Una encuesta realizada por Isonomía detectó que el consumo fue revalorizado durante la última década como un factor determinante en el humor social. Según la consultora, una de las favoritas del oficialismo, la correlación entre acceso al consumo y optimismo económico se quintuplicó entre 2004 y 2015.

En términos electorales, entonces, el consumo es la variable decisiva, por encima incluso de otros factores de peso como la inseguridad.

A un mes de cumplir el primer año de su mandato, la política económica de Mauricio Macri incrementó la inflación, la recesión, el endeudamiento, la destrucción del empleo y la pobreza. Por consecuencia, derrumbó el consumo.

El Gobierno necesita revertir cuanto antes esa realidad si quiere llegar con chances al duelo electoral de 2017. Pero en una insólita confesión, el propio presidente reconoció que no sabe cómo hacerlo. “¿Cómo se apuesta al consumo? ¿Cómo se resuelve?” les preguntó Macri a los periodistas de Clarín que lo consultaron, precisamente, sobre ese problema.

A pesar de la incertidumbre presidencial, el gobierno se dispone a inyectar entre 18 mil y 20 mil millones de pesos en los bolsillos enflaquecidos por la gestión PRO con un combo que incluye retoques en el impuesto a las ganancias y bonos de fin de año para pensionados y trabajadores estatales.

El abandono temporal del ajuste fiscal, uno de los pilares de la política económica macrista, es una muestra del nerviosismo que cunde en el gobierno por las consecuencias electorales de la recesión. La otra es el brote masivo de internas y disputas en un equipo que, hasta ahora, está lejos de ser un dream team.