Las señales negativas para la delegación ecuatoriana comenzaron temprano, cuando Juan Francisco, un periodista enviado a cubrir el partido en Buenos Aires, mostró involuntariamente a una colega compatriota en la cama de su propia habitación, un video que, alertado por un compañero no tan compañero en los estudios de TV en Guayaquil –pero con innegable vocación de relator al reaccionar “hay alguien sin ropa, cuidado”-, se viralizó de inmediato. A los consecuentes problemas conyugales a la distancia para el cronista le siguieron, ya por la noche, la derrota de la selección de Ecuador a partir de una nueva obra maestra de Lionel Messi, para quien no hay palabras que estén a su altura.

Las Eliminatorias Sudamericanas con precios europeos –aunque al mismo tiempo hay cosas que no tiene precio, y una de esas es ver a Messi en vivo y en directo– comenzó con un triunfo 1 a 0 de Argentina ante Ecuador en un partido más parejo de lo imaginado y recién destrabado a 12 minutos del final por un tiro libre del número 10, a quien calificarlo únicamente como futbolista es menoscabarlo. Messi parece una compensación divina para que los millones que sufren en el país tengan un regalo cada vez que se calza la celeste y blanca.

La noche terminó con gritos de “dale campeón” y sobre el final pudo haber sumado un segundo gol pero fue brava. Ecuador, que puso el partido a la misma temperatura que el frío de la noche, no es un rival sencillo. A su clasificación para el último Mundial, el de Qatar –donde no pasó primera ronda pero le empató al Países Bajos del siempre enojado pero cada vez más delirante Louis Van Gaal-, debe sumársele un buen presente de sus clubes en las competencias internacionales, los únicos que, entre tantos brasileños y argentinos, se infiltran cada tanto en las semifinales de la Libertadores y Sudamericana –Independiente del Valle, Barcelona o Liga de Quito-.

Cuando todos esperaban una goleada, Argentina apenas creó peligro en el primer tiempo, por lo que Lionel Scaloni comenzó a rotar posiciones: Alexis Mac Allister se reubicó como volante central y Enzo Fernández –campeón del mundo pero debutante en Eliminatorias- pasó más adelante. El público, tan diferente a los hinchas de “cancha”, recién se despertó en los últimos 5 minutos, cuando una buena ráfaga final terminó con el remate de Lautaro Martínez en el travesaño, otra señal de un devorador del gol que trasladó su mala racha del Mundial Qatar 2022 a este comienzo de Eliminatorias.

Por si lo había olvidado, pronto Messi –en sus sextas Eliminatorias, récord mundial junto a otros 12 futbolistas- volvió a comprobar que los rivales en Sudámerica, con más hambre y menos Hollywood, marcan más y mejor que en la MLS. Todo lo electrizante del comienzo, esos abrazos entre los campeones del mundo tras el conmovedor himno de Abel Pintos, se diluyó en buena parte durante los primeros 45 minutos, aunque en las tribunas del Monumental nunca dejaron de superponerse las historias hermosas, incluso en contradicción con una medida tan antipopular –y protegida por la mayoría de los medios- como el AFA ID.

Foto: Alvarez Julian/Telam

Entre tantos ejemplos, en la Centenario Baja estaba Pedro, un muchacho cordobés de General Deheza que, a sus 24 años, vino a Buenos Aires por segunda vez, 14 años después de una visita ya lejana de 2007. Si aquella vez le tocó ver nevar, esta vez pagó 24.000 pesos de la categoría bronce y 19.000 pesos por una entrada popular para ver a los campeones y, claro, a Lionel Messi, que -como una nevada en Buenos Aires- también es un fenómeno único, excepcional, un videojuego en formato humano, y que si no ocurre una vez cada cien años es porque también vimos a Diego Maradona.

A la vez, en las inmediaciones del Monumental –mientras los que se ganan el pan de cada día pedían “a voluntad” una foto con una réplica de la Copa del Mundo-, también quedaban historias de las que duelen. Una pareja de Puerto Madryn que llegó tarde 20 minutos al estadio para validar el QR -se les demoró el avión desde Chubut- no pudo entrar a un estadio que, encima, no estaba lleno sino al 95%. Ambos lloraban sobre avenida Lugones como si fueran franceses el 18 de diciembre de 2022.

Ya en el segundo tiempo, Argentina se activó y en pocos minutos generó tantas situaciones como Ecuador también se animó a su mayor virtud, el contragolpe, en especial a partir de un Enner Valencia -¿o era una gacela con camiseta amarilla?- que, a partir de su protagonismo en el reciente Inter-River por la Libertadores, ya sabía lo que era meter miedo en el Monumental. Pero claro, en este caso estaba un imperial Cristian Romero, reconocido por la gente al grito de «Cutiii Cutiii».

Entró Di María, el segundo ovacionado por el público, y Argentina se acercó aún más al gol, preanunciado por la multitud con un grito de felicidad cuando el árbitro colombiano Wilmar Roldán señaló la infracción en la medialuna del área ecuatoriana. Más que un tiro libre, pareció que había cobrado un penal. En la disyuntiva de la modernidad, si vivir el momento o filmarlo, la mitad del Monumental eligió encender sus aparatos y llevarse en sus teléfonos otro gol de Messi, el que abrió el resultado y lo ubicó junto a Luis Suárez como el máximo anotador de las Eliminatorias.

El camino será largo y, muy posiblemente –ojalá, de hecho-, con no demasiada emoción. Argentina volverá a jugar este martes contra Bolivia, en La Paz, por la segunda fecha de un torneo que ya tiene poco o nada de aquellas viejas Eliminatorias Sudamericanas, consideradas las más difiiles del mundo, al punto que Carlos Bilardo llegó a decir que era más fácil jugar el Mundial que conseguir la clasificación.

Con seis plazas directas y un séptimo lugar en el repechaje para los 10 participantes –entre los que están Bolivia y Venezuela, selecciones que sumadas sus 27 participaciones en conjunto, solo una vez pasaron las Eliminatorias-, el torneo a 18 fechas parece más una excusa para recaudar dinero por TV y entradas que una competencia con fines clasificatorios. Recién terminarán en octubre de 2025, cuando no sabemos si Messi seguirá en actividad.

En todo caso, roguemos para que, cuando se juegue la revancha de este Argentina Ecuador, ya por la segunda rueda en Quito, en septiembre del año que viene, ojalá no sea el clásico entre dos países con sus economías dolarizadas. El fútbol otra vez como lo más importante de lo menos importante.

Y en tren de quejarnos, en una noche fría, qué lástima que Argentina no jugó con camisetas de mangas largas, estéticamente más lindas pero sin uso desde 2011. Los candidatos a presidente deberían incluirlas en su plataforma electoral. Del resto, como siempre -y ojalá hasta 2026-, se ocupará Messi. Más que una clasificación al Mundial, estas Eliminatorias se parecen al tour despedida del genio.

Foto: Alvarez Julian/Telam