Roger Cueva es periodista y poeta. Giuliana Facinetti  es Licenciada en Higiene y Seguridad Laboral y es  aficionada a la fotografía,  escritora y guionista. Ambos nacieron en Arroyito, Córdoba, donde crecieron juntos. También  juntos se trasladaron a Córdoba Capital para estudiar. Fundaron Zaparrastrosa en 2019 y comenzaron a publicar en 2020. Allí editaron sus propios libros, Gato con caja y Fue respectivamente. Secundados por un grupo de amigos que se ocupan de la diagramación, la distribución y la difusión, hoy tienen un proyecto que busca darles voz a otros poetas y escritores que tengan un discurso cuestionador de los valores sociales instituidos.

Ambos son muy jóvenes. Cueva (28) dialogó con Tiempo Argentino sobre la características de Zaparrastrosa Editorial.

-¿Cómo nace Zaparrastrosa Editorial?

– Nace en 2019 del sueño que teníamos con Giuliana Facinetti, mi socia y compañera en este proyecto. Los dos somos oriundos de Arroyito, y vinimos a estudiar a Córdoba Capital. Siempre tuvimos la cultura de escribirnos y leernos como una forma  de canalizar, de sentir y también de sanar. Es una pasión que compartíamos ambos y que fue creciendo a lo largo del tiempo hasta que decidimos materializar esos escritos, reunirlos, darles la forma de libros.

-¿Y cómo hicieron para concretar un proyecto como ese en tiempos tan difíciles?

-Tenemos la suerte de contar con un grupo de contención de amigos profesionales relacionados con el arte, al diseño, la comunicación. A la vez, yo soy comunicador social y siempre estuve tratando de dar un mensaje relacionado con lo que pensaba y encontré en la poesía la forma de comunicar, de decir a través de una forma más artística, que me llenaba muchísimo más y que significaba en mí y en la construcción de mi identidad también muchísimo más. Giuliana y yo decidimos publicar nuestros libros nosotros mismos porque ambos tienen un mensaje muy autocrítico, autorreferencial, pero aun así, dentro de este mensaje propio hay un mensaje colectivo. Publicarlo en una editorial propia significaba protegerlo, respetarlo, hacernos cargo de cada publicación y de que cada una sea única. Queríamos algo tan propio que no solo hicimos todas las averiguaciones necesarias para lanzarnos al mundo editorial, sino que hicimos hasta un curso de encuadernación.

-¿Querían hacer libros artesanales?

-Sí, la idea inicial era coser a mano los libros nosotros mismos, hacer un producto totalmente artesanal.

-¿Y pudieron sostener esa actitud?

-Actualmente estamos haciendo los libros con una gráfica porque ya no damos abasto. Por suerte estamos en varias librerías del país. De todos modos, preservamos lo artesanal porque tenemos señaladores, stickers e imanes que son artesanales. Los hacemos nosotros y se los agregamos a cada publicación. De modo que de alguna forma preservamos la cultura de lo artesanal.  Es también una forma de apostar a la magia del trabajo independiente, autogestivo, a la forma de comunicar una realidad que muchas veces es violenta para tantos colectivos y para todas las disidencias. Es complicado llevar nuestro mensaje en un contexto social y moral en el que la hegemonía hétero-cis es la que ocupa la mayor parte de los lugares. En el mundo editorial son muy pocos los sellos que apuestan a las voces disidentes para que podamos contar nosotros mismos nuestra propia historia, nuestro propio mensaje, nuestras propias formas de vincularnos, de amar. De hecho, eso es lo que trata de representar mi poemario  Un gato con caja. En cierta forma es un abrazo al niño que fui y una caricia a la identidad disidente que voy conformando y construyendo día a día. Es también una forma de reivindicar la cultura del colectivo LGTBIQ+, porque, como te decía, no son muchas las editoriales que nos dan espacio para contar nuestras propias vivencias. Con Giuliana lo que escribimos son cosas que surgen de lo que estamos vivenciando nosotros, nuestros amigos, de lo que vemos, de nuestras propias militancias.  En mi libro me permito reflejar la violencia, el abuso policial hacia las sexualidades disidentes  y la forma que tienen los medios de comunicación para crear un imaginario social que termina siendo violento para las minorías. Quiero dar un mensaje contra hegemónico y darles lugar a artistas diversos  que muestren un arte contra hegemónico o disidente porque pienso que es una deuda social para con nuestro colectivo LGTIBQ+.  Porque siempre estamos en los márgenes sociales, nunca se nos da la posibilidad de poder estar dentro del sistema, de ocupar, de abrazar, de contar y amar sin miedo.  Como dice la escritora Susy Shock, si soy un monstruo, quiero reivindicar mi derecho a serlo y mostrarme tal cual soy con todas mis virtudes y defectos, pero mostrarme real. Quiero reflejar lo que deja la violencia del sujeto político que casi siempre termina siendo el hombre hétero cis blanco.  La editorial busca darles voz a autores locales que tengan algo para decir, que apuesten a su voz poética y trata de acompañarlos con la experiencia de nuestros primeros libros.

