La conducción colegiada de la CGT formalizó esta semana la convocatoria al Comité Confederal a realizarse el viernes desde las 10 en el salón Felipe Vallese de la CGT Azopardo.

Si bien el temario es amplio, con ocho puntos que incluyen la elección del Comité arbitral que determinará los encuadramientos, toda la atención estará puesta en la definición de un paro nacional largamente meneado y postergado.

Otros sectores del movimiento obrero, como la CTA de Hugo Yasky y otras corrientes que militan al interior de la CGT unificada pero que no participan de la conducción, como la Corriente Federal de los Trabajadores (CFT), ya manifestaron su voluntad de ir a un paro pero lo condicionaron a que sea una medida de todo el movimiento obrero. Yasky declaró que «tiene que ser de todas las centrales». Héctor Amichetti, gráfico y dirigente de la CFT, dijo a este diario que «para que sea efectivo debería ser de todas las fuerzas». Sectores del moyanismo se pronunciaron en el mismo sentido durante la Marcha Federal del pasado 2 de septiembre.

La reunión del triunvirato de la CGT con la CTEP, CCC y Barrios de Pie operó como un abrazo de oso para poner bajo la órbita de la CGT el conflicto social de los trabajadores informales y los desocupados.

Así las cosas, la pelota quedó en el campo del triunvirato que es el que controla los votos para concretar la medida y disponer su modalidad.
Omar Plaini, diputado y dirigente de la CGT, se manifestó a favor de un plan de lucha aunque señaló que «el Confederal va a deliberar y dar mandato al Consejo Directivo que es quien tiene facultad para definir un plan de lucha».

El gobierno y las empresas tomaron nota y salieron esta semana a hacer lo que estuviera a su alcance para persuadir a los popes de la CGT a desistir de la medida.
A pesar de la intransigencia a la hora de flexibilizar las negociaciones tendientes a reabrir la paritaria, se mostraron dispuestos a explorar ángulos para conseguir el objetivo de impedir la medida o, al menos, transformarla en una movilización sin paro. Tanto el gobierno como el sector empresario son conscientes del malhumor social y de que un paro podría descomprimir esa presión; eso sí, férreamente controlado por la CGT.

La difusión de los datos de inflación de agosto, de un 0,2%, a pesar de estar sesgados por el fallo de la Corte que suspendió los tarifazos (la «inflación núcleo» fue del 1,7%), apuntaló la negativa del gobierno a reabrir las paritarias a pesar de que anualizada todavía se ubica en un 43 por ciento.

Con ese bagaje, el macrismo buscó tomar la iniciativa. El lunes temprano, aunque fuentes sindicales consultadas por este diario desmintieron el hecho, se produjo una reunión entre los dirigentes de la CGT con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y el de Salud, Jorge Lemus, para avanzar en la negociación acerca de la integración de los trabajadores informales a la cobertura de las obras sociales sindicales con fondos provistos por el Estado. Además, el gobierno operó para arbitrar una solución en el conflicto de la empresa OCA con los camioneros de Pablo Moyano con el propósito de influir en ese sector, el más proclive del triunvirato a promover el paro nacional.

El martes fue el turno de la UIA, que recibió a los dirigentes de la CGT con el propósito de evaluar la coyuntura nacional. Juan Carlos Schmid, uno de los triunviros, expresó: «En la reunión hablamos de la preocupación que compartimos con la UIA y de ver cómo podemos construir una agenda común». Difícilmente, una agenda común entre la UIA y la CGT incluya un paro nacional.

Los dirigentes sindicales reconocieron que no plantearon la reapertura de las paritarias. Carlos Acuña, otro triunviro, puntualizó: «Coincidimos en el diagnóstico de que nos preocupan las suspensiones y despidos». El gobierno, por su parte, reunió también el miércoles a los referentes del agrupamiento alternativo a la CGT, el MASA de Sergio Sasia y Omar Viviani, con el propósito de restar representatividad al triunvirato.

Cualquier intento del triunvirato de la CGT por detener el paro deberá enfrentar las tendencias que lo impulsan: el reclamo por la reapertura de las paritarias docentes a partir de la iniciativa de seccionales de Suteba opositoras a la conducción oficial; el paro de los pilotos de Aerolíneas y Austral, también por el reclamo paritario; la Bancaria, que plantea un paro nacional; los docentes universitarios que se encuentran en estado de movilización; o la masiva movilización de estatales, judiciales y médicos bonaerenses que reclaman la reapertura de paritarias. El próximo martes 27 habrá un paro nacional de ATE, con alto impacto político y social que condicionará las deliberaciones de la CGT del viernes 23. «