La Unión Industrial Argentina (UIA) volvió a mostrar su preocupación por el ingreso de productos del extranjero. Esta vez lo hizo con una medida concreta: pidió al gobierno la adopción de medidas no arancelarias para disminuir el déficit comercial con Brasil, que en los siete primeros meses de este año trepó a U$S 4738 millones de dólares.

Lo que reclamó la UIA es algún mecanismo regulatorio que frene el aluvión. Hoy en día, cualquier persona o empresa puede traer mercadería del exterior, pagando el derecho de importación correspondiente, y eso es lo que los industriales pretenden evitar bajo el argumento de que el ingreso irrestricto daña la producción nacional y por consiguiente destruye el empleo local.

En el documento dado a conocer este jueves, titulado “Una respuesta posible: administración del comercio inteligente”, la entidad cargó contra el libre comercio. En ese sentido, propuso tomar el ejemplo de países desarrollados, en los que “prevalecen las barreras técnicas al comercio y las medidas sanitarias y fitosanitarias”, para lo cual puso como ejemplo a Estados Unidos, China y el propio Brasil. “El mundo se ha sofisticado en materia de administración del comercio. Hoy se utilizan las normas y estándares de calidad como barreras contra la competencia desleal y como otra forma de proteger mercados”, asegura el texto.

El recurso fue aplicado muchas veces a lo largo de la historia económica de nuestro país, aunque la llegada de gobiernos con tendencia liberal desarmaba esos mecanismos. Durante la crisis de la deuda externa, en la década del 80, era obligatorio presentar declaraciones juradas de necesidad de importación (DJNI) que debían ser aprobadas por el gobierno, pero el menemismo derogó ese sistema. Más cerca en el tiempo, el kirchnerismo limitó el acceso de las empresas a las divisas, lo que en los hechos frenaba las operaciones, hasta que la gestión de Cambiemos liberó el mercado cambiario.

Socios, pero no iguales

En el último año el rojo en la balanza comercial se profundizó: en lo que va de 2017 alcanza U$S 3428 millones, según la estadística que lleva el Indec. Pero a la UIA le preocupa sobremanera la relación con Brasil, el principal socio comercial de Argentina, ya que recibe el 15,6% de las exportaciones totales de nuestro país y es el origen del 24,6% de las compras externas, según los cálculos del Centro de Estudios de esa entidad. La retracción que sufrió su economía en los últimos años hizo caer su demanda y por el contrario, aprovechando el retraso cambiario de nuestro mercado, los productos brasileños empezaron a entrar en masa: en el acumulado enero-julio las importaciones de ese origen subieron 28,8% con relación al mismo período de 2016.

El desequilibrio es notable en el sector automotor, en el que ambos países acordaron un libre comercio hasta un coeficiente máximo de diferencia entre compras y ventas (flex) de 1,50, límite a partir del cual los importadores deben empezar a pagar impuestos. Sin embargo, aprovechando que el gobierno hace la vista gorda, las terminales argentinas superaron todos los límites: de cada diez autos nuevos que se venden en nuestro país, siete son brasileños. Eso explica que, según el Indec, el sector automotriz haya arrojado en lo que va de 2017 un déficit de U$S 2691 millones, el 57% del rojo acumulado con el principal socio del Mercosur.