A Manolo Cadenas, cada tanto, los jugadores le piden que hable un poco más. «Hoy no me dijiste nada», escucha a veces el español a cargo de la Selección masculina de handball desde 2017. No es indiferencia ni distancia con sus dirigidos. Menos aun falta de predisposición. Es parte de la esencia del técnico nacido hace 65 años en León, España. «Soy un hombre de acción porque es lo que produce resultados. Yo los veo todo el tiempo: en el entrenamiento, en la cancha, en el partido», explica el conductor de Los Gladiadores que acumula más de 30 años como entrenador y 46 de vínculo con el deporte.

–¿Que es el handball?

–Es todo en mi vida. Es lo que me permitió desarrollarme. En el balonmano hay más que un deporte: hay relaciones estrechas con jugadores, staff técnico y directivos. Es un modo de vivir y genera relaciones que perduran toda la vida. Es una pasión que tenía de joven: siempre quise dedicarme a esto para la vida y lo he logrado.

–¿Cómo es pasar 46 años en la misma disciplina?

–Parecía impensable ser un profesional del handball. Pude lograrlo por la evolución en España y el mundo. Nunca había dedicado tanto tiempo como ahora que estoy en simultáneo con la Selección y el club Ademar León de España. Sigo apasionado: me gustaría ser entrenador cien años más.

–¿Qué tipo de conducción te identifica?

–La tarea debe ser ilusionar para que los jugadores den todo su potencial. Tengo que ayudar al grupo a superarse sabiendo que hay momentos de todo tipo: duros, tristes, alegres. Mi función es ilusionar y hacer que sea interesante cada momento, entrenamiento y partido.

–¿Qué te cautivó de la Selección?

–Tenía en mi retina los partidos del Mundial 2015 de Qatar al mando de Dady Gallardo. Si había un equipo que había jugado al máximo era Argentina. Era increíble verlos competir con equipos superiores y que los partidos se definieran en momentos finales por poca diferencia. Cuando llegué, veía la dificultad de mejorar un equipo que daba un rendimiento extraordinario. Intenté continuar esa labor de Dady y aprovechar la base que ya estaba. Traté de aportar mi experiencia en el alto nivel.

–Por primera vez vas a estar en unos Juegos Olímpicos.

–Es una experiencia nueva para mí. Como entrenador, siempre me toca generar pasión y motivación en los grupos, pero en este caso Los Gladiadores estaban a un nivel de deseo y pasión por encima del mío. Y me gustó gestionarlo. Salió muy bien, logramos clasificar a Tokio, estar en primer nivel y todo en condiciones económicas precarias.

–¿Cuál es el objetivo?

–Estar allí ya era un logro. Ahora estamos en un problema mayor porque tenemos que ser mejores de lo que hemos sido hasta ahora. Vamos a tener equipos superiores y el objetivo es ser competitivo. Hay que seguir manteniendo vivo el sentido de ser osados y de creer que se puede ganar ante equipos superiores.

–¿Qué te sorprendió del jugador argentino?

–Cómo se implica y se involucra en todo. Todos tienen opinión, reflexionan sobre lo que hacemos los entrenadores y eso también hay que manejarlo como entrenador. Es meritorio y también entraña una discusión porque se pone en discusión la filosofía de los entrenadores. Me ha gustado mucho atravesar ese proceso. Otra característica es la confianza para enfrentarse con menos miedos a equipos más grandes. Al argentino también le gusta hacer cosas extraordinarias mientras juega.

–¿Cómo fue tener que dar más explicaciones?

–Te sientes más cómodo cuando nada se cuestiona. Pero te obliga a más de ti porque tienes que convencer de cosas. Yo les dije algo muy simple: miro lo que hacen los mejores del mundo y trato de enseñarlo. Conozco cómo funciona el alto nivel, los grandes jugadores y los equipos e intento copiarla.

–¿Diego Simonet está a la misma escala que Lionel Messi?

–Cuando alguien está por encima del resto, hay comparaciones. Para el mundo del handball está a la altura de Messi, pero no es un deporte tan mediático. Tiene menos publicidad. La magia del deporte es ver a un jugador haciendo cosas que para otros son imposibles. Diego ya nos había hecho ver a todos lo máximo cuando fue campeón de Europa y MVP con la dificultad de ser un jugador argentino surgido en otras condiciones.

–¿Cuánto ayudaría la profesionalización del handball en Argentina?

–No parece cercano ni que estén las condiciones. Pero pueden cambiar de repente. Para la evolución de cualquier deporte da un gran impulso. Ahora los jugadores tienen que migrar y eso no ayuda.

–Estás en León por tercera vez en tu carrera. ¿Cuánto ayuda?

–Cuando tienes tiempo puedes crear una filosofía de juego competitiva. La única posibilidad es tener trabajo continuo. Acá pude conseguir mi mejor momento como entrenador por el tiempo que he pasado dirigiendo.

–¿Se aprende más en la derrota o la victoria?

–Cuando estás en crisis surgen las ideas, la inventiva y la motivación. Siempre hay duelo, pero después la respuesta es buscar soluciones y formas de volver a vencer.