La primera línea del PRO arrancó la última semana muy excitada por el triunfo del conductor Fabián Doman en las elecciones de Independiente. Al único que le faltó tuitear fue al expresidente Mauricio Macri, que por esas horas se preparaba para anunciar su nuevo libro. El resto de los dirigentes, los que conforman la mesa chica partidaria, no se privó de celebrar el final de Hugo Moyano como presidente del club. Tres de ellos llamaron la atención porque ni siquiera son hinchas de Independiente. María Eugenia Vidal es de Boca, Horacio Rodríguez Larreta es de Racing y Jorge Macri es de River. Pero a todos les agarró un repentino interés rojo.

La exgobernadora bonaerense y actual diputada por la Ciudad de Buenos Aires fue la más audaz en su mensaje por Twitter. Allí citó un posteo de su compañero Cristian Ritondo, el armador de la lista ganadora, y escribió: «Vamos a terminar con cada uno de los negocios de las mafias sindicales. La Argentina de las patotas se termina en 2023». ¿Acaso Vidal observa en las elecciones de Independiente un anuncio de lo que pueda pasar en el país el año que viene? ¿O sintió propio el triunfo porque detrás del armado electoral en el club de Avellaneda también se movió su pareja, Enrique Sacco?

En la mañana del lunes posterior al triunfo, durante una recorrida por distintas radios, Doman se despegó con bastante contundencia de estas celebraciones. «Esto no es una victoria de PRO –dijo el nuevo presidente de Independiente–. Si alguien quiere subir esto a una lectura política partidaria, chicos, búsquense elecciones para ganar ustedes, no me metan a mí». Sin mencionar a nadie, en conversación con María O’Donnell, sostuvo que quizá gente del PRO quería mostrar un éxito pero que la elección sólo tenía un eje deportivo e institucional. 

Ritondo fue el mentor de la lista de Unidad CAI. Eso explica su protagonismo en los festejos del domingo, sentado al lado de Doman a pesar de haberse anotado en la nómina sólo como representante de socios porque su objetivo en 2023 es ser gobernador de la provincia de Buenos Aires. Para esa lucha, el presidente del bloque PRO en Diputados quizá tenga dos aliados a los que ahora también tiene en Independiente. Uno es Néstor Grindetti, intendente de Lanús, y nuevo vicepresidente del club de Avellaneda. El otro es Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero, flamante asambleísta rojo.

Como siempre hay matices en los clubes, Carlos Montaña, exfuncionario de Alicia Kirchner en Desarrollo y actual de Sergio Berni en el ministerio de Seguridad bonaerense, también acompañó a Doman. Lo mismo que Ricardo Cirielli, secretario general de la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico (APTA). Ambos formaron parte de la última gestión de Moyano. Ritondo se alejó antes pero también fue vocal del gobierno moyanista durante la primera parte. 

Los clubes tienen estas características, sus listas suelen ser transversales. Por eso no podría haber lecturas partidarias en sus elecciones. El sentido del voto de los socios de Independiente fue darle fin a la era Moyano. La lista que encabezó Javier Mazza, que auspició el dirigente camionero aunque no formara parte de ella, terminó en el tercer lugar superada por Claudio Rudecindo. No hay un voto macrista pero puede haber un aprovechamiento macrista.

En los clubes hay política, es parte de su buena salud cuando hay democracia interna. Y hay dirigentes y militantes que forman parte de la política general y de los clubes en particular. Nada nuevo sería eso. Dirigentes peronistas presiden clubes. También lo hicieron dirigentes radicales. Desde los caudillos territoriales a principios del siglo XX, en los tiempos de las fundaciones, políticos de distintas tradiciones fueron influyentes en distintos clubes. Pero la identidad que prevalece es la del club, la militancia es por el club.

Después están los dirigentes que luego pegan el salto hacia la política. En Boca nació el PRO. Mauricio Macri se nutrió en sus inicios, incluso, de dirigentes peronistas. Roberto Digon, que luego lo enfrentó, formó parte de su gestión. Jorge Amor Ameal también formaba parte de ese espacio y llegó así, por la muerte de Pedro Pompilio, a la presidencia, el único interregno no macrista en 24 años. El club fue colonizado por el PRO y tuvo que mover políticamente el máximo ídolo en la historia del club para desplazarlo. Juan Román Riquelme, aunque encabezara la lista Ameal, fue el que terminó con esa historia. «Volvimos a ser un club de fútbol», dijo.

Cuando lo que controla es un aparato externo el club pierde su rumbo esencial y dificulta la democracia interna. No se trataba de un partido político sino de un sindicato, pero también los socios de Independiente veían cómo en los últimos tiempos los asuntos de su club se resolvían en la sede de Camioneros. Eso pusieron en cuestión en la última elección. Los que votaron en ese sentido estarán atentos a las intenciones del PRO, un sector que suele acusar a otros de partidizar los debates públicos, las escuelas, los clubes, la vida en general. Pero que no le molesta hacerlo. «