Por primera vez desde la aparición de Juan Martín del Potro, en 2008, la Argentina tiene un tenista menor de 20 años en el top 100 del ránking de la ATP. Mejor dicho: tiene dos. Juan Manuel Cerúndolo, 20 años, está en el puesto 90. Sebastián Báez, también 20, está en el puesto 99. Báez, bonaerense de San Martín, y Cerúndolo, porteño, transitan los mismos caminos desde hace más de una década, cuando no pasaban los diez años de edad. Compitieron en categorías Sub 10, juniors, Futures, Challengers y hasta ganaron el Orange Bowl con diferentes edades. Este 2021 también compartieron el logro de meterse entre los 100 mejores y ser los primeros sudamericanos en jugar el Next Generation, el master de juveniles que la ATP organiza cada temporada. Cerúndolo había comenzado este año en el puesto 341. Báez, en el 312. Lo cerraron nominados para la ATP Awards como irrupción del año debido a su ascenso en el ránking. Y con un agregado más en el horizonte: en el Australian Open del próximo mes jugarán desde el cuadro principal por primera vez en un Grand Slam.

El espectacular ascenso de Cerúndolo en 2021 comenzó bien temprano en el año, cuando sorprendió con su victoria en el ATP 250 de Córdoba, en febrero: aunque no había ganado nunca un partido del circuito ATP, encadenó cinco triunfos seguidos y se coronó campeón. Además, este año ganó tres Challengers. Báez, en tanto, acumuló seis títulos en Challengers y llegó a meterse en las semifinales del Next Generation. Báez, que fue número 1 del mundo en juniors en 2018, diestro, mide 1,70 m. Cerúndolo, zurdo, mide 1,83 m. Ambos con revés a dos manos, son el típico exponente del tenista nacional criado en canchas de polvo de ladrillo, con un juego más técnico que agresivo.

Si desde los triunfos de Guillermo Vilas que en el mundo se habla del tenis argentino como un “milagro”, esta camada ilusiona con seguir dándole cuerpo a esa maravilla. A ellos dos se pueden agregar Francisco Cerúndolo (23, hermano de Juan Manuel), Thiago Tirante (20) y Román Burruchaga (19, hijo del futbolista campeón del mundo en México 86). “Es una camada realmente interesante, me encanta. Me hace acordar a la nuestra por esa frescura y esa rebeldía que tienen, esa falta de respeto en el buen sentido. No le tienen miedo a nadie. La materia prima que tenemos es enorme; por eso lo veo bien al tenis argentino”, dijo Guillermo Coria en su presentación como nuevo capitán de la Copa Davis.

Cuando Coria dice “la nuestra” se refiere a la camada que brilló a comienzos de siglo, con su techo en aquella semana inolvidable en Roland Garros 2004, cuando David Nalbandian, Juan Ignacio Chela, Gastón Gaudio y el propio Coria coparon los cuartos de final del aquel Grand Slam, que tuvo la histórica definición entre Gaudio y el Mago. Ahora, Coria sucedió en la silla de capitán de la Copa Davis al Gato. Y buscará potenciar a estos nuevos talentos: la semana pasada, ya sin competencia ATP y con los jugadores en el país, Coria aprovechó para generar un partido de fútbol de camaradería y también para hacer algunos entrenamientos con vistas a la serie ante República Checa, en marzo de 2022. Báez y Cerúndolo aparecen en el radar. “Me siento muy cercano a ellos en edad, y se cómo llegarles”, dijo Coria, que compartió mucho tiempo virtual con ellos durante la cuarentena, ya que es un fanático de los esports al punto que tiene su propio equipo.

Una manera de explicar la aparición de aquella camada de principios de siglo que marcó una era en el deporte nacional, la Legión, fue las facilidades de competencia en el exterior que se generaron durante la década en la que en la Argentina un peso valió lo mismo que un dólar. Con las debilidades económicas y las pocas ofertas de torneos en Sudamérica por la pandemia, el contexto parecía darle la espalda al tenis argentino, que se aferraba a la presencia de Diego Schwartzman, hoy 13° del mundo. Por eso el 2021 de Báez y Cerúndolo, como lo había sido Nadia Podoroska en 2020 por el cuadro femenino, es una brisa de esperanza. “Los premios de los Challengers están muy bajos y poder ganar un poco más de dinero sirve para invertir y planificar mejor el calendario. Es una buena ayuda. Sé que esta situación puede motivar a otros tenistas sudamericanos, a muchos más chicos”, indicó Cerúndolo, el menor de una familia de deportistas: a los dos tenistas se le suma Constanza, de 21 años, que juega al hockey en Las Leonas.

Si algo faltaba para cerrar con ilusión este año esperanzador del tenis argentino la semana pasada llegó el mensaje de Del Potro, inactivo desde julio de 2019 por los dolores en su rodilla derecha que ya lo llevaron cuatro veces al quirófano. A los 33 años, el tandilense anunció en Instagram. “Sigo entrenando con todo, tengo días mejores que otros, pero siempre con la esperanza de regresar a la cancha a principios del año que viene. Sería muy especial volver en Buenos Aires y luego también jugar en Río. Trabajo con ilusión y esfuerzo para que podamos vernos acá. En las próximas semanas les iré contando cómo evoluciono”, dijo Del Potro, que comenzará el año en el puesto 755 del ránking. Pero eso, quedó demostrado con Báez y Cerúndolo, puede pasar a ser una anécdota en unos meses. «