficacia. La gente se tiene que reír. En eso Mío ya está probado

LBC: -Sí, pero no siempre el público no siempre es igual. A veces no se ríe pero al terminar hay una ovación. 

JC: – Eso forma parte de los misterios del teatro. Uno se pregunta antes de cada función “¿por qué me dediqué a esto que me pone tan nerviosa antes de salir?” pero eso pasa y se disfruta. Lo que hace Lucía es como un impersonal solapado. Está con los músicos pero también está sola y eso hay que sostenerlo, es mucha presión. 

LBC: -También hay un gran trabajo de confianza. Uno se dice que éste es su oficio, es lo que sabe hacer. Tengo que salir sin pensar en lo que va a pasar, si se van a reír o no. Además, que se rían o no, no siempre depende de uno.

-¿Cómo surgió el nombre Martita? 

JC:- Ya teníamos el nombre Mío y Matorrales, entonces buscamos un nombre con eme.

 LBC: Antes de llegar a Martita el personaje tuvo como quince nombres distintos. 

JC: -Surgió en la última semana. Al principio teníamos dudas, pero hoy Martita es Martita y no puede ser otra. También probamos muchas voces porque Lucía hace doblaje de dibujitos animados. Entonces, a veces, la hacía hablar como un hipopótamo y nos moríamos de risa. También probábamos cruces de dos animales, por ejemplo, colibrí con mamut (risas). 

LBC: – Finalmente surgió este personaje que tiene la voz rota, grave, pero canta finito, lo que para mí es un desafío técnico porque la voz queda colocada en un lugar y yo la subía y la bajaba todo el tiempo. Luego fui encontrando un lugar intermedio porque si no, no llego al final de la función. 

Antes de su gira mundial, Mío se presenta los viernes 18 y 25 de agosto a las 21.30 en la sala Pugliese del Centro Cultural de la Cooperación, Av. Corrientes 1543. 

Ficha técnica:  Autores: Julieta Carrera, Lucía Baya Casal, Damián Baez. Actúa: Lucía Baya Casal. Músicos en vivo: Damián Baez, Juan Ignacio Fariña, Matías Tomasetto, Pablo Sambataro. Dirección: Julieta Carrera.