Cuestionar los subsidios. Es una de las banderas levantadas por el macrismo para justificar los tarifazos energéticos. En principio, la postura del gobierno aparece como un mero producto de una mirada neoliberal. Sin embargo, un informe del FMI demuestra que las grandes potencias liberales aplican subsidios mucho más importantes a la energía.

Estados Unidos es un caso paradigmático. Destina U$S 277 per cápita al año (los valores que serán reflejados en este artículo son de la misma índole, a menos que se indique lo contrario) a subsidios al gas; Argentina, U$S 211. Para Argentina, el subsidio al gas es el más importante, mientras que para EE UU se mantiene muy por debajo de lo destinado al carbón (U$S 633) y al petróleo (U$S 1266). En total, EE UU gastó U$S 2176 por persona en subsidios energéticos en 2015; Argentina, U$S 413.

Las grandes potencias aplican la mayor parte de sus subsidios energéticos al petróleo y al carbón, mientras que son menores al gas. Son, además, las que mayor cantidad de dinero destinan. Alemania gasta U$S 146 en subsidios al gas y U$S 502 al carbón. En total, aporta U$S 684 a la energía. El gasto más fuerte del Reino Unido es el carbón: U$S 440, mientras que abona U$S 190 al gas; el total es de U$S 635. Australia paga un total de U$S 1260 (U$S 655 al petróleo, U$S 438 al carbón y U$S 166 al gas).

La realidad económica de cada país es, por supuesto, distinta y estos números están sujetos a diversas variables. Por ejemplo, los países desarrollados tienen impuestos vinculados al medio ambiente que explican buena parte del valor del subsidio. Aun así, estos números ayudan a entender cuál es el cuadro subsidiario en materia energética a nivel mundial.

El informe del FMI también traduce estas cifras al porcentaje de PBI que representan. Argentina destina el 3,25% al subsidio energético; EE UU, el 3,82%; Reino Unido, el 1,37%; Luxemburgo, el 3,24%; Israel, el 2,90%; Alemania, el 1,42%; Australia, el 1,96%, y República Checa, el 8,42 por ciento.

A nivel mundial, en valores de PBI, Argentina ocupa el puesto 68º, de 153 países, entre los que más subsidios aplican a la energía. A nivel sudamericano, Argentina se encuentra detrás de Venezuela (20%), Bolivia (6,77%), Ecuador (5,65%) y Chile (3,32%), y por delante de Colombia (2,97%), Brasil (2,35%), Paraguay (1,80%), Perú (0,84%) y Uruguay (0,45 por ciento).

En términos nominales, Estados Unidos es el país que más subsidios otorga, con más de U$S 18.286 millones invertidos anualmente en energía. Lo sigue China, con U$S 11.285 millones. Para Argentina, el gasto nominal es de U$S 540 millones.

El destino de los subsidios

La ruta de los subsidios no tiene como horizonte sólo la baja de la tarifa, sino que tiene una parada obligatoria en las empresas productoras. A nivel mundial, la enorme oferta y los mercados financieros reacios al riesgo provocaron una caída del 32% en el precio del petróleo. El precio del barril ronda los U$S 45, excepto en Argentina, donde el gobierno acordó un precio de hasta U$S 67 por barril y paga a las petroleras la diferencia. El precio del gas natural también bajó por este motivo. Sin embargo, el gobierno argentino pasó este año a pagar a las empresas productoras de gas U$S 5 por millón de BTU (una unidad de medida de gas). Hasta el año pasado, el gas local cotizaba en U$S 2,5 por MBTU.

Para el especialista en economía política Julio Gambina, el problema argentino no radica tanto en los números en sí mismos, sino en la estructura, que se distorsionó con las políticas neoliberales de los ’90 y nunca se le encontró una solución de fondo: «Argentina era autosustentable históricamente, con leve importación. Pero se distorsionó con la privatización, la convertibilidad y todo lo que siguió, sin modificar los contratos. Repsol agotó las reservas y no hubo inversiones en toda la cadena productiva. Hoy, se subsidia a las petroleras, como desde 2004. Es grave». Gambina explicó a Tiempo que «los subsidios fueron ingresados a los balances de las empresas y contribuyeron a sus ganancias. Fueron mecanismos de transferencias de recursos fiscales (sociales) a las empresas. Es urgente auditar eso». Con las políticas del gobierno anterior, los subsidios tenían dos destinos: los usuarios y las empresas productoras. Ahora, con el cambio tarifario, tienen sólo un beneficiario. «