El Banco Central podría quedar con algo más de U$S 5.000 millones “en mano” después que se efectivice el desembolso del Fondo Monetario Internacional (FMI) y se salden los préstamos tomados para mantenerse al día con ese organismo. Esas son las cuentas que sacan en el Ministerio de Economía, luego de la primera jornada de reuniones que Sergio Massa mantuvo en Washington.

En ese número se incluyen los ingresos por U$S 7.500 millones que el directorio del FMI se aprestaba a aprobar este miércoles, correspondientes a la quinta y sexta revisión del programa de facilidades extendidas suscripto el año pasado. Una parte debería haber sido girada en junio, aunque se demoró porque el staff técnico de la entidad consideró que no se habían cumplido las metas incluidas en el acuerdo. El resto iba a ser remitido en septiembre y se adelantará un par de semanas.

Ante la demora en girar esas partidas, que el gobierno se comprometió a utilizar exclusivamente para repagar el préstamo otorgado en 2018 a Mauricio Macri, el Banco Central echó mano a una parte de los yuanes que le entregó en depósito el Banco Popular de China. Al utilizarlos empieza a correr una tasa de interés, por lo que la prioridad será recuperarlos y reintegrarlos a las reservas.

Además, desde Economía pidieron un préstamo puente a la CAF (ex Corporación Andina de Fomento, ahora reconvertida en Banco de Desarrollo de América Latina) y otro al Fondo Soberano de Qatar, que aportó unos U$S 750 millones. Con esos montos se afrontaron los vencimientos con el FMI del mes de julio (U$S 2.700 millones) y los intereses trimestrales (casi U$S 800 millones).

Esas devoluciones suman unos U$S 4.000 millones, por lo que del desembolso del Fondo quedará en el Banco Central apenas la mitad del dinero. Sin embargo, la entidad capturó en las últimas semanas unos U$S 1.700 millones, tanto por las liquidaciones del dólar agro que rigió desde julio como por los saldos en las operaciones en el mercado mayorista, que en los últimos días empezaron a dar resultado positivo después de que el tipo de cambio se encareciera a 350 pesos por dólar.

Después de saldar todas las cuentas, en el gobierno se ilusionan con mantener unos U$S 5.000 millones que podrán servir para destrabar importaciones atrasadas, como para tener un cierto margen de intervención en el caso en que se dispare una nueva corrida cambiaria.

Lo cierto es que más allá de esas cuentas gruesas, los números del Banco Central están en rojo carmesí. De las reservas internacionales brutas, descontado el swap con China, los encajes de los depósitos en dólares del sector financiero y otros fondos indisponibles, el resultado líquido es negativo entre U$S 8.000 millones y U$S 10.000 millones, según la mayoría de los estudios privados. Eso explica el cepo a la adquisición de divisas, como también los mecanismos cada vez más ajustados de control de importaciones. Por ahora, aun si los desembolsos del Fondo Monetario retomaran su periodicidad habitual, las reservas líquidas seguirán siendo negativas.