El viernes pasado se cumplieron diez años del triunfo de Vélez sobre Huracán que terminó en vuelta olímpica para los de Liniers en el Amalfitani. Fue uno los partidos más polémicos de la historia del fútbol argentino: al Globo le anularon por offside un gol que había convertido Eduardo Domínguez en posición lícita y en el tanto definitorio de Maximiliano Moralez hubo falta previa de Joaquín Larrivey a Gastón Monzón. A lo largo de esta década fue uno de los casos más citados para demostrar las injusticias que terminarían con el VAR. Pero el aniversario redondo coincidió con el sospechado (no) uso del VAR en esta Copa América. Ángel Cappa, el creador de ese Huracán que llegó a los toques hasta la orilla de la gloria, terminó desencajado aquella tarde de lluvia. «¡Cagones de mierda, esconden las pelotas!», gritaba. Acaso para evitar una reacción así, desde Madrid, pide contestar por mail a las preguntas de Tiempo: «Así puedo pensar mejor y no meter la pata». «Claro que imagino qué hubiera pasado con el VAR en ese partido. Además me lo dijeron en la radio donde comento, cuando en una oportunidad me opuse al dichoso VAR. Y es cierto a medias. La corrupción no repara en esos detalles. Lo mejor hubiera sido un arbitraje honesto para aquel partido», dice.

–¿Aquel arbitraje no fue honesto? Según el libro La final bastarda, Brazenas no tenía el apto físico y llevaba tres meses sin dirigir.

–La trampa comenzó, efectivamente, con la designación de Brazenas, que no estaba apto para dirigir. Además la AFA permitió que jugara Cubero, que había sido expulsado el partido anterior, por la lesión del chileno Waldo Ponce, cosa que no era cierta y el mismo jugador desplazado lo confirmó.

–¿Hubiera cambiado algo en la idiosincrasia futbolera argentina si aquel Huracán era campeón?


–No. En ese caso el «niembro-bilardismo» hubiera hecho un respetuoso silencio para esperar la próxima vez que haya un tropiezo. Son especialistas en manejar sus opiniones según los resultados. Es evidente que aún está fresca la huella que dejó ese equipo, cosa que me llena de orgullo.

–¿Cree que el VAR puede ser una herramienta para evitar sucesos como el de esa final?

–En principio iba a ser una ayuda para los árbitros en casos muy puntuales y difíciles de ver en lo inmediato. Pero se ha convertido en un factor externo fundamental y por lo tanto un incordio importante. Finalmente parece que es el VAR el que dirige los partidos. Los árbitros se inhiben muchas veces de su responsabilidad, y el juego se interrumpe mucho más de lo necesario. Al menos eso vi en esta Copa América.

–Habla de la Copa América. ¿Es un buen síntoma que Argentina ganó algunos partidos sin que aparezca la mejor versión de Messi?


–Sí, claro. Pero sería mucho mejor síntoma que Argentina consolidara una idea, un funcionamiento para que Messi le agregue todo su talento, toda su magia. Me parece que se está acertando en la incorporación de jóvenes y eso es alentador.
 
–¿Cómo tomó el regreso de Menotti a la AFA?


–Menotti tiene una virtud que pocos entrenadores y hombres de fútbol disponen: sólo por presencia genera ilusión. Es un símbolo de buen fútbol, de respeto a lo que sentimos la mayoría de los argentinos. Además, tiene una gran capacidad de organización y también para marcar un camino a seguir, un estilo, una identidad. En definitiva, Menotti es retomar la esperanza de tener una Selección que nos represente.

–En los últimos cuatro Mundiales sólo hubo un finalista sudamericano (Argentina, en 2014). Esta Copa América dejó una sensación pobre. ¿Está en decadencia el fútbol continental?

–El talento disperso es un problema. Porque una cosa es reunir a los jugadores de las selecciones europeas y otra a los sudamericanos, que tienen que viajar 10 mil kilómetros y cambiar de horarios, de clima y otros inconvenientes que hacen muy difícil el entrenamiento y la preparación de los equipos. La diferencia es importante y condiciona a los sudamericanos. Eso conspira contra el nivel de juego. También, y esto lo considero insólito, el mal estado de las canchas.

–Estuvo dentro de la estructura de River, Boca, Barcelona y el Real Madrid. Si tuviera que decir los principales cambios en el fútbol de élite desde esa época hasta ahora, ¿cuáles elegiría?


–La influencia nefasta del negocio en todo sentido. Sobre todo porque le transmitió al fútbol los valores empresariales. Ya no se juega, se produce. Muchos jugadores viven como estrellas millonarias y se alejan de sus raíces. No se disfruta, se sufre. Sólo vale ganar y por lo tanto se desprecia casi totalmente el juego, que perdió casi todo su significado.