Hoy, millones de argentinos decidirán mediante su voto quien estará a cargo de presidir los destinos del país en los próximos cuatro años.

La tarea no será sencilla en tanto la economía nacional se encuentra atravesada por múltiples contradicciones y condicionantes entre los que se destacan la incipiente recesión, la escasez de reservas, una inflación que anualizada supera los tres dígitos y una deuda en pesos (Leliq) que supera los $ 22 billones con intereses mensuales de 1,5 billones. El escenario se completa con elevados índices de pobreza e indigencia y salarios profundamente desvalorizados.

El grado de autonomía del próximo gobierno, además, estará fuertemente condicionado por el acuerdo con el FMI, que le impone metas muy concretas en materia de déficit fiscal, emisión monetaria y acumulación de reservas.

Del otro lado asoma un mercado de trabajo con altos niveles de empleo y un pronóstico generalizado de una mejora sensible en la balanza comercial a partir de la recuperación de la cosecha de cereales y oleaginosas y una sensible reducción del déficit en energía por la disponibilidad de gas de Vaca Muerta a partir del gasoducto Néstor Kirchner.

Actividad e inversión

Es cierto que es la inflación lo que, a priori, luce como el principal desafío que deberá enfrentar el próximo gobierno. Según el último informe del Indec, la suba de precios interanual que ya llega al 142,7% y, según los pronósticos del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central, para diciembre llegará hasta el 185 por ciento.

La inflación suele ser la contracara de una economía en crecimiento. No es el caso. Uno de los datos que emergen en el último período es la fuerte contracción en la que ingresó la economía en el último período. La evolución del PBI en el segundo trimestre de 2023 mostró una fuerte contracción de la economía, del 4,9% con relación al mismo período de 2022.

Si bien el retroceso se explicó particularmente por el derrumbe del sector agropecuario, que se contrajo un 40% e impactó fuertemente en las exportaciones (-10,9%), la recesión llegó también hasta la industria.

Los informes más actualizados que difunde el propio Indec y que miden provisoriamente el desarrollo de la actividad económica como el Índice de Producción Industrial (IPI) muestran en septiembre un retroceso interanual del 3,6 por ciento. Las consultoras que participan del REM del BCRA prevén, en promedio, un retroceso del PBI para el último trimestre de este año del 2,5% y para todo 2023 del 2 por ciento. Hacia 2024, las consultoras privadas prevén una recesión adicional del 1,6%.

Inversiones

Un dato que permite confirmar el cuadro recesivo surge del análisis de las inversiones que, según el relevamiento de la consultora Orlando Ferreres y Asociados marcó en septiembre una caída del 3,2 que crece hasta el 3,8% para el segmento de maquinarias y equipos. La inversión en el sector de la construcción también marcó una caída del 2,8% luego de marcar 33 meses consecutivos de subas luego del parate provocado por la pandemia. El pronóstico que marca el informe no luce optimista en tanto señala que “se mantendrán elevadas las restricciones en el acceso a divisas en un esfuerzo para mantener estables los tipos de cambio. Si bien la incertidumbre es muy grande, deberíamos esperar, más allá de quién ocupe el Ejecutivo, un proceso de unificación cambiaria con mayor o menor gradualismo, que conllevará una elevada nominalidad y una retracción de la inversión”.

La inversión es un reflejo concreto de las expectativas que el empresariado tiene con relación al futuro de la economía. Su contracción es la respuesta que recibieron en el mercado de consumo a decisiones tomadas con anterioridad y adelanta un impacto contractivo en el mercado de trabajo que, por el momento, da muestras de solidez en términos de puestos de trabajo, aunque sobre la base de una creciente precarización y caída del salario real.

Sector externo y dólar

El último dato se conoció el viernes. Las exportaciones del país se derrumbaron en octubre un 32,4% con relación al mismo mes de 2022 y consagraron un déficit comercial para ese mes de casi U$S 454 millones. El escenario deficitario se repitió en nueve de los diez meses del año.

La balanza comercial resulta crucial porque es precisamente del comercio exterior de bienes que depende el ingreso de divisas en el país, necesarias para acumular reservas y afrontar vencimientos de deuda. A la vez, es clave para estabilizar el mercado de cambios y su impacto sobre la inflación.

Sin embargo, en los primeros diez meses del año, la balanza comercial acumula un déficit de U$S 7396 millones que contrastan con el superávit de U$S 4462 millones registrado en el mismo período de 2022. Los pronósticos del REM auguran un total de exportaciones para 2023 de U$S 67.992 millones pero prevén un crecimiento para 2024 del 22% en tanto adelantan un ingreso de U$S 83 mil millones por esa vía sobre la base de la superación de la sequía. A la vez, los pronósticos indican una leve merma en las importaciones que, de la mano de la contracción económica, pasarían de U$S 74.542 millones a U$S 73.310.

Así las cosas para las consultoras privadas en 2024 se alcanzará un superávit comercial de alrededor de U$S 10 mil millones sobre la base de la recuperación de la producción agropecuaria y del eventual superávit energético a partir de la culminación del gasoducto Néstor Kirchner que, aseguran, podría generar un ahorro de U$S 4200 millones hacia 2024.

Un talón de Aquiles será, como es costumbre, la balanza de servicios en general y en particular el sector turístico que, este año, acumula a septiembre un déficit de U$S 4600 millones.

En este escenario, el REM espera una fuerte devaluación luego de las elecciones generales en tanto pronostica para diciembre de este año un dólar oficