El lunes, Carlos Acuña, uno de los triunviros de la CGT, declaró: «El paro no es contra nadie, es un desahogo». El dirigente lidera el sindicato de estacioneros e integra el triunvirato de la mano de Luis Barrionuevo. A la vez, es diputado provincial por el Frente Renovador, el mismo espacio político que llevó al congreso nacional a otro de los triunviros, el titular del gremio de la sanidad, Héctor Daer, identificado con el espacio de Antonio Caló.
El tercero, Juan Carlos Schmid, heredero del espacio liderado por Hugo Moyano, no tardó en contradecir a su par cuando, en una entrevista para C5N, señaló que «el paro es contra el trazado económico» y lejos de pregonar un supuesto «desahogo», señaló que si el gobierno «no altera ese trazado económico, va a aumentar la conflictividad». Con todo, evitó plantear un camino concreto de continuidad.

Lo que podría parecer una sutileza, viniendo de dirigentes que miden sus palabras hasta la obsesión, en realidad, a meses de las elecciones, refleja una diferencia sobre cómo abordar la relación con el gobierno por un lado y con la base de los sindicatos por el otro. Según trascendidos, además, el lunes se habría producido un fuerte enfrentamiento entre dirigentes de la central que almorzaban en Puerto Madero, cuando un sector sugirió que lo más prudente sería suspender la medida. El rumor se refirió a una interna entre «halcones y palomas» que convivirían en la conducción.

El clima de creciente movilización popular ratificado en la masiva Marcha Federal y la del viernes 24, evidentemente, dificulta la capacidad de maniobra de las supuestas «palomas» cegetistas que, además, necesitarían un gesto del gobierno para viabilizar el operativo.

Sin embargo, una fuente cercana al ministro de Trabajo señaló a Tiempo que «somos muy respetuosos de las medidas que tomen los trabajadores». Y agregó que «a pesar de que la Mesa del Diálogo y la Producción se interrumpió, hay diálogo permanente». De todas formas, reconoció, «no hay condiciones para restablecer el funcionamiento de la mesa antes del 6 de abril», dando por seguro el carácter irreversible de la medida.
Sobre los contrapuntos al interior del triunvirato, un vocero de uno de los sectores que militan al interior de la CGT pero no integran la conducción confiaron a Tiempo que «la grieta está y es enorme. Estamos trabajando ahí para que se convoque un próximo comité central confederal pegado y posterior al paro.»

Una fuente más cercana a la mesa chica de la conducción desmintió a Tiempo el choque ocurrido en Puerto Madero, pero reconoció que «hay gremios que están en paritarias y, cuando estás en esa negociación, quizás un paro general no es la mejor manera de encararla». De todas formas descartó que alguno de los sindicatos afiliados a la CGT pudiera no acatar la medida por ese motivo.

Sobre los matices discursivos de los triunviros, el mismo dirigente señaló que «no están confrontando. Las peleas que podemos tener se dan en un ámbito interno pero sobre la base de una decisión que ya está tomada.» Las diferencias, reconoció finalmente, se explican por «los tiempos que manejan unos y otros. Son los tiempos políticos del Frente Renovador. Schmid pertenece a otro sector. Aún no está decidido dónde va a jugar políticamente. Están tratando de unificar el discurso pero cada uno tiene que responder a una pata».

Uno de los principales dirigentes de la CFT, identificada con el kirchnerismo, señaló que «indudablemente hay diferencias en el triunvirato. No creo que todos estén convencidos de que lo mejor sea el paro. Puede aflorar que, después del 6, algunos sectores se sienten a negociar. Necesitamos que la estructura que unifica no se rompa.»

Por último, Hugo Yasky ironizó: «Si es cierto lo de (la pelea de) Puerto Madero, yo les recomendaría que vayan a almorzar a la Boca o a Parque Patricios. Hay algunos que deben trabajar horas extras para levantar el paro. Sería un delirio, la CGT quedaría en falsa escuadra de manera irremediable.» «