En una sala del Nuevo Gasómetro, Matías Palacios mueve los pies como si pisara sin freno el pedal de una máquina de coser. Aunque haya practicado cómo dar entrevistas en el club y en la Selección Argentina, cumplió 17 años el 10 de mayo y no deja de ser un adolescente. O, depende cómo se mire, el chico que debutó más joven en la historia de San Lorenzo –a los 16 años, cuatro meses y once días, ya protegido con una cláusula de rescisión de 20 millones de dólares– y la figura mimada por Pablo Aimar en la Sub 17, que jugará el Mundial de Brasil después de ganar el Sudamericano. Hijo de Patricia y Eduardo, ambos con pasado de futbolistas en General Pico, La Pampa, Palacios es también el jugador que entrena con el plantel de Primera de San Lorenzo y pregunta cómo salió la Reserva. Y, muy en especial, es un pibe que juega –y piensa– como un veterano.

–¿Por qué empezaste a jugar?

–Arranqué con el fútbol porque mi familia es toda futbolera. Mi viejo jugó tres años en Estudiantes de La Plata, y después tuvo la desgracia de romperse las rodillas, pero subió a Primera, firmó contrato. Mi mamá también juega con mis tías en General Pico. Somos tres hermanos y los tres jugamos. Y nosotros dos, Julián y yo, estamos en San Lorenzo.

–¿Cómo jugaban tus viejos?

–A veces juego con él cuando voy los domingos a Pico. Pero un ratito, porque tiene cuatro operaciones en una rodilla y tres en la otra, y le empiezan a doler. Mi mamá jugaba de 9, goleadora. Y mi viejo de enganche clásico, de los que no había. Muchos me dicen cuando voy que tengo muchas cosas de él, la forma de caminar, de correr, las expresiones.

–»Soy enganche pero digo que soy volante porque los enganches no juegan», dijo Cristian Ferreira, el juvenil de River que juega el Mundial Sub 20. ¿Vos?

–El último enganche clásico fue Riquelme. Pero se puede decir enganche. Tal vez los 10 clásicos ya no quedan más. El enganche es un poco más de velocidad, de jugar para adelante. En cambio el 10 clásico es el que arma todo el juego, el diferente al resto.

–Como Riquelme, vos también arrancaste de 5.

–Sí, desde chico, en Rumbo a Vélez, un club de barrio de Pico. Cuando me vine a probar, a los 13 años, jugaba de 5. Y después, ya en San Lorenzo, me empezaron a poner un poquito más adelante y ya me acostumbré. En Reserva, cuando jugábamos con cuatro volantes, por ahí me tocaba hacer la banda, pero ningún problema, suma para el equipo.

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(Foto: Diego Martínez)

–¿Qué te gusta y qué no de ser profesional?

–No me gusta levantarme temprano. Pero el profesionalismo te hace crecer todos los días, seguir aprendiendo.

–¿Qué exigencias hasta hace poco no tenías?

–Ahora le dan mucha bola a la dieta, a comer cereales, a tomar yogur, y yo no le doy mucha importancia. Si uno juega bien, juega bien. No necesita andar comiendo cereales, una fruta después del entrenamiento. En la Selección, en el Sudamericano de Perú, nos levantábamos y en el desayuno tomábamos mate, íbamos a entrenar y mate, merendábamos con mate, antes de dormir, mate. Nos fue como nos fue por otra cosa.

–Además de ver videos de cómo jugaba Riquelme, te gusta cómo declara.

–Trato, cada vez que tengo un ratito libre, de mirarlo en todo aspecto. Ve el fútbol de otra forma. De Román me gusta todo. Es mi ídolo. Siempre tiene una pausa, un tiempo más, hace jugar al equipo, cubre la pelota con el brazo, pone el culo, todo eso me gusta mucho. Y es el único que me llamó la atención cómo declara, los pone en apuros a los periodistas, que no saben cómo responderle cuando les pregunta algo.

–Les fue a hablar al predio de Ezeiza.

–Sí, dos veces. La primera en 2017, antes del Sudamericano Sub 15. Nos habló casi una hora de cómo era su juego, de cómo cada uno tenía que conocer su cuerpo, su potencial, lo que tenía que mejorar. Y después en el Sub 17 llegó una vez, nos miró un ratito, y les dio una charla a los más chicos. Román es algo diferente a todo lo que he visto.

–¿Y Aimar?

–Como persona, él y Diego (Placente) son muy buenos. Nos tratan de seguir inculcando valores que por ahí se habían perdido. Cuando vamos a la Selección, siempre tengo que llevar la carpeta para estudiar, hacer los deberes. Cuando viajamos al Sudamericano Sub 17, había 18 de los 23 que andaban bien en el colegio. Y después, como formadores, tienen que seguir así. Como dijo Aimar, somos jugadores tres horas. Después, somos personas y tenemos que ser respetuosos; un «buen día», un «muchas gracias», eso ayuda para la vida.

–¿Cómo convivís con ser el chico que vale 20 millones de dólares?

–No le doy mucha importancia. Trato de hablarlo con la familia, que siempre trata de tenerme con los pies sobre la tierra, de remarcarme que llegué con mucha humildad. Cuando te ponés a pensar a la noche, cuando dejás el celular y todo el quilombo ese, por ahí te mareás un poco. Algunos días te podés marear. Pero tenés que despejarte con la familia, los amigos, el club. Si te empezás a marear te terminás quedando solo.

–Viviste de los 13 hasta casi los 17 en la pensión.

–Al principio extrañaba mucho, me quería volver, lloraba a la noche. Pero sabía que había venido para cumplir un sueño. Vivir en la pensión te enseña mucho.

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(Foto: Diego Martínez)

–¿Qué es el pase en el fútbol?

–Si no se la pasás a un compañero, vas mal. Cuando en los entrenamientos doy un pase mal, un cambio de frente o le pego mal con la zurda, me fastidio, me enojo solo. Ya hace cuatro años que arranqué a jugar en Buenos Aires… Son errores que no se tienen que cometer.

–¿Gol o pase gol?

–Pase gol.

–¿Por qué?

–En el puesto en el que juego, me gusta mucho más asistir, ver al compañero festejar, que te diga «este gol también es tuyo». Está el protagonista, y después estás vos.

–Sergio Agüero fue el más joven en debutar en la historia de Independiente. Vos, en San Lorenzo.

–Es un recuerdo muy lindo. Siempre lo vamos a tener presente con mi familia. Tengo la camiseta colgada. La noche anterior no podía dormir. Cuando entré, se me pasó todo, y más con la victoria. Primero quiero jugar el Mundial Sub 17 en Brasil, y después veremos.

–¿Qué fútbol mirás?

–El español, por lejos. Inglaterra no me gusta porque llueve cada dos días. Me llama mucho la atención por el Barcelona, el Real Madrid, el Atlético de Madrid, el Villarreal. Miraba siempre a Iniesta. Y ahora el mejor mediocampista del mundo es Sergio Busquets. Ojalá sea la mitad de ellos. Me gusta mucho mirar la Champions, el fútbol de Turquía, me gusta conocer a los jugadores.

–Cuando debutaste con Claudio Biaggio como entrenador, dijo: «Tiene cabeza».

–Algunos me dicen, acá y en la Selección, que tengo la cabeza de un chico más grande porque pienso diferente.

–¿Qué pensás?

–No sé, trato de estar como un chico normal, como cuando llegué, con paciencia y humildad.

–¿Vas a estudiar?

–Estoy terminando el secundario.

–¿Y después?

–Fútbol.