La agencia de noticias francesa AFP informó ayer que el periodista argentino Osvaldo Ciezar, que trabajó desde 1974 en la sede central de la empresa en París, murió este miércoles a sus 86 años. Considerado como una de las mejores plumas de la prensa argentina en los años 60, Ciezar trabajó en Primera Plana, Confirmado y Panorama antes de dejar Argentina -escapándose de la Triple A- e instalarse en Francia. Según el obituario que publicó AFP, «muchos de los profesionales que trabajaron bajo su dirección lo consideran como su maestro, los jóvenes periodistas decían de él: ‘duro pero justo, como John Wayne'». Ciezar cubrió guerras y conflictos pero también era un gran aficionado al fútbol y en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 dio una de las grandes primicias del deporte: el doping del atleta jamaiquino nacionalizado canadiense Ben Jonhson, ganador de los 100 metros con una marca impactante pero descalificado tras su positivo por estonozol. Parte de la historia es sabida: el estadounidense Carl Lewis se quedó con la medalla de oro. Pero cómo el mundo se enteró de una noticia deportiva que impactó como pocas, no. Y fue gracias a Ciezar.

Como ocurre muchas veces, los descubrimientos también se deben, en parte, al azar. Ciezar siempre recordó la hora: a las 2.58 de la madrugada del 27 de septiembre de 1988, el sonido de un teléfono alteró el silencio de la sala de prensa de Seúl, la capital de Corea del Sur, todavía un país enigmático para ojos occidentales. El argentino -que durante muchos años también firmó artículos para la revista El Gráfico, en especial de automovilismo- era el único de los 98 enviados de AFP a los Juegos Olímpicos, aunque en verdad permanecía en la sala de prensa por cuestiones personales: estaba organizando la visita que al día siguiente, que tenía franco, haría al campo de batalla de Pusan, un lugar en el que las tropas de Estados Unidos habían desembarcado en la Guerra de Corea.

“Sonó el teléfono y me pregunté qué carajo hacía ahí –me dijo Ciezar en 2018, entonces de 81 años-. Estaba completamente solo. Pero atendí igual. Una voz en inglés, con fuerte acento coreano, preguntó si hablaba con la redacción de France Press (AFP) en el centro de prensa y, más específicamente, si estaba el encargado de la cobertura olímpica, Michel Henault. Respondií que Henault se había ido a descansar pero que yo era el jefe del servicio en español. Entonces el hombre me dijo que era el corresponsal de AFP en Seúl. No recuerdo su nombre pero era un personaje mezclado con diplomáticos de la vida institucional surcoreana. Me dijo que quería avisarle a Henault de un diálogo que había escuchado esa noche en una recepción, en el que el director del principal diario de Corea del Sur les había contado a dos embajadores que la tapa de la edición que saldría a las 7 de la mañana informaría del doping de uno de los finalistas de los 100 metros. Que no tenían el nombre del dopado pero que había estado entre los tres primeros y que le sacarían la medalla”.

Osvaldo Ciezar, a la derecha, en 2012, junto a Oscar Tabárez, DT de Uruguay (foto Alejandro Valente)

Dos días y medio atrás, en el mediodía del sábado 24, Ben Johnson había ganado los 100 metros masculinos con una actuación sobrehumana: 9,79 segundos, nuevo récord del mundo y superior a los también fantásticos, aunque insuficientes, 9’92’’ de Lewis, su rival. Ciezar pensó enseguida en Ben Johnson y en sus competidores periodísticos: “Nosotros estábamos en plena pelea contra las otras agencias de noticias, AP (Associated Press, estadounidense) y Reuters (británica). En clave, para no hacer referencia explícita delante de sus periodistas, hablábamos con otros nombres: AP era Amelie y Reuters era Rosalía. Nosotros, AFP, éramos Francisca. Le pregunté a nuestro corresponsal en Seúl si creía que la información era seria y me respondió que sí, que venía de primera mano, del laboratorio antidoping. Era lo que nosotros llamábamos scooop, un descubrimiento fantástico”, me recordó Ciézar, en 2018.

Era el último tiempo en el que una primicia mundial podía aspirar a cierta duración. En la actualidad, las noticias se hacen, se deshacen y se comparten: en pocos segundos todo le pertenece a todos, sin contar además que el periodismo deportivo ya no suele ser el portavoz de los hechos sino los propios protagonistas. Ciezar decodificó enseguida el impacto que significaría el posible doping de Ben Johnson, el positivo más famoso de la historia, sólo comparable al que Diego Maradona sufriría seis años después, en el Mundial de Estados Unidos 94.

“Llamé a Henault -siguió Ciezar, durante la entrevista que le hice para Enganche– y le dije que estaba por mandar el flash y me dijo que lo esperara, que venía enseguida. A los pocos minutos llegó al centro de prensa con el jefe del servicio en inglés. Teníamos que ganarle a Amelie y a Rosalía y anticiparnos al diario coreano. No teníamos la confirmación oficial de que el doping pertenecía a Ben Johnson, pero era muy obvio. Yo había estado en la final y había sido una cosa impresionante: este tipo se había burlado de Lewis. A veces hay que jugársela, tener lucidez. Son decisiones que se toman a pura adrenalina. El flash, que enviamos simultáneamente en los servicios en francés, español e inglés, si no me equivoco a las 3.31, fue en mayúsculas: “FLASH!!! BEN JOHNSON DESCALIFICADO POR DOPING. Y una línea inferior decía FUENTE OFICIAL. AMPLIACIÓN SEGUIRÁ. Lo escribí en una máquina Olivetti 44, personal, que había comprado en los Juegos Olímpicos de México 1968. El flash fue lanzado por teletipo, que todavía era el corazón del sistema de comunicación”.

Es difícil de imaginarlo ahora, pero durante tres horas, en miles de radios, canales de televisión, diarios y agencias de noticias locales de todo el mundo, ese “Ben Johnson descalificado por doping” fue la única noticia al respecto. No había otra forma de informarse: cinco palabras. “Al mismo tiempo, comenzamos a buscar datos para confirmar definitivamente la noticia, y creo que en un momento llegué a hacerme la cabeza –amplió Ciezar-. La clave fue cuando Henault se pudo comunicar con el príncipe belga Alexandre De Merode, que era el presidente de la Comisión Médica del Comité Olímpico Internacional, y también amigo suyo. De Merode estaba dormido, pero mi jefe lo despertó y le dijo ‘sabemos que Ben Johnson está dopado’, y el príncipe le respondió ‘sí, es cierto, pero yo no atendí este teléfono y ya te corto, sigo durmiendo’. Para nosotros fue una tranquilidad y sacamos una segunda confirmación. También nos dio la razón con habérnosla jugado con el flash. Les ganamos por tres horas a Amelie y Rosalía, que durante ese tiempo no pusieron nada”.

Ciezar –que además de periodista fue poeta y que en Argentina, como hombre de Jacobo Timerman, fue uno de los pioneros de Primera Plana y jefe de redacción de Confirmado– dijo que nunca tuvo un reconocimiento por esa primicia. «Pero figuro en la biografía de la agencia: 10 líneas hablan de mí», dijo. Y además, como si fuera poco, quedó en la historia como el hombre que despertó al mundo con una noticia que, de tan impactante, todavía hoy se recuerda.