El conflicto geopolítico latente entre las grandes potencias mundiales y materializado esta semana en la invasión de Rusia a Ucrania repartirá coletazos en todo el globo, en una magnitud que está por verse. En el caso argentino, los cálculos difieren sobre esos impactos, aunque sí hay consenso en que la energía y el agro serán tocados, lo que podría derivar en una mayor inflación.

En diálogo con Tiempo, Sergio Arelovich, economista de la Universidad Nacional de Rosario y coordinador del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE), explicó: «Argentina está fuertemente expuesta a los avatares de los flujos del capital dinero, a los niveles de la tasa de interés, a los precios de las mercancías exportadas con bajo valor agregado, a su industrialización trunca dependiente, a sus estilos de consumo empresarial y de hogares. Por lo tanto, los efectos de la inestabilidad capitalista a nivel global siempre nos pegan de lleno, a veces castigándonos y otras, creando escenarios de aparente tranquilidad y generando falsas expectativas».

Problemas con el gas

El jueves 24, cuando empezaron los ataques, el Dutch (mercado virtual de gas europeo) llevó el precio futuro del gas natural licuado (GNL) de marzo a U$S 46 por millón de BTU (MBTU, una unidad de medida). En la previa de los ataques, pero con la crisis en ciernes, rondaba los U$S 25 por MBTU.

Apenas un día más tarde, como los envíos de gas de Rusia no sufrieron ninguna baja ni siquiera en su paso por Ucrania, los mercados se relajaron y los precios retrocedieron a U$S 32 por MBTU.

Para Argentina, esta suba es un golpe duro, ya que el país importa unas mil toneladas de GNL por año. En las últimas semanas, IEASA (la ex Enarsa, responsable de las compras de gas al exterior) ya adquirió un barco de GNL a U$S 27 por MBTU. Para el especialista del Instituto de Energía Scalabrini Ortiz (IESO), Andrés Repar, fue una mala jugada. «Salir corriendo a comprar GNL a ese valor es una locura. A ese precio, Argentina gastará cerca de U$S 4000 millones en el año solo en GNL», advirtió Repar y agregó: «Los U$S 4,84 por MBTU para el gas producido acá también es insostenible. De los U$S 3,94 por MBTU del año pasado debería haber bajado, ya que se está produciendo más, pero nadie amagó a competir vía precio. Todo lo contrario. Es un circo».

Para Repar, «los costos son U$S 1,8 por MBTU aproximadamente. Si se pone a U$S 3 por MBTU, estamos hablando de un beneficio de un dólar por MBTU, que es muchísimo. Cualquier precio por encima de eso es plata dulce. Lo que pagamos hoy los usuarios está alineado con los costos reales».

El esquema comercial extiende los subsidios que paga el gobierno. En caso de sostener el congelamiento de precios para la producción, «de subsidiar el 55% se pasaría a subsidiar el 70%», lo cual va a contramano del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Luis Argüero, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Belgrano, indicó al respecto: «En un contexto de debate interno sobre los subsidios al consumo energético, el incremento en los costos de generación hará prácticamente imposible que estos subsidios bajen en términos reales en 2022».

Salida petrolera

En materia de petróleo, la cuestión es diferente. El precio del barril Brent (referencia internacional) llegó a U$S 102 el jueves y bajó a U$S 98 el viernes. «La suba del petróleo nos juega a favor. Se está exportando desde Vaca Muerta más de un barco por mes. Un barco grande carga 100 mil toneladas. Una tonelada son 6 barriles. A U$S 100 por barril, son U$S 60 millones», calculó Repar.

Si bien el flujo de dólares en esos niveles es positivo para el país, no quedará demasiado en manos del Estado: un 12% de regalías para las provincias productoras, más algunos impuestos nacionales. Pero las retenciones a la exportación de crudo se han eliminado.

«En este escenario, nadie quiere perforar. Se tendrían que disponer algunas medidas que fomenten la producción; condicionar la extracción de petróleo a la perforación para producción de gas», completó Repar.

Agroindustria

David Miazzo, economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), evaluó el escenario del sector agropecuario. «Rusia es el primer exportador mundial de trigo. Ucrania también es un exportador importante de trigo, maíz y aceite de girasol, cuyos precios ya se elevaron», analizó.

«Este tipo de ruidos dispara los precios de los minerales, metales preciosos y granos en general. La soja y el maíz están también impulsados porque se usan para hacer biocombustibles, que son una buena opción cuando se encarece el petróleo», explicó Miazzo.

Para el especialista, «Argentina no se beneficia tanto por la suba del trigo, aunque sí con el maíz y la soja. Esto viene bien para compensar la sequía y tal vez quedar un poco arriba, ya que los precios están en estos días un 10% por encima de lo habitual. Va a significar mayor ingresos de dólares, pero todavía no se puede cuantificar».

Miazzo advirtió que «por el lado negativo, están los fertilizantes. Argentina importa mucha cantidad. Ya estaban caros y ahora se van a disparar más porque se utiliza mucho gas para producirlos». «