Si la política juega en las decisiones del Fondo Monetario Internacional (y es bien sabido que es así), la aprobación del desembolso de U$S 3850 millones fue una fuerte señal de respaldo del organismo a la gestión de Sergio Massa al frente del Palacio de Hacienda. No sólo abundaron los elogios a las «decisivas acciones del nuevo equipo económico» sino que, en un gesto inusual, el directorio se adelantó a la próxima revisión del staff técnico y ya dio por alcanzadas las metas cuantitativas más importantes al 30 de septiembre. Esto reduce la próxima auditoría a una cuestión meramente formal y despeja la incertidumbre sobre el próximo giro de U$S 5700 millones, que tendrá lugar en diciembre.

Para ello la entidad aplicó la figura de «dispensas de aplicabilidad», utilizada cuando todavía no existen datos confiables para evaluar si el compromiso asumido fue cumplido o no. «Dado que la reunión del directorio ocurrió luego de que terminara septiembre, las dispensas de aplicabilidad también fueron aprobadas para dos de los objetivos de fin de septiembre en los que todavía no hay datos disponibles», señala la comunicación oficial de la entidad.

Lo que inclinó la balanza fue el éxito del dólar soja, el régimen especial de liquidación de divisas para el sector agroexportador que dejó en el Banco Central U$S 8126 millones, según informó el propio Massa. Eso dio vuelta la tortilla y transformó un segundo trimestre en el que la meta de acumulación de reservas no se había cumplido (el BCRA había quedado unos U$S 300 millones por debajo de lo establecido) en un tercero con un buen colchón, que puede ser todavía más mullido si la semana entrante ingresan los U$S 1200 millones de libre disponibilidad prometidos por el BID.

Está claro que el Fondo valoró el pragmatismo del que dio cuenta Massa con esta suerte de devaluación selectiva y temporaria. Asimismo ponderó que la quita de subsidios a la energía fuera más drástica de la anunciada en un primer momento, como también la renuncia expresa a recibir nuevos adelantos del BCRA para financiar el déficit.

Un nuevo niño mimado

Lo cierto es que el informe dejó a Massa como un niño mimado de Washington. «Las decisivas acciones del nuevo equipo económico fueron claves para estabilizar los mercados y comenzar a reconstruir la confianza», señaló la declaración oficial del directorio.

Kristalina Georgieva fue todavía más allá. «En respuesta a las disrupciones del mercado ocurridas a mediados de 2022, el nuevo equipo económico argentino adoptó medidas correctivas decisivas que están empezando a restaurar la confianza y la credibilidad política», dijo la titular del Fondo.

Eso no impidió que Georgieva recitara el habitual menú de recomendaciones para la Argentina, principalmente en el control del gasto público. «Es fundamental lograr los objetivos de déficit fiscal primario del 2,5 % del PIB en 2022 y del 1,9 % del PIB en 2023 para moderar el crecimiento de las importaciones, acumular reservas, fortalecer la sostenibilidad de la deuda y reducir aún más la dependencia del financiamiento del déficit por parte del Banco Central», remarcó la directora gerente.

Con ese respaldo, más los DEG que se están acreditando por estas horas en el BCRA (y que compensarán los que se usaron para cancelar los compromisos de septiembre con el propio FMI), Massa desembarcará esta semana en Washington para participar de la Asamblea Anual del FMI y del Banco Mundial, la reunión más importante que organizan ambas entidades, y de la cumbre de ministros de Economía y presidentes de Bancos Centrales del G20.

Claro que el ministro no tendrá tiempo de dormirse en los laureles. Un informe del Centro de Economía Política Argentina (Cepa) recuerda que en el último trimestre del año el gobierno «deberá continuar reduciendo la inercia fiscal (ya a un nivel más acelerado), moderando la emisión monetaria y acumulando reservas por otros U$S 1.700 millones». En particular, el análisis apunta a la demora en que incurrió el Fondo para girar esta remesa, que debería haber estado disponible antes del 21 y 22 de septiembre, cuando el gobierno tuvo que cancelar dos vencimientos con reservas propias. El fenómeno puede repetirse con la próxima revisión. «Si bien no es más que un descalce operativo, el mercado puede aprovechar esa ventana temporal para presionar al gobierno por una devaluación, por lo que contar con reservas extras al colchón del FMI sería de vital importancia», explicaron en el Cepa. «