Martina Raspo usa las medias de Boca por su papá y la camiseta de San Lorenzo por su mamá. Juega de mediocampista por izquierda en el Club Tiro Federal y Deportivo Morteros. Es zurda. Tiene nueve años. Y un sueño: jugar por los puntos con el resto de sus compañeros, todos varones. Pero la Liga Regional de San Francisco, en Córdoba, se lo impide. “No podés jugar por ser mujer”, le dicen. Carolina Bulacio, la madre, presenta una carta junto a los entrenadores del club en la que pide modificar el estatuto. No les responden. La semana pasada, Carolina y Martina llevaron el reclamo al Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) en Buenos Aires, en el marco de una campaña de difusión. La Liga Regional de San Francisco, entonces, la aceptó. En paralelo, la FIFA recomienda “permitir el sistema mixto, al menos hasta los 12 años”, ya que “contribuirá enormemente al desarrollo del fútbol”. “Al jugar con los chicos -se lee en un dossier de la FIFA con recomendaciones acerca del fútbol inicial-, las chicas se crean una imagen propia más positiva, aprenden a confiar en sí mismas, son más conscientes de su habilidad”.

San Lorenzo y Vélez avanzaron el año pasado con el fútbol mixto entre los 3 y 12 años. En otros clubes de Primera División, como River, la brecha se mantiene entre 3 y 4 años. Boca, Racing e Independiente no tienen fútbol mixto. En Racing recién se formó la Sub 12 de fútbol femenino. En Vélez empezaron 2019 con nueve niñas y terminaron el año con más de una treintena, casi tres por categoría. “Lo abrimos porque las chicas que llegaban no tenían con quién entrenar. Al principio, algunos padres y madres no querían que jugaran con varones por miedo a que las lastimaran, pero con el tiempo vieron que se cuidaba a todos”, cuenta Carolina Gil Solari, delegada del fútbol mixto y femenino de Vélez. El domingo 4 de agosto, niñas y niños jugaron en el José Amalfitani en la previa de un amistoso del equipo femenino. El fútbol mixto a niveles iniciales fue una estrategia de desarrollo del femenino en Europa. En Argentina parece ser una batalla por dar. De las 220 ligas afiliadas a la AFA, entre 90 y 100 tienen fútbol femenino. El Consejo Federal diagrama un censo en el que tratará de determinar el estado de situación. La última que lo sumó fue la Liga Casildense, de Santa Fe. Lo hizo después del reclamo de la madre de Candelaria Cabrera, una niña de ocho años de Huracán de Chabás a la que le había impedido jugar con chicos. La Liga Casildense, al mismo tiempo, debió extender el mixto hasta los 12 años.

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(Foto: Edgardo Gómez)


La historia del Centro Deportivo y Recreativo Villa Argüello hubiera sido muy diferente sin Belén García. Cuando en 2010, a los ocho años, se acercó al club de la localidad de Berisso, en las afueras de La Plata, sembró una inquietud: Villa Argüello no tenía fútbol femenino, y no había niñas-jugadoras. Los vecinos que manejan el club le pidieron permiso para que Belén jugara con los chicos a la Liga de Asociaciones de Fútbol Infantil de la Ribera. “No”, le respondieron, y le ofrecieron una alternativa: “Que se haga pasar por un varón con un carnet falso”. Después de presentaciones en la Justicia, con el apoyo de la Comisión Provincial por la Memoria y el Fuero Penal Juvenil, organizaciones en defensa de los derechos humanos y de la niñez, Belén empezó a jugar. Y se convirtió en una pionera. Villa Argüello instauró el fútbol mixto en las categorías infantiles. “Lo que pasa es que no hay ligas infantiles de fútbol femenino; empiezan a jugar recién a los 12, 13 años, y antes no tienen un lugar. Son años y años de ventaja en formación y coordinación con respecto a los varones”, marca Juan Manuel Bruno, dirigente de Villa Argüello.

Belén García, la niña que se presentó en el club porque quería jugar a la pelota, tiene hoy 18 años. Mediocampista central, jugó en la Liga de Santiago del Estero y fue tres veces campeona con Ni una menos Fútbol Club. Otro orgullo, dice Bruno, es Alma Tunez. Jugó en Villa Argüello y, en la actualidad, integra el plantel de Villa San Carlos, club de la Primera División femenina, y es parte de la selección argentina Sub 17. En Villa Arguello juegan hoy cerca de 90 menores: 20 son chicas. El club se planteó otro desafío: que las categorías tengan 50% de chicos y 50% de chicas y que en los cuerpos técnicos también haya entrenadoras. Cuando el fútbol mixto empezó en Villa Argüello, un representante de otro club les llegó a decir: “¿Y si les tocan la cola?”. “Eso -dice el dirigente Bruno- pasa sólo en la cabeza perversa de un adulto”. Y traza un panorama a nivel sudamericano: “Si lo comparamos con Chile o Uruguay, Argentina está muy atrasado a nivel cultura deportiva. En esos países las ligas infantiles son mixtas, no hay grieta. Acá no hay regulaciones a las ligas infantiles, que son privadas. El Estado debería intervenir y regularlas, porque no se aplica la Ley de Niñez. Son apreciaciones personales”.

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(Foto: Prensa Vélez Sarsfield)

En Argentina, el Estado no regula a las ligas infantiles en relación a la participación de niños y niñas en un mismo equipo, como sucede en Uruguay con la Organización Nacional de Fútbol Infantil (ONFI), que funciona bajo la órbita de la Secretaría Nacional del Deporte. La ONFI baja línea a favor del fútbol mixto y aspira a que los equipos sean conformados mitad por niños y mitad por niñas. En Estados Unidos, país campeón en el último Mundial femenino Francia 2019, el fútbol no está monopolizado por hombres: no se separan a niñas y niños hasta los diez años. Inglaterra elevó el año pasado el límite de fútbol mixto: de menores de 16 años a menores de 18, con el aval de la UEFA. En un extremo se ubica Dinamarca: no hay límites de género. “El deporte es el último bastión del machismo -dice Claudio Tamburrini, filósofo argentino radicado en Estocolmo, autor de ¿La Mano de Dios? Una visión distinta del deporte, libro en el que expone diferentes dilemas éticos en torno al fútbol, como la práctica mixta-. Se segrega a los deportistas sexualmente aun en disciplinas en las que no existen razones para hacerlo, y las competiciones con equipos mixtos son escasa minoría”. El juego mixto, acaso en un futuro no tan lejano, puede ser la gran discusión del fútbol.

Del Nuevo Gasómetro a la Quinta de Olivos

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En 2018, antes de que demandara la profesionalización del fútbol femenino después de que fuera desvinculada de UAI Urquiza, la jugadora Macarena Sánchez abrió el debate en Twitter: “¿El fútbol debería ser mixto en todas las divisiones?”. La actual futbolista de San Lorenzo aclaró, de entrada, que decir que el hombre era más fuerte que la mujer no era un argumento. “La mujer -explicó- tiene las condiciones para enfrentarse a cualquier hombre. Soy consciente de que hoy no se puede hacer porque no está al mismo nivel. Pero en un futuro, cuando las mujeres tengan el mismo entrenamiento que los varones desde los niveles iniciales y en escuelitas, sí va a poder ser”. A fines de 2019, Maca Sánchez jugó un fútbol mixto en la Quinta de Olivos, con el presidente Alberto Fernández como arquero. Y le metió un gol. Además de pionera de la profesionalización del fútbol femenino, desde fines de diciembre es la directora del Instituto Nacional de la Juventud, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social.