El déficit de cuenta corriente del país fue de U$S 28.003 millones en el año 2018. El monto representa el 6,2% del PBI. Si bien la cantidad se redujo levemente en términos nominales con respecto al año anterior, terminó siendo mayor en relación al producto debido al achicamiento de la economía medida en dólares.

La cifra, difundida por el INDEC este martes, representa el saldo de las transacciones económicas entre los residentes en el país y el resto del mundo. La contrapartida de esa salida de dinero hacia el exterior fue el ingreso de activos (principalmente para comprar títulos de deuda y acciones de empresas argentinas) por U$S 39.748 millones. La diferencia de U$S 11.795 millones entre ambos flujos corresponde a la variación de reservas internacionales del Banco Central.

Los números demuestran el grado de dependencia externa que sufre la economía argentina para poder funcionar. Sin embargo, la fuerte devaluación alteró la tendencia. Por eso en el cuarto trimestre el déficit bajó a U$S 2317 millones, la cuarta parte del rojo producido en los últimos tres meses de 2017. La reducción se debió, entre otros factores, al menor desequilibrio comercial (cayeron las importaciones y por primera vez en cuatro años hubo superávit en el rubro combustibles y energía) y al menor gasto por viajes al exterior. Sin embargo, los agentes extranjeros volvieron a llevarse abultadas rentas de inversión por U$S 4682 millones, de las cuales más de la mitad se debieron a inversiones de cartera.

Asimismo, el Indec estimó que el total de deuda externa al 31 de diciembre es de US$ 277.921 millones, de los cuales el 62% corresponde al gobierno, el 9% al Banco Central y el resto a sociedades privadas y hogares. La cifra creció en el último trimestre de 2018 en U$S 22.377 millones.

Según estudios privados, el rojo en la cuenta corriente se mantendrá este año, aunque no será tan abultado como en los años anteriores. La consultora Ecolatina pronosticó que 2019 cerrará con un déficit de U$S 13.500 millones, un 3,1% del PBI. “Asumiendo que se destraban todos los desembolsos del FMI –lo que prevemos pasará-, la cuenta capital y financiera alcanzaría un superávit capaz de acumular reservas. Sin embargo, producto de la dolarización preelectoral y los acotados grados de libertad del Tesoro Nacional y el Banco Central, la mejora de las cuentas externas no se traducirá en una mayor calma cambiaria”, señala el informe.

Superávit comercial y recesión

Por otro lado, el INDEC informó también este martes sobre la balanza comercial de febrero, cuyo resultado impacta en el resultado de la cuenta corriente: fue superavitaria en U$S 460 millones. Fue el sexto mes consecutivo con resultado positivo.

En estos seis meses, el factor clave que derivó en el superávit comercial fue la recesión que golpea a la economía argentina, ya que mientras el ingreso por las exportaciones creció un 3,7% respecto de febrero de 2018, los egresos por las importaciones cayeron un 22,9% en el mismo período.

Las importaciones en febrero disminuyeron en U$S 1192 millones respecto del mismo mes del año pasado, como consecuencia de una baja tanto de los precios (del 1,3%) como de las cantidades (21,9%).

En ese sentido, las importaciones de de bienes de capital cayeron la friolera de 32,6% y las de bienes intermedios, un 9,8% y las piezas y accesorios para bienes de capital, 18,2%. Este trío de rubros constituyen las tan mentadas inversiones que según el gobierno ya estarían llegando.

En tanto, las exportaciones en febrero fueron U$S 160 millones mayores respecto de febrero de 2018 por el aumento del 6,7% en las cantidades exportadas y una contracción de precios del 2,9%.

Las ventas externas de productos primarios crecieron el 1,2%; las de manufacturas de origen agropecuario, el 4,1%; las de origen industrial, el 5,5% y las de los combustibles y energía, el 3,0 por ciento.