Supongo que en un lugar chico, en el que todo el mundo se conoce, deber ser más difícil aún expresar una sexualidad disidente. Eso es lo que cuenta, por ejemplo, la actriz y escritora Camila Sosa Villada, que también es de Córdoba.

-Sí es así. Yo me crié en el pueblo de Arroyito junto con Giuliana y luego vinimos a vivir a Córdoba Capital. Desde que vine aquí pude mostrarme como era, porque en un pueblo no se nos permite. De hecho, acá mismo, fue noticia que el Día de la diversidad, colocaron nuestra bandera en una plaza de Córdoba y la bajaron hombres hétero cis porque no aceptan una identidad distinta. Es muy difícil lo que nos toca como disidentes para poder mostrar nuestra forma de vincularnos y amar. Cada une dentro de sus disidencias va viviendo cosas duras, algunas más difíciles que otras. Camila también fue criada en un pueblo de Córdoba y como disidente empatizo muchísimo con su forma de escribir. Es una artista que adoro y me gusta su escritura justamente por lo que encuentro en ella y en otras artistas disidentes como Susy Shock, como Carolina Unrein, como Ioshua, como Tomás Litta.

-¿La editorial está abierta solo a autores con sexualidades disidentes o también a otro tipo de disidencias?

-No, está abierta a cualquier tipo de autor que tenga una disidencia discursiva  contra hegemónica  que quizá no tenga la posibilidad de publicar en otras editoriales y sí pueda hacerlo dentro de un proyecto independiente, autogestivo. Estamos abiertos a recibir a autores independientemente de su sexualidad.   

-¿La editorial tiente también talleres de poesía y de escritural en general?

– Hace años que vengo haciendo talleres de poesía y pensaba hacerlo este año dentro de la editorial, pero no lo pudimos hacer por el contexto de Covid.  Pero apenas pase la pandemia, tenemos pensado retomar los talleres de escritura, participar de ferias, hacer ciclos de lectura que ya veníamos realizando en bares y centros culturales de Córdoba.

-¿Por qué la editoral se llama Zaparrastrosa?

-Le pusimos así con Giuliana porque tenemos una forma de ser muy relajada, muy “hipposa”  y nuestros escritos era siempre un lío. Teníamos una parte en un lado y la otra, en otro lado. Luego debíamos juntarla. Ponerle Zaparrastrosa fue una forma de representarnos a los dos. Además, ella está iniciando sus pasos en el canto y tiene una canción que se llama así, está dedicada a nosotros dos y que nos define a la perfección.

– ¿Los afectó la pandemia?

-Sí, sin duda, pero la poesía, que es lo que yo escribo, siempre fue difícil de publicar y no hay demasiado apoyo para los proyectos autogestivos. Así que la estamos remando, pero el deseo y la ilusión de cada sello editor hace que hoy las editoriales sigan con vida y luchando.