“Su intención era entrenar aquí para poder empezar a nivel profesional en un Mallorca, en una Segunda División, y poco a poco ir subiendo, no pegar un salto cualitativo tan grande”, dice Rafa León, director deportivo y vicepresidente de Son Caliu, un club humilde de Calvià, a media hora del centro de Palma de Mallorca. “Su intención siempre era jugar, jugar y jugar. Decía que a pesar de no haber sido un jugador de gran toque, su fútbol era ese: ‘No fui un fenómeno, llegué con mucho trabajo y sacrificio, pero me gusta el fútbol bonito’”.

Rafa León habla desde España de Lionel Scaloni, cuya primera experiencia para sumar las horas exigidas en el curso de entrenador fue dirigir a juveniles de Son Caliu. Acusado de “traidor” por el cuerpo técnico de Jorge Sampaoli que integró en Rusia 2018, Scaloni, protegido por Claudio Tapia y ajustado a los resultados, será el DT de la Selección en la Copa América de Brasil. De una Selección que “no es potencia mundial” porque está “el famoso dicho de ‘somos Argentina, somos Argentina’, como si con eso ya ganáramos”, pero que “hace mucho no ganamos nada” y que, por eso, “hay que trabajar”, como dijo en la última conferencia de prensa en el predio de la AFA.

Nadie dudaría, en ese sentido, de que Alemania es una potencia que trabaja en el fútbol. Su modelo ha sido puesto como ejemplo a seguir. Pero la eliminación en primera ronda en el Mundial torció la línea. En paralelo a Scaloni, días antes a que dijese que Argentina no es potencia, Oliver Bierhoff, director de selecciones alemanas, departió en una jornada de la Federación Alemana de Fútbol en Frankfurt. La llamó “Regreso a la cima del mundo”. En febrero, la Sub 17 de Alemania había perdido en un torneo internacional amistoso ante Holanda, España y Portugal. “No producimos suficientes futbolistas porque el entrenamiento se ha formalizado demasiado -dijo Bierhoff-. Necesitamos espacio para los individualistas. Incorporar de nuevo el fútbol callejero a los clubes. Necesitamos crear más espacio para la creatividad y el disfrute de nuestros jugadores”.

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Si la refundación futbolística de Argentina necesita “trabajo”, muchas veces sinónimo de disciplina y orden, en Alemania quieren rescatar lo contrario. La prensa destacó el caso de Jadon Sancho, la sensación de la Bundesliga, extremo inglés de 18 años de Borussia Dortmund. Hijo de padres inmigrantes de Trinidad y Tobago, Sancho se crió en los suburbios de Londres, donde aprendió el arte de la gambeta. “Jadon -contó Dann Micciche, exentrenador de la Sub 16 de Inglaterra- aprendió mucho en la calle a través del juego informal. La gente piensa que las academias de los clubes producen estos jugadores, pero no es así”.

Hay un documental en Netflix que se llama Concrete Football. “Balón en el asfalto” fue estrenado en 2016, dos años antes de que Francia se coranase campeona del mundo en Rusia. Muestra canchas públicas, de cemento o pasto sintético, en medio de complejos de edificios en las afueras de París. “Corazones del barrio” con nombres de estadios. “San Siro”. “La Bombonera”. Con formadores que obligan a hacer fintas. Con raps que homenajean a futbolistas. “Matuidi Charo”. Donde no sólo hay caños y sombreritos: donde se aprende el dribbling, a improvisar, y se perfecciona destreza y agilidad. Y cuna de campeones del mundo como Blaise Matuidi, y N’Golo Kanté, Paul Pogba y Kylian Mbappé. “La palabra que mejor define al fútbol callejero -dice un entrenador en el documental- es libertad”.

Los alemanes, acostumbrados a reconstruirse desde los escombros, detectaron un desliz en el modelo y plantearon una búsqueda alternativa. El fútbol, suele decir el preparador físico Fernando Signorini, es el único deporte en que se puede hacer todo mal y salir campeón. Pero también en el que se puede hacer todo bien y quedar afuera en primera ronda. O hacer casi todo mal y, lógico, caer ante el campeón del mundo en octavos de final. Quizás a Argentina, además de trabajo, le falte calle, que es mucho más que barullo y picardía. Traducido al argentino, más “potrero”.