Para los burócratas del Fondo Monetario, no hay manera de dolarizar en la Argentina. Esa opinión la basa en sus propios informes y en lo que intercambia con otras usinas de pensamiento, multilaterales, públicas y privadas.

Rodrigo Valdés lo explicó anteayer. El jefe del Departamento de Hemisferio Occidental del FMI dio dos argumentos: uno político y otro técnico. Fue en la conferencia de prensa que sostuvo en la ciudad de Marrakesh, Marruecos, en el marco de la asamblea conjunta del organismo y su par global, el Banco Mundial.

El argumento político es que la dolarización -y el candidato que la promueve, el ultraderechista Javier Milei- no tiene el soporte institucional necesario para sostenerse en el tiempo. Valdés dijo que para encarar los desafíos que representan la elevada inflación y la falta de reservas se «requiere primero un fuerte y creíble plan macroeconómico, e idealmente, políticamente apoyado por una fuerte mayoría”.

A renglón seguido, Valdés desautorizó a la dolarización como sucedáneo de un plan macroeconómico. «La dolarización no es un sustituto de políticas macroeconómicas sólidas”, dijo el funcionario del FMI.

Es decir, la dolarización no es un plan macroeconómico y no cuenta con respaldo político. El FMI, en definitiva, quiere gobernabilidad para llevar a cabo un programa.

La intervención del FMI en el proceso electoral argentino no debería sorprender a nadie. Es una herencia que dejó el gobierno de Cambiemos a cargo de Mauricio Macri, y que finalmente, ubicó a la Argentina como el principal deudor del organismo, con más del 60% de las acreencias del FMI en el mundo.

El Fondo ha dejado en claro sus preferencias electorales. En relación con Milei, lo recibió con gesto adusto en la videoconferencia del 18 de agosto.

Para limar asperezas y buscar un entorno más apacible, el banquero Juan Napoli viajó a Marrakesh y habló con Valdés antes de la conferencia de prensa. Napoli es candidato a senador nacional por La Libertad Avanza y organizador del almuerzo que convocó a un centenar de hombres de negocios en Mar del Plata, dos semanas atrás, para escuchar a Milei.

En relación con el oficialismo, el FMI ya demostró hace mucho su deseo de cambiar de interlocutor. En la última etapa obligó a Sergio Massa a devaluar a cambio de un puñado de dólares para que la Argentina no cayera en default con el organismo (algo que tampoco le conviene a la conducción de Kristalina Georgieva). Y ya manifestó su desagrado con los programas de alivio de los ingresos que lanzó Massa tras la devaluación por su impacto en los ingresos públicos. El FMI no acuerda tampoco con el congelamiento del valor del dólar oficial ni la reducción de impuestos.

En cambio, la relación con Patricia Bullrich está mucho más aceitada a partir de las relaciones con Carlos Melconian, Hernán Lacunza y Luciano Laspina, entre otros operadores conocidos en Estados Unidos.

Al igual que el establishment local y el círculo rojo, que ya dio su bendición a la candidata de Juntos por el Cambio, el FMI cree que de allí pueden salir tanto el sustento político como el pna económico que precisa.

Junto con el Fondo, los grandes bancos también dejaron en claro que no respaldan una dolarización: lo hizo el IIF en una declaración de uno de sus directores, para quien la propuesta de Milei es inviable porque nop hay dólares y provocaría una recesión muy profunda.  «

Advertencia por China

Según el FMI, el mediano plazo no aparece promisorio como consecuencia del efecto contagio que podría llegar a tener la crisis del sector inmobiliario chino en el resto de Asia. “Lo preocupante es el débil crecimiento de cara al mediano plazo”, advirtió la subdirectora gerente del FMI, Gita Gopinath.

La número 2 del organismo señaló que los riesgos de nuevos shocks geopolíticos y financieros no pueden ser ignorados, especialmente en un mundo que está entrando a tasas de interés en niveles elevados por más tiempo del que se anticipaban.

En tanto, en elcierre del evento, Kristalina Georgieva anunció que un conjunto de países accionistas del FMI financiará con U$S 17.000 millones el fideicomiso para el crecimiento y la lucha contra la pobreza de los países más pobres (PRGT).