Washington fue otra escala en el largo viaje de Martín Guzmán. El ministro de Economía se reunió con técnicos del Fondo Monetario Internacional para seguir puliendo los detalles del acuerdo alcanzado con la titular de la entidad, Kristalina Georgieva, y reanudar la relación entre las partes.

Guzmán llegó este lunes a la capital estadounidense, procedente de Riad, donde participó la reunión de Ministros de Finanzas del G-20. Apenas arribado, se dirigió a la sede del FMI. Según trascendió, allí se reunió con Julie Kozack, vicedirectora del Departamento para el Hemisferio Occidental, y Luis Cubeddu, enlace del organismo con la Argentina. Son los mismos funcionarios que visitaron Buenos Aires hace 10 días y que, antes de partir, declararon la deuda pública del país como “no sostenible” y pidieron una “contribución apreciable” de los acreedores privados para ayudar en un proceso de reestructuración. También participó Sergio Chodos, representante argentino ante la entidad.

Sobre el anochecer, luego del encuentro, se informó que fue de «trabajo técnico». Se conversó sobre el envío de una nueva misión del FMI, esta vez de carácter oficial y enmarcada en las revisiones anuales que estipulan los reglamentos del organismo. La reanudación de esas inspecciones fue arreglada por Guzmán y Georgieva en su encuentro del sábado en Riad.

Tal como anticipó Tiempo en su edición impresa del domingo, hay un principio de acuerdo para recomponer la relación bilateral, que había quedado virtualmente suspendida luego de que el programa stand by sellado en junio de 2018 volara con los aires ante la derrota electoral del macrismo. El gobierno podrá aplazar en tres años el inicio del pago de los U$S 44 mil millones que prestó el Fondo, cuyo cronograma de devolución arrancaba a mediados de 2021. A cambio se compromete a mantener el equilibrio fiscal en ese período, aunque se tolerarán desvíos mínimos para destinar a cuestiones sociales.

Lo que queda por resolver es cómo encajar ese esquema en los rígidos manuales del Fondo. La alternativa lógica sería reconvertir el stand by en un programa de facilidades extendidas (EFF por sus iniciales en inglés), que daría plazo de hasta 10 años para pagar lo adeudado. Pero para acceder, el país deudor debe comprometerse a una tutela muy estricta sobre gasto fiscal, apertura comercial y otras cuestiones estructurales de la economía local, sobre las que el gobierno de Alberto Fernández quiere mantener autonomía para resolver.

Por las dudas, Guzmán aprovechó su estadía en Riad para buscar apoyos de otras potencias. Al encuentro con el secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, le siguieron otros con representantes oficiales de Arabia, Francia, Alemania y Suiza. La declaración final de los ministros del G-20 pareció hecha a medida de las necesidades argentinas: “Reiteramos la importancia de los esfuerzos conjuntos emprendidos tanto por los deudores como por los acreedores, oficiales y privados, para mejorar la transparencia y la sostenibilidad de la deuda y alentamos esfuerzos adicionales para abordar las vulnerabilidades de la deuda”, dice el texto.

La gira del ministro continuará este martes en Nueva York, donde se entrevistará con banqueros, hombres de negocios e inversionistas. Allí se tratará el tema de la deuda pública con el sector privado. El objetivo del gobierno, para el cual ya consiguió el aval del FMI, es conseguir un período de gracia de tres años en el pago de intereses y realizar un canje de bonos con una fuerte quita de capital. Para ello será clave la relación con los fondos de inversión que tienen gran parte de los títulos emitidos por el país y que buscarán obtener un buen precio por esos papeles, que en los mercados secundarios hoy cotizan a menos de la mitad de su valor nominal.