Pasó más de medio año pero todavía cuesta creerlo. Y cualquier excusa parece ser buena para rendir un merecido homenaje. En el primer partido de la Selección argentina desde la muerte de Diego Armando Maradona, el 25  de noviembre pasado, también los hubo. El capitán Lionel Messi encabezó la inauguración de una imponente estatua de Diego, de cinco metros de altura y dos toneladas de peso, en uno de los accesos al Estadio Único Madre de Ciudades de Santiago del Estero.

En la previa del partido ante Chile por las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial de Qatar 2022, Messi junto al resto del plantel y el presidente de AFA, Claudio Tapia, participaron del acto donde se descubrió la estatua en homenaje a Maradona. Los futbolistas se bajaron del micro que los trasladaba para el estadio y presenciaron el acto, breve pero emotivo. También estuvo presente el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, quien recibió de regalo por parte de AFA una camiseta del seleccionado con el número 10 y su nombre en la espalda. En los últimos años, Santiago se volvió una sede habitual para los partidos importantes del fútbol argentino, producto del buen vínculo entre Pablo Toviggino, Secretario Ejecutivo de AFA, y Zamora.

La estatua fue realizada por el escultor cordobés Carlos Benavídez, radicado en Buenos Aires y presente en Santiago del Estero, quien contó que la obra fue realizada «íntegramente en bronce» con la intención de homenajear al ‘Gran Capitán’ de la Selección Argentina». El artista aseguró que la posición de Maradona en la escultura «es bien característica, con la pelota pegada al pie izquierdo» y que además está inspirada en «la época del ’86, que fue el tiempo de su mayor esplendor».

Instalada sobre un pedestal de un metro, la estatua está ubicada en el acceso Este del Estadio Único Madre de Ciudades, con vista al Río Dulce, que separa la capital santiagueña con la ciudad de La Banda, y a la avenida Costanera Norte que también lleva el nombre de Diego Armando Maradona.

Más sencillo aún fue el homenaje dentro del campo. Tanto los futbolistas como el cuerpo técnico salieron con una camiseta que llevaba el número 10 en el pecho y encima una imagen de Maradona como futbolista. En las horas previas, el rumor era que la FIFA había amenazado con sanciones, ya que por reglamento se prohíbe cualquier tipo de culto religioso, político o hacia una persona. Sin embargo el contexto ameritaba una excepción. Una vez que terminaron de sonar los himnos, los jugadores se quitaron la camiseta con el 10 para comenzar el partido. Apenas un gesto. Porque nada es sencillo en esta pandemia. Ni siquiera homenajear al más grande de todos los tiempos.