“Aston Villa 7-Liverpool 2”, escribe el domingo el cronista peruano Julio Villanueva Chang en su Facebook. “No parece una fiebre quincenal contra históricos equipos europeos en tiempos de virus y estadios vacíos. Hoy al Manchester United le metieron 6. Antes de ayer, le embocaron 5 al Bayern Múnich. Jugar sin público debe ser como bailar sin música y exige una explicación psicológica y anímica”. Que cuando se vacían los estadios, le comentan, se llenan las redes. Que cuando no hay baile de los hinchas en las tribunas, hay baile de los equipos en la cancha. El fútbol higienizado de pandemia trae una novedad: siempre habrá goles en canchas vacías. O siempre habrá más goles que en aquella “vieja normalidad” con hinchas reales y sin meros espectadores detrás de la TV.

En el inicio de las ligas top de Europa, frenadas este fin de semana por las selecciones nacionales, el promedio de gol pegó un estirón: Premier League (3,78), Serie A (3,50), Bundesliga (3,40), Ligue 1 (2,66) y La Liga (2,20). En Inglaterra e Italia, además, no hubo ningún 0-0. Desde 1953 que el campeón defensor no recibía siete goles en un partido de Premier League, hoy la liga más rica del mundo. El ritmo de goles en las cuatro fechas de la temporada 2020/2021 es el más alto en los últimos 90 años en la primera división inglesa (3,95 en 1930/31). Las razones no se limitan a las tribunas sin hinchas. Vivimos en pandemia. Con jugadores contagiados de coronavirus. Con partidos cancelados, parates, verdaderos entrenamientos “diferenciados” y pretemporadas cortas sin amistosos. Y con competencia exigente apretada por los calendarios que fatigan los cuerpos. Los árbitros, sin murmullos en los oídos, cobran además más faltas y sacan más amarillas para los visitantes. Los futbolistas coinciden: hay licencias defensivas sin la presión de los hinchas, falta de concentración sin la transferencia de adrenalina. Los entrenadores coinciden: los hinchas abren los sentidos de los futbolistas, aumentan la intensidad de las reacciones, influyen en la mente. Sin ellos, el fútbol se reduce a los orígenes: 11 contra 11, una pelota, un árbitro y a jugar.

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(Foto: AFP)

La Serie A que terminó fue la liga con más goles entre las de 20 equipos en el siglo XXI (1154 goles en 380 partidos). Atrás quedó el catenaccio. Hugo Campagnaro, ahora entrenador de la Sub 17 de Pescara, jugó 18 temporadas en el calcio entre Piacenza, Sampdoria, Napoli, Inter y Pescara. “Antes, los equipos chicos o provinciales se conformaban con ir de visita y traerse un empate o perder apenas 1-0. Pero en la última década, empezaron a darse cuenta de que podían ir de visitante y aspirar a más, incluso a ganar -dice Campagnaro-. La mentalidad de los entrenadores fue cambiando, también la de algunos dirigentes, y les fueron trasladando esa confianza a los futbolistas, que comenzaron a notar que podían aspirar a más. Si bien el que sale campeón siempre es la Juventus, los demás equipos se van turnando y transformando en protagonistas hasta el final. Esa mentalidad más ofensiva, de mayor atrevimiento, por suerte se fue contagiando. Y se ven mejores espectáculos y algunos partidos, como dicen acá, rocambolescos, de muchos goles”.

Atalanta, con 98 goles, fue el tercer equipo más goleador de la temporada pasada entre las cinco principales ligas de Europa, detrás de Manchester City (102) y Bayern Múnich (100). En este inicio, Atalanta ganó los tres partidos y metió 13 goles. En el debut, goleó 4-1 a Lazio de visitante. Porque en pandemia se desvanecen las condiciones de local y, sobre todo, de visitante. Otra grata sorpresa italiana es Sassuolo, que suma 9 goles con dos 4-1. Los dirigen Gian Piero Gasperini y Roberto De Zerbi, entrenadores italianos de juego de ataque y posesión. Si Jorge Valdano habló del “miedo escénico” en el fútbol, Franz Beckenbauer dijo que llegó la hora de los campeones del mundo de entrenamientos. “La definición de los jugadores que no se saben relacionar adecuadamente con el público es la de jugadores de entrenamiento -explicó a El País Beckenbauer, campeón del mundo con Alemania como futbolista y DT-. Luego están los futbolistas que en las prácticas tienen un perfil bajísimo y cuando se trata de desafiar al público entran al campo con un grado de excitación que les aumenta el rendimiento. No hay un futbolista que no tenga una cuota de vanidad artística, y eso está directamente relacionado con el público. El público te enfoca. Con las tribunas vacías, es difícil tomar conciencia de que hay un compromiso ante un espectador remoto”.

Este miércoles, en amistosos internacionales, Alemania y Turquía igualaron en tres goles, Italia despachó 6-0 a Moldavia, Polonia le ganó 5-1 a Finlandia y Francia, campeona del mundo en Rusia 2018, goleó 7-1 a Ucrania. Marcelo Roffé, psicólogo deportivo que trabajó 15 años con José Pekerman entre las selecciones de Argentina y Colombia, apunta: “La falta de público es material de estudio para los psicólogos del deporte. Creemos que el ‘efecto casa’ puede ser contraproducente en los equipos cuando hay público. Al no haber público, en la Bundesliga empezaron ganando los equipos visitantes porque también había equipos que jugaban de locales que con su público transformaban la presión en motivación. Para cada equipo y para cada jugador es distinto. Hay equipos que juegan mejor sin público y otros, peor. El fútbol no es una ciencia exacta y la psicología, tampoco”.

El aumento de goles con tribunas sin hinchas también se puede ver en la Copa Libertadores. Matías Conde, analista de datos en Analitica Sports, comparó los 373 partidos por Libertadores desde enero de 2018 hasta el parate por la Covid-19 con los 48 que se jugaron desde la vuelta. Subió la cantidad de goles por partido: de 1,49 a 1,71 en los locales y de 0,83 a 1,31 en los visitantes. River le ganó 6-0 a Binacional en Perú. Independiente del Valle, campeón de la Sudamericana, goleó 5-0 a Flamengo en Ecuador. Y en Brasil, Flamengo, campeón de la Libertadores, se desquitó: 4-0. Independiente del Valle también perdió 4-1 ante Junior en Colombia. “Hubo un montón de factores -dice Cristian Pellerano, capitán de Independiente del Valle-. Cuando fuimos a jugar a Junior viajamos con la problemática de los jugadores contagiados de Flamengo, y el grupo viajó preocupado. No es excusa, pero inconscientemente viajás diferente. A Brasil viajamos con un plantel diezmado, éramos 14 jugadores, nada más. Y aparte somos un equipo que intentamos proponer todo el tiempo, más allá del resultado final. La forma de jugar nuestra hace que nos expongamos por más que vayamos perdiendo por el hecho de ir para adelante. En desventaja, arriesgás más necesariamente y si el rival está fino y efectivo, suceden goleadas”.

Más allá de que son registros que pasarán a la historia con el asterisco de la pandemia y los estadios desérticos, defenderse ya no es negocio. Colgarse del travesaño no es espectáculo. Los dirigentes y los dueños del show quieren goles. “Tenemos que volver a los tiempos de glamour. Queremos volver a ser el mejor campeonato del mundo”, le dijo Paolo Dal Pino, presidente de la Serie A, a The Financial Times. Otros, de cualquier modo, insisten en la teoría del aluvión de goles en canchas sin hinchas. Prefieren creer en lo extraordinario. Y dicen que Aston Villa nunca hubiera goleado a Liverpool en el mundo que conocíamos.