La devaluación del peso con respecto al dólar se traduce, entre otras cosas, en una escalada de precios; es decir, en inflación. Tan es así, que en los últimos días distintas consultoras económicas estiraron sus proyecciones de inflación para 2019, que rondan el 40 por ciento.

El impacto de la devaluación en los precios es tan inevitable como heterogéneo. Se puede hacer una división entre bienes y servicios o también entre los productos con impacto directo o indirecto.

Daniel Schteingart, especialista socioeconómico, explicó a Tiempo: «En general, se observa que los bienes suben más rápido que los servicios. En particular, los importados y exportables. Por ejemplo, una PC importada que cuesta mil dólares, la semana pasada costaba 40 mil pesos y esta semana, 44 mil». Los productos exportables, en tanto, se venden en dólares y los exportadores exigen el mismo precio al mercado local. «No es tan lineal –dijo Schteingart– pero la elasticidad es alta. Por eso, los alimentos subieron el año pasado por encima de la inflación general».

Entre productos importados y exportables se incluyen carnes, lácteos, vegetales, alimentos, bebidas, aparatos tecnológicos, automóviles, repuestos de automotores, calzado, entre otros. Lo mismo ocurre con los combustibles. El casi 10% de suba de las naftas que impulsó Shell desde ayer se justifica en el alza del dólar y del petróleo. El sector se mueve en bloque, e YPF ya anunció que sube sus productos un 5% desde hoy, al igual que Puma.

Otro traslado inmediato se observa en las tarifas de gas y de luz. Con el precio del gas en boca de pozo dolarizado, el ajuste en pesos es sólo cuestión de tiempo. El gas es también el insumo principal para la generación de energía eléctrica; aumenta el gas, aumenta la luz.

El impacto devaluatorio puede ser también indirecto y tardar meses en plasmarse. Siguiendo el ejemplo de los servicios básicos, al subir la luz suben también los costos de la industria electrointensiva, como la metalurgia, la siderurgia, el papel. Tarde o temprano, esa suba se trasladará al precio del producto. Lo mismo ocurre con el combustible, cuyo impacto en el transporte termina por trasladarse a productos. Algo similar ocurre con los servicios, que «van a subir en la medida en que haya una recomposición salarial», analizó Schteingart.

Victoria Giarrizzo, economista e investigadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA), aseguró a Tiempo: «A partir de la semana que viene, muchos comercios e industrias remarcarán precios porque ya están recibiendo productos con aumentos. También juegan las expectativas de futuras devaluaciones inminentes, que producen una remarcación de precios por cobertura». Trascendió que los supermercados subirán mañana entre el 5% y el 18% el precio de los lácteos como consecuencia de las nuevas listas de precios.

Según los datos del Indec, desde abril del año pasado, cuando comenzó la crisis cambiaria que derivó en una devaluación del 50%, los precios mayoristas se dispararon muy por encima de los minoristas. «Muchas empresas no tienen sus costos dolarizados, pero actúan como si los tuvieran. Se mueve el dólar y lo trasladan a precios. Esto se ve reflejado en la inflación mayorista. Los minoristas no terminaron de pasar ese aumento a precios por la baja del consumo y a eso hay que sumarle lo de este año. Por eso, es difícil pensar en una inflación menor al 40% para 2019», apuntó Giarrizzo.

Para la especialista, un cuarto frente de presión inflacionario «es que el gobierno no sacó el pie del acelerador en las tarifas y eso también va a pegar fuerte». «