Obsesionado por evitar cualquier incidente que altere el curso de la de por sí inestable economía local, el gobierno salió a ratificar el esquema cambiario hasta fin de año, cuyas previsiones difieren bastante de las expectativas de mercado.

«Lo que establece el esquema de política cambiaria es que se mantenga el ritmo de evolución hasta un promedio para el mes de diciembre de $ 102,40 por dólar. Consideramos que hoy tenemos las condiciones para que ese esquema sea consistente desde lo macroeconómico», dijo el titular del Palacio de Hacienda, Martín Guzmán, tras la reunión del gabinete económico del último miércoles.

«Nosotros vemos la estabilización cambiaria como un camino que requiere un enfoque integral. Hoy tenemos condiciones macroeconómicas más robustas que las del año pasado», dijo el ministro de Economía. Entre esas condiciones hizo alusión al cepo cambiario que disminuye la exposición a los capitales de riesgo, junto con la reestructuración de los bonos de la deuda pública y las negociaciones con el FMI, que reducirían la salida de dólares del país.

Esa cifra de $ 102,40 había sido planteada en el Presupuesto nacional en septiembre del año pasado, cuando se confiaba en que en todo 2021 la inflación orillaría el 29%. El pronóstico voló por el aire y pese a los esfuerzos oficiales, la suba interanual ya supera el 50%. De allí las dudas del mercado sobre las chances de cumplimiento del pronóstico sobre el valor del dólar. Como referencia, en la encuesta mensual que realiza el Banco Central, publicada este viernes, el promedio del pronóstico de las 48 consultoras y centros de estudios es que en diciembre la divisa estará en $ 107,10. Mientras tanto, en el Rofex, se pactaban operaciones a futuro con un dólar de $ 111,80 para fin de año.

El mercado oficial, se sabe, está dominado por el Banco Central, que puede manejar el precio casi a su antojo a partir de la obligación para liquidar exportaciones y de las fuertes restricciones a la demanda. En su último Informe de Política Monetaria, la entidad ya avisó que continuará con la «administración del tipo de cambio, propiciando que la dinámica cambiaria contribuya a consolidar el proceso gradual de baja en la tasa de inflación». En otras palabras, pisará la cotización para evitar cualquier traspaso a precios.

La contrapartida es el retraso cambiario en términos relativos. Según la pauta oficial, el dólar mayorista (a $ 96,91) solo tendría un margen de crecimiento del 5,6% hasta diciembre, mientras se espera que el conjunto de los precios siga subiendo a un ritmo del 3% mensual. Sin embargo, en el Central afirman que el tipo de cambio real multilateral (que compara el precio local con la evolución de las monedas de los principales socios comerciales del país) creció un 13% desde 2015 y está al mismo nivel que en agosto de 2018, tras la segunda oleada devaluatoria del macrismo. Por eso creen que hay margen para frenar su evolución sin afectar el superávit comercial.

De todas maneras, para muchos sectores ligados a las finanzas, la referencia no es el dólar oficial sino los tipos alternativos. En el sofisticado mercado del contado con liquidación y los MEP, la referencia es de $ 170, cifra sostenida con la venta de bonos por parte del propio Banco Central. Además, dan por cierto que la Comisión Nacional de Valores (CNV) reunió a agentes de bolsa para reducir al mínimo las maniobras extrañas y los «rulos» generados en las zonas grises de la legislación. En los bancos, los pocos individuos que califican para comprar 200 dólares por mes pagan $ 168, tras la aplicación de impuestos y percepciones. El blue, mercado pequeño pero que mide la «sensación térmica» de la calle, está a 178 pesos.

Por eso algunos economistas apuntan a la brecha cambiaria como fuente de inestabilidad en sí misma. «Los 97 pesos (actual cotización oficial) se sostienen con muletas, que es el control de cambios. Un cepo que hace que al lado del dólar a 97 haya otro dólar a 180», dijo Emmanuel Álvarez Agis. El ex viceministro de Economía, cada vez más crítico de la gestión oficial, pidió «apostar a tener un solo tipo de cambio, porque tener dos con una brecha del 80% o 90% hace que el país sea inviable». También la consultora OJF, de Orlando Ferreres, admitió que la suba en la inversión privada registrada en los últimos meses se debe en parte a distorsiones generadas por un «adelantamiento de las decisiones de compra ante la incertidumbre que genera la evolución de la inflación y el tipo de cambio». «