Son sonidos que resultan familiares, a los que el oído ya se acostumbró a escuchar y la boca a pronunciar. Pero en la mayoría de los casos se conoce poco acerca de su orígen, algo parecido a lo que pasa con las calles. Hogares de clubes centenarios, los estadios de fútbol en Argentina esconden detrás de sus nombres historias desconocidas. Y que aún, pese a la pertenencia ya establecida, se discuten. El anuncio de la semana pasada de que Racing llamará Néstor Kirchner a su nuevo predio en Esteban Echeverría generó debate en la mitad celeste y blanca de Avellaneda. Un par de días después, la Comisión Directiva de Instituto de Córdoba decidió que esta pandemia no era el mejor contexto para votar el cambio de nombre de su estadio, de Juan Domingo Perón a Osvaldo Ardiles, campeón del mundo con Argentina en el 78. El revisionismo de los nombres de los estadios no es un mero asunto criollo: el Cadiz de España busca en estos días un nuevo nombre para el Ramón de Carranza, ya que debe adaptarse a la Ley de Memoria Histórica, y al contraalmirante Carranza lo acusan de denunciar por su ideología a vecinos gaditanos fusilados durante el franquismo. A continuación, un breve repaso del porqué de los nombres de cada uno de los estadios de Primera División.

Los dirigentes (13)

La mitad más uno de los 24 clubes de la (futura) Liga Profesional de Fútbol llevan en su estadio la figura de un histórico dirigente. Algunos, como Atlético Tucumán con José Fierro; Central Córdoba de Santiago del Estero con Alfredo Terrera; y Arsenal con Julio Humberto Grondona, homenajean a sus socios fundadores. Al Club Atlético Patronato de la Juventud Católica de Paraná (más conocido como Patronato) lo fundó el Presbítero Bartolomé Grella con la intención de atraer a los niños de la ciudad a catequesis y por eso el estadio lleva su nombre. Pero la mayoría reconocen a algún hombre que cambió el destino de su club: Norberto “Tito” Tomaghello fue quien logró afiliar a Defensa y Justicia a la AFA en 1977; Juan Carmelo Zerillo fue presidente de Gimnasia La Plata entre 1929 y 1932, cuando logró su único título en Primera; José Amalfitani, símbolo del dirigente deportivo argentino, fue quien imaginó en 1941 que esos terrenos pantanosos alrededor del Arroyo Maldonado podían ser la base del estadio de Vélez, que para ese entonces estaba descendido y había perdido su antigua cancha de Villa Luro. Los cuatro ciclos de la presidencia de Antonio Vespucio Liberti aún repercuten en River: en esos años se ganó el apodo de Millonario y mudó su cancha desde Alvear y Tagle hasta el barrio de Núñez, donde se levantó El Monumental, aunque su nombre oficial sea como el de aquel dirigente; Jorge Luis Hirschi, como se llama la flamante casa de Estudiantes en 1 y 57, fue un todoterreno: médico, goleador del ascenso a Primera en 1911, campeón en 1913 y luego presidente entre 1927 y 1932. El Nuevo Gasómetro de San Lorenzo lleva el nombre de Pedro Bidegain porque fue quien en 1928 quintuplicó la masa societaria del club y compró los terrenos de Avenida La Plata, que recuperó hace un año tras casi cuarenta años de exilio en el Bajo Flores. El Palacio Ducó se llamaba originalmente Jorge Newbery -presidente honorario de Huracán, homenajeado en el globo de su escudo-, pero la remodelación que llevó adelante su entonces presidente, el Teniente Tomás Adolfo Ducó, parte del Grupo de Oficiales Unidos (GOU) que derrocó a Ramón S. Castillo en 1943, le valió el cambio de nombre al momento de su inauguración, en 1947. El caso más curioso acaso sea el de Banfield, que homenajea a Florencio Sola, un empresario del juego al que se le comprobaron tres casos de sobornos a rivales entre 1939 y 1944, mientras era presidente, y al removieron de su cargo “por falta de ética deportiva para ser socio o dirigente de cualquier club afiliado a la AFA”. El nombre formal de La Bombonera también merece un apartado: hasta 2000 se llamó Camilo Cichero, el presidente que puso la piedra fundacional del estadio, pero Mauricio Macri eligió reabautizarlo como Alberto J. Armando, en memoria de quien fuera presidente de Boca durante más de 30 años.

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En el nombre del ídolo (3)

En los últimos años es una costumbre que gana consenso, al punto que aparece como un reclamo cotidiano en clubes donde el nombre de su estadio genera algún resquemor entre sus socios. El estadio de Newell’s, como la mayoría, tiene su nombre popular: el Coloso del Parque Independencia. Lo curioso es que hasta 2009 no había recibido una denominación oficial. Sus socios, en una encuesta en la que sacó el 90% de los votos, decidieron ponerle Marcelo Bielsa, en honor al entrenador que fue dos veces campeón con Newell’s y luego hizo escuela en todo el planeta. Un año después, en Córdoba, imitaron la medida: el gobernador Juan Schiaretti anunció que al Chateau Carreras, construido en el barrio homónimo para el Mundial 78, le cambiaban su nombre por el de Mario Alberto Kempes, el cordobés que fue la bandera para que la Selección Argentina levantara su primera Copa del Mundo. El estadio que los militares construyeron en Mar del Plata para el Mundial 78 lleva el nombre de José María Minella, histórico centrocampista nacido en La Feliz, pieza clave en los inicios de La Máquina y luego entrenador y multicampeón con ese equipo de River.

Con sponsor (1)

En La Paternal se erige el primer estadio patrocinado del fútbol argentino. En 2018, Argentinos Juniors decidió anteponer el nombre de una marca al de Diego Armando Maradona. Por eso a la cancha ubicada en Juan Agustín García y Boyacá se llama desde entonces “Estadio Autocrédito Diego Armando Maradona”. Aunque el naming sí ingresó en algunos recintos tradicionales de la Argentina como el de Obras Sanitarias, que entre 2006 y 2012 se rebautizó como Pepsi Music, o los más novedosos DirecTV Arena (en Tortuguitas) y Movistar Arena (en Atlanta), el fútbol aún parece cerrado a esa posibilidad. “Para el club el convenio por el naming fue positivo, sobre todo si se analiza el efecto de marketing y valor marca de Argentinos Juniors. Hubo algunas críticas dada la creencia de que desaparecía el nombre de Diego Maradona, pero con el tiempo y viendo que eso no sucedió, el balance en todo sentido fue positivo y, de hecho, otros clubes nos llamaron para saber cómo trabajar el tema”, explica Pablo Soro, exresponsable de márketing de Argentinos, y avisa: “Creo que la actual pandemia acelerará la búsqueda de nuevos ingresos para los clubes y me parece que el naming tiene un camino allanado en términos de usos y costumbres”. Para el gerente de márketing de uno de los clubes grandes el límite al naming no está en las tradiciones sino en la infraestructura de los estadios: la mayoría de las canchas tiene más de 60 años y no son un gran imán para las marcas, que apuestan por construcciones más modernas. Eso explica por qué algunos de los estadios de Brasil construidos para el Mundial 2014 o los nuevos europeos (Wanda Metropolitano, del Atlético de Madrid, o Emirates Stadium, del Arsenal) son conocidos por su nombre de empresa.

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Homenajes patrios (2)

El estadio de Racing no lleva el mismo nombre (Juan Domingo Perón) que los hinchas de Instituto critican, aunque también algunos socios lo miran de reojo. Conocido como el Cilindro, se llama estadio Presidente Perón. Inaugurado en 1950, fue construido durante el primer gobierno peronista, con créditos y facilidades conseguidas por el entonces ministro de Hacienda, Ramón Cereijo, fanático de la Academia. El propio Perón dio el puntapié inicial en el estreno. El estadio de Colón de Santa Fe se inauguró también durante el primer peronismo y luego de una visita ilustre pasó a llevar el nombre de Eva Perón. Tras el golpe de Estado de 1955, la dirigencia debió cambiar su nombre por el del Brigadier General Estanislao López, el caudillo que mandó en Santa Fe entre 1818 y 1838. Lo del Cementerio de los Elefantes vendría después, en 1964, cuando le cortó al Santos de Pelé un invicto de 43 partidos. Al estadio construido en Mendoza para el Mundial 78, donde Godoy Cruz hace de local, a veces se lo confunde con el de All Boys: uno se llama Malvinas Argentinas y el otro, Islas Malvinas. Su nombre original fue Ciudad de Mendoza, pero apenas pasada la Guerra de 1982 se decidió el cambio.

Geografía (2)

El estadio de Rosario Central es el único cuyo nombre popular coincide con el oficial: es el Gigante de Arroyito. Hace casi cien años (1927) que la casa del Canalla se levantó en el corazón del barrio rosarino Arroyito, a la vera del río Paraná, más allá de su remodelación para el Mundial 78. El estadio de Lanús también se ubica en el mismo lugar desde hace más de nueve décadas (1929), pero recién pasó a tener nombre oficial en 2004. Hasta ese entonces, sólo era La Fortaleza, como se lo conoce popularmente. Luego pasó a llevar el nombre compuesto de Ciudad de Lanús-Néstor Díaz Pérez. La primera mitad no requiere explicación; la segunda es en honor al dirigente que a finales de los 80 comenzó a torcer la historia del Grana, que venía de tocar fondo en la C.

Popurrí (2)

Casi en el centro de la ciudad de Santa Fe se levanta el estadio 15 de Abril, hogar de Unión. La fecha es la de la fundación del club, en 1907. Cuando Independiente encaró la remodelación de su histórico estadio conocido como la Doble Visera decidió que la nueva cancha debía llevar un nombre que elijieran sus socios. En una encuesta virtual Libertadores de América le ganó por apenas el 2% de los votos a Ricardo Enrique Bochini. En marzo pasado, justo antes de que la pandemia alterara todos los planes, el vicepresidente Pablo Moyano había asegurado que después de diez años de llevar el nombre Libertadores de América habían tomado la decisión de que el estadio de Independiente pasara a llamarse Bochini.