Hay noche de Supercopa Sudamericana. Boca juega ante Cruzeiro. Jorge Bermúdez tiene 26 años. Es casi un desconocido que llega desde Benfica de Portugal. Es 3 de septiembre de 1997. A los ocho segundos, le entra fuerte de atrás al brasileño Cleisson. La Bombonera estalla: simbiosis. Al colombiano le hierve la sangre: adrenalina. Sobre todo, por lo que había vivido en el vestuario: Bermúdez entra en calor, decide que si no firma, se ducha y se vuelve a Portugal, que no pueden meterle la mano en el bolsillo. Hasta que entra el emisario de Benfica con el contrato en la mano, y firma sin leer, y termina la entrada en calor, se calza los botines y salta a la cancha. Boca le gana 1-0 a Cruzeiro. Gol de Bermúdez.

-Recuerdo todo. Había llegado diez días antes a Buenos Aires, y los dirigentes me habían cambiado todas las reglas de juego, todo lo que me habían prometido decían que no era así. Sabía que si no firmaba el contrato, no podía jugar. Y arranca el partido y la primera víctima: quiso recibir en el mediocampo y lo levanté por los aires. Pero tenía todo eso en mi cabeza.

El Patrón, ahora, está en Armenia, capital del departamento de Quindío, oeste de Colombia. “Acá a los armenios se les dice cuyabros. Armenios son los rusos”. Cuyabro, un arbusto rastrero de la zona, es un modismo colocado por los vecinos de Calarcá. Bermúdez es cuyabro, pero no un arrastrado. El capitán de Boca que levantó la Copa Libertadores 2000 y 2001 viajará en breve a Argentina: el 12 de diciembre jugará el partido homenaje a Juan Román Riquelme en la Bombonera, pero antes intervendrá en las elecciones: como en 2015, apoyará al candidato opositor a presidente Jorge Amor Ameal. Y, de ganar, Bermúdez volverá a trabajar en el fútbol de Boca.

-¿Por qué dijiste que Boca perdió la esencia?

-Se perdió en todos los aspectos. Cuando se habló de Boca, siempre se habló de un equipo aguerrido en lo deportivo, armado para ganar, para proponer, con decisiones en pos de lo colectivo, donde se pensaba en el socio y en la Bombonera como principal emblema, donde ser dirigente era lo único y lo máximo. Y desde hace mucho tiempo se perdió todo eso. Se comenzó a pensar en Boca como una propiedad privada, se representó mal al club en todos los estamentos, se hizo enemistad con otros clubes, y cuando Boca juega, el hincha está sujeto a sufrir, a tener que pasarla mal, a hacerse mil preguntas de por qué este jugador está ahí, y por qué tal ya no está, y por qué siempre el VAR nos hace daño. Es de una decadencia total y absoluta lo que ha sido Boca en los últimos ochos años.

-¿Todo eso se traslada a la cancha?

-El jugador que pasa por Boca y es bueno no se puede ir porque vino el primer postor, y los jugadores de inferiores tienen que debutar en Boca y darle gloria y después aumentar el patrimonio del club. Hoy no pasa eso. Se volvió más negocio que vengan siete y se vayan siete cada año. Entonces cada seis meses te cambian los compañeros, un esquema de juego, o viene uno por una decisión política, y terminás pagándolo. La coherencia deportiva nunca se encuentra. Si algo hay que tratar de emular de la época anterior es que lo deportivo esté protegido de todo lo que pasa afuera. Nuestro vecino terminó haciendo lo que debíamos haber hecho nosotros, que ya lo habíamos hecho. Nosotros desviamos el camino y hoy miramos a River porque no le podemos ganar. Pero no es en la cancha: es porque no tenemos esencia. Ni siquiera en el Monumental jugamos como Boca: jugamos temeroso, a no perder, y terminamos perdiendo.

-En la semifinal de vuelta de la Libertadores 2001 el plantel hizo una protesta en pleno vestuario contra la dirigencia por deudas después de ganarle a Palmeiras en Brasil. ¿Hoy no existe ese espíritu?

-Se está lejos en la identidad. Entonces no te puede representar un equipo en lo deportivo, en la actitud, en el querer comerse el mundo con la camiseta de Boca. Cuando jugadores llegan a Boca ya les dicen que dentro de seis meses los van a venir a ver del Cagliari, que se van a Francia. Esos jugadores no dejan huella y no terminan nunca de asumir que la gloria está en Boca. Con la camiseta de Boca no se puede jugar a estar seis meses. En mi posición, en los últimos ocho años, pasaron más de 15 jugadores, una cifra escandalosa. En la época anterior se sabía quién era el 4, el 2, y si se vendía el 6 en 19 millones, había un chico que se promovía. Eso es identidad, y la identidad trae mística, y la mística, resultados, y la coherencia, logros. Así como se está trabajando en Boca es imposible.

-¿No temés embarrarte en la política de Boca?

-A lo único que le tengo miedo es a Dios, que está arriba de todo. Abajo somos todos iguales. Mucha gente me dice qué hago invitando a una persona a participar en una elección decisiva. No quiero ser espectador de otro tiempo más de Boca dando lástima. Mi conciencia está tranquila: lo que digo es por principios. No me postulé ni perseguí a un político para que me garantizara una labor. Lo hice desde mi compromiso con Boca, desde lo que hice como capitán representando a ese plantel que le tocó pararse ante el entrenador y decirle: “Profesor Bianchi, no viajamos a Brasil porque no nos pagan los premios hace cuatro meses”. Con esa misma actitud, me paro ante los socios y digo que hay que elegir bien, que después no vale ir al estadio a renegar, no vale estar viendo cómo celebra el vecino, porque la culpa es nuestra. Sueño con participar. Quisiera estar dentro del club. A veces siento que estar desde afuera es muy doloroso.

-¿Es imposible la unidad que pidió Riquelme?

-Lo que Román pide es unidad con principios. No creo que esté pidiendo que se junten el bien y el mal, el agua y el petróleo, y todo el mundo diga: “Aquí no ha pasado nada”. Lo vi como un llamado al socio. Entiendo que inmediatamente hubo quienes aprovecharon lo que dijo Román para decir: “Juntémonos, yo que llevo tanto tiempo en el club y he hecho todo mal y quiero seguir, con ustedes”. Y no, no es así. El juntarse es con un objetivo. Hablar del socio, de la Bombonera, de las disciplinas. No me puedo reunir contigo si pienso totalmente distinto. No es estar por estar. La dirigencia que le siga a este mandato tiene una responsabilidad histórica tremenda, no sólo por los resultados, sino por todo lo que representa el club. Pasa a ser algo más importante que oficialismo y oposición. Es si somos de Boca o no, porque ya está llegando gente que ni siquiera es de Boca, que tiene el carné de socio y son candidatos.

-¿Te negaron ser socio de Boca?

-Así como me negaron volver a jugar. Sabía que mis declaraciones y mi forma de ser iban a alejarme de Boca. Cuando el presidente Macri se sentó en la rueda de prensa con Bianchi, dije: “Es un irrespeto lo que hizo, él no es el protagonista”. Así pisoteó a los jugadores que le dieron esencia a Boca. Hay que decir algo: cuando llegué en el 97 a Boca todo el estadio insultaba al presidente. Había llevado 14 jugadores con Bilardo y había sacado a 15 a los seis meses. Hay que conocer la historia. A mucha gente se le ha olvidado que para ser campeón del mundo hubo que vivir situaciones difíciles. Esos dirigentes se ocultaron detrás de los jugadores que llegábamos por la gloria. A mí ni me acompañaron a la AFA a inscribirme. Me llamaron al hotel y me dijeron: “Bermúdez, acérquese a Viamonte y lleve su pase”. Esa era la fe que tenían en nosotros. Y fuimos campeones del mundo.

-En 2018, cuando llegó a Colombia, Macri dijo: “Tenemos que encontrar más cosas en que colaborar. Como colaboraron Chicho Serna, Bermúdez y Córdoba en Boca cuando me tocó ser presidente”.

-El político utiliza lo que le conviene para sacar propósito. Me sorprendió cuando llegó a Colombia y dijo que quería revivir las relaciones entre los países a través de nosotros. Ese mismo tipo nunca permitió que ni siquiera vuelva a pisar la Bombonera, o que sea tenido en cuento para ser socio. Detrás de los últimos años en Boca siempre estuvo Macri. Sigue estando. Y Angelici estuvo de la mano de Macri. Me han hecho un favor. Dios es grande, y cuando un día llegué a Boca, fue para hacer gloria. Por más que me han querido tener afuera, hoy estoy clavado en el corazón de los hinchas más que nunca.

-¿Qué va a pasar el día del partido homenaje a Riquelme?

-El último 12/12 se venía de perder la final con River por la Libertadores en el Bernabéu, e iba a haber una protesta masiva en contra del presidente y la junta directiva, y se anunció que por motivos de seguridad no se abría la Bombonera. Esa es la tristeza más grande que se le puede dar al hincha de Boca, no permitirle ser genuino, tenerle miedo a su manifestación pública. Esta dirigencia lo tiene, y no sabe cómo dar la cara. El próximo 12/12 será una fiesta absoluta. La despedida del máximo ídolo del club, con el hincha radiante, dispuesto y orgulloso porque el club no es lo que nos quisieron mostrar en este último período.

Lo que se sabe de las últimas elecciones del año

Las de Boca serán las últimas elecciones del año político argentino. Se llevarán a cabo el domingo 8 de diciembre, aunque hace meses que cada sector del club está haciendo su jugada. Este miércoles 20 de noviembre será el día límite para presentar las listas y a partir de ahí las confirmaciones empezarán a ganarle a los rumores.

El pedido de Juan Román Riquelme de intentar una lista de unidad parece haber naufragado pese a que el oficialismo buscó que todas las listas subieran a bordo de ese barco. Así, será Christian Gribaudo el que encabece la lista que intentará continuar el ciclo político que se inició con Mauricio Macri en diciembre de 1995. Los nombres que acompañen a Gribaudo serán sugeridos por el presidente de la Nación.

En los últimos días, Jorge Amor Ameal y José Beraldi, los dos principales referentes de la oposición, acercaron posiciones y es probable que en las próximas horas anuncien que irán juntos en las elecciones del 8 de diciembre. Esa jugada podría dejar en jaque mate al oficialismo. En tanto, resta conocer qué harán Víctor Santa María y César Martucci, quienes tenían intenciones de presentarse y sí respondieron en primera instancia al llamado de unidad del oficialismo pos palabras de Riquelme.

En la elección de 2015 participaron 26.136 socios, una cifra récord. Se espera un caudal mayor para estos comicios históricos: Boca tiene más de 87 mil socios activos. El día que, de 9 a 18, en la Bombonera, los socios elijan su próximo presidente, el equipo de Gustavo Alfaro jugará como visitante ante Rosario Central por la Superliga. Cuatro días después será la despedida de Riquelme, que pese a que se rumoreó que formaría parte del armado de listas oficialistas y opositoras, al final no jugará en la política.