No se la mira. A la Copa no se la mira. Ese es el pacto –silencioso– del equipo. El capitán lo pidió: que no haya fotos, nada. Apenas una simple mirada de reojo, casi imposible de evitar, es el único contacto de los jugadores con ella. Y eso que cuando van a sacar, se asoma provocativa atrás. Pasa que la Copa Davis obnubila. Y a los argentinos más. Como la presencia de Diego, ahí, en las tribunas. Como las cuatro finales perdidas, como esa obsesión que sólo se va a cortar cuando por fin la tengan cara a cara, respiren y en ese último aliento la levanten. Suya. Esa foto no la tuvieron ni siquiera Vilas y Clerc juntos, tampoco la Legión Argentina en su época dorada, y hoy aparece como un sueño en la temporada que menos se esperaba porque el nivel de Juan Martín del Potro era una incógnita a comienzo del año y el resto del equipo no podía competir en un nivel cercano al de los mejores 20 del mundo. Pero la ilusión llegó y todavía está viva: aunque el 2-1 de la serie a favor de Croacia la ponga lejana, aunque las bombas de Marin Cilic e Ivo Karlovic sean incontrolables, aunque Croacia en Zagreb ya se sienta campeón, aún esa foto y la Copa están a dos puntos. Será sudor y lágrimas, de tristeza o gloria eterna. Hoy Juan Martín del Potro saldrá del hotel con una certeza: en sus manos, en sus muñecas –esas malditas que tanto lo frenaron– están las esperanzas argentinas. Hasta acá hizo lo que la lógica indicaba: ganar su partido ante Karlovic y perder el doble ante una pareja que, además de estar conformada por dos íntimos amigos, venía de derrotar a los hermanos Bryan. Lo de Delpo en la serie final es lo que siempre –desde el sillón– se le exigía: que juegue los tres días, contra su físico, para callar al que le cantaba pecho frío o al que decía que nunca dejaba todo por la Davis. Pero en verdad Del Potro hizo -siempre– lo que el equipo y el capitán creyeron mejor: esta vez y por primera vez, jugar los tres puntos. Si el desgaste del dobles le pasará factura para su single, si la estrategia no fue la correcta, si la Davis es ese torneo en el que se habla y se analizan variantes más de lo que se juega, entonces los de siempre saldrán a destruirlo como lo hubieran hecho si hoy decidían cuidarlo para mañana. Es cierto que, en la apuesta, Delpo y Mayer no pudieron quebrar ni imponer su ritmo ante una dupla que contó con un especialista en dobles como Dodig (11° del mundo) y una versión encendida de Cilic. Pero también es verdad que ellos eran favoritos con Delpo o sin él. El tenis es un deporte donde la lógica no se quiebra tan fácil y por eso hasta ahora en la final no hubo sorpresas. Y como marca la historia para los equipos argentinos, el dobles es ese punto que nunca se gana: este año, de hecho, se pudo festejar sólo un sábado, en cuartos de final ante Italia. El juego de a dos es un karma: Argentina siempre llegó 1-2 abajo al domingo en las cuatro definiciones. Pero esa lógica rabiosa sigue. Ante casi 4000 argentinos, Del Potro buscará hoy desde las 10 una victoria contra Cilic, el seis del mundo, que deje igualada la serie. El historial entre ambos juega a su favor: el tandilense le ganó 8 de los 10 partidos que jugaron (4-2 en cancha dura). Las similitudes en sus carreras son llamativas: los dos tienen 28 años, empezaron su carrera profesional en 2005 y fueron campeones del US Open; Cilic tiene 16 títulos y Delpo, 19. Son dos grandes sacadores, por lo que el de hoy será un partido tremendo en una final que es pareja. Es cierto que hasta acá Cilic jugó más tiempo que Del Potro, pero esos detalles en un top ten no suelen inclinar la balanza. El nivel que mostró el tandilense en este 2016, con triunfos ante Murray, Djokovic y Nadal, entre otros, invitan a ilusionarse y a creer que esta parada contra Cilic es ganable. El resto dependerá de cómo se sienta Del Potro, de cómo se rearme después del dobles, de cómo pueda devolver el servicio del mejor croata y de su derecha, siempre su mejor arma. Por eso, pese a estar 2-1 abajo, la sensación es la misma que la del jueves. Toda la serie está y estaba en sus manos y en su liderazgo, porque Juan Martín es simplemente el mejor tenista argentino y el único que hoy puede llevar a la Argentina a ganar la Davis. Aunque también es cierto que si cumple con su parte, todavía quedará el quinto punto que deberá conseguir otro integrante del equipo. En la previa, Orsanic se había inclinado por Delbonis (su récord ante Karlovic es de 1-3), pero ayer en Zagreb no estaba nada confirmado. Tal vez sea Mayer, como lo hizo ante Gran Bretaña para sellar el pase a la final, quien tenga la oportunidad de definir la suerte y la historia ante el gigante de 2,11 metros, con quien nunca se enfrentó. Y de ser así, será un partido en el que mejor cerrar los ojos porque las chances son repartidas. Pero ya sea Mayer, Pella o Delbonis, primero tiene que ganar Delpo. Sólo dos países lograron dar vuelta un 1-2 en una final: Rusia en 2002 y Serbia en 2010. No hay margen de error: o llega una doble victoria o la quinta final perdida. Y entonces, sí, mejor ni mirarla. Y levantarla. «

El dobles, una caída previsible

Sucedió lo previsible. Croacia le ganó a Argentina el dobles en la final de Copa Davis. Juan Martín del Potro y Leonardo Mayer, dos singlistas, perdieron con la pareja compuesta por Marin Cilic y el especialista Ivan Dodig por 7-6 (7-2), 7-6 (7-4) y 6-3. El equipo argentino sufrió al igual que en la semifinal de septiembre en Gran Bretaña, cuando Del Potro y Mayer perdieron con el especialista Jamie Murray y su hermano Andy. Llevaron los primeros dos sets al tie break, pero en los momentos decisivos los locales rompieron la paridad. Argentina tuvo el único break point del primer set, pero no lo aprovechó. En el tie break, Dodig-Cilic se adelantaron 3-0, y luego 5-1 por dos errores de volea de Mayer. En el del segundo set, Croacia se puso arriba 5-4, Del Potro falló una derecha y Cilic resolvió el punto con una volea, sin problemas. El tercer parcial no tuvo oposición argentina, ya que lucieron más que erráticos: un quiebre sobre el saque de Mayer en el séptimo game alcanzó y sobró. Y así, en el dobles, la serie quedó 2-1 para Croacia. «