Como si hiciera falta aclararlo, Gerardo Martínez dice que le gusta estar tranquilo, en familia. Es jueves, el día después de meter el gol desde atrás de la mitad de la cancha ante Talleres de Remedios de Escalada en el Nuevo Urbano, y disfruta de la compañía de su hijo Enzo en la casa de su madre, en el barrio La Fortuna, Moreno. Con el 2-0, Deportivo Morón quedó ahora muy cerca de la punta de la B Metropolitana. El 10 es una rara avis en el fútbol, no sólo por la pegada -un guante en el botín derecho, un golpe seco, una parva de goles desde ese pie-, sino también porque defiende un concepto de juego. Especialista en tiros libres y remates de larga distancia, con experiencias en Cobresal de Chile y Técnico Universitario de Ecuador, a los 25 años Martínez fue comparado en varias ocasiones con Juan Román Riquelme. Porque, como dijo alguna vez Jorge Valdano para describir a Riquelme, mientras todos los autos van por la autopista, Gerardo elige sentarse en la reposera con el mate, a un costado, sobre el pasto, para mirar a los demás y marcar la pausa.

-¿Cómo fue el gol?

-Simple. Lo venía mirando al arquero. En una jugada anterior había intentado pero no me había salido. Miraba prácticamente que en todas las jugadas estaba adelantado. En la que me pude acomodar bien, giro y le pego. Me lo imaginaba. En la jugada del gol giré pensando en mirar al arquero, y en cuanto levanté la cabeza y vi que estaba adelantado, le pegué. Siempre tengo esa visión. A veces sale, a veces no.

-En 2013 le metiste un gol de tiro libre desde muy lejos a Nueva Chicago. En 2014 pateaste desde la mitad de la cancha y Matías Cano, entonces arquero de UAI Urquiza, sacó la pelota de chilena en la línea.

-Ahí desgraciadamente no salió. Era gol y la sacó de la galera. Ese día se lució él.

-¿Practicás?

-No. Pero en los entrenamientos pateo. Un ex compañero del club, el arquero Juan Cruz Leguizamón, vio el gol y me mandó un mensaje: “Esos goles siempre me los hacías a mí”. Soy de pegarle de lejos. Cuando puedo y estoy cómodo, le pego. Lo que es natural es que le pego fuerte. Y me animo.

-¿Dónde arrancaste a jugar?

-Cuando era más chico jugaba siempre campeonatos de barrio por dinero. Mis dos hermanos más grandes, Gabriel y Diego, hasta hoy juegan. Y cuando lo tenía en vida a mi papá, Daniel, era el técnico del equipo, que se llama La Banda, y todavía existe. Siempre me metía, y jugaba un rato, alternaba. Hasta que en Sexta me subieron y a uno le cambió la cabeza.

-¿Ahí aprendiste a pisarla? Me imagino que no es fácil midiendo 1,88 m.

-Sí, pero sobre todo en el baby. Jugué en Parque y en Bernardino Rivadavia. Me encanta el baby y cuando ahora tengo la oportunidad juego con mis amigos. Ahí me crié y me di cuenta cómo le pegaba. Mi otro hermano, Mauro, que juega en Sportsman de Carmen de Areco, en el Federal B, tiene las mismas características. Cuando jugábamos en el equipo del barrio, muy pocas veces me tocaba pegarle a mí porque estaba él. No me dejaban.

-¿Es posible el ascenso de Morón?

-Tenemos un grupo extraordinario y estamos muy bien psicológicamente. La dirigencia comenzó a cumplir de a poco. El cuerpo técnico nos apoya en todos los aspectos. Venimos de una racha de varios partidos sin perder y nos da confianza y ganas de conseguir el objetivo, que es el mismo de siempre: conseguir la gloria y salir campeón, y si no, tratar de estar dentro de los primeros cinco, que entran a la Copa Argentina, y queremos estar porque hicimos un papel bárbaro en la última.

-Siempre hablás con cariño del club.

-Me crié en Morón y me encariñé. Me tocó ir de alcanzapelotas y veía desde adentro toda la gente que tenía. Todo eso te va gustando, el espectáculo que hacen, y ni hablar cuando te toca jugar los clásicos o partidos importantes de la Copa. Por eso Morón es hoy mi casa. Toda mi familia y yo era fanático de River, pero desde que empecé a vestir la camiseta de Morón cambió. Pero obvio: simpatizo por River.

-¿Y cuando te comparan con Riquelme?

-Más allá de que me comparen, Riquelme fue siempre mi ídolo. Todos en mi casa lo quieren. Era un jugador distinto y hoy no se ve uno igual. Nunca pensamos en no quererlo porque era de Boca. Al contrario. Acá somos muy futboleros y con mi viejo nos criamos con una forma y característica de ver el fútbol, que es tratar de jugar bien, siempre por el piso, buscar al compañero, tratar de dar un pase gol, patear un buen tiro libre. Y también nos criticaba cuando cometíamos muchos errores.

-¿Esa mirada del juego te trajo problemas?

-No, para nada. Siempre mantuve la forma de jugar y siempre la voy a mantener, por más críticas que reciba. He pasado por muchos malos momentos futbolísticamente en Morón y siempre mantuve mi estilo. Me tocó irme a jugar afuera y siempre lo hice. Capaz que un día el técnico no está de acuerdo y me tocará estar afuera, pero siempre pensé así. A veces los técnicos buscan un jugador más dinámico, y por ahí hay un compañero así, y tendré que apoyarlo a él. Pero siempre mantuve mi juego.

-¿Qué querés para el futuro?

-Como todo jugador del Ascenso, quiero llegar a Primera. Más allá de eso, busco un bienestar. Acá en Morón hace varios años que estoy, y muy cómodo, pero aspiro a hacer un buen campeonato, cumplir mi sueño, que es ascender con Morón, y después de eso pegar un buen salto, sea a Primera o al exterior.

-¿A qué equipo de Primera?

-No estoy en momento de poder elegir. Me gusta ver a River, Rosario Central y Lanús, por los estilos, pero no soy de mirar tanto fútbol. Antes sí miraba mucho a Riquelme, todos los partidos de Boca, de Argentinos, siempre. Pero hoy el fútbol argentino cambió mucho y no hay un jugador con las características de Román. Ya no hay nada para mirar.

-Aunque no es la primera vez que metiste un golazo, ¿cómo es el día después?

-En el Facebook me mandaron mil mensajes, y te escriben personas con las que hace mucho no hablás. Son todas cosas lindas, me gustan, porque a pesar de que hacés las cosas bien adentro de la cancha, significa que queda la persona y se acuerdan de que uno fue buen compañero.

-¿Riquelme te llamó?

-No, nunca lo conocí ni hablé con él. Ojalá, algún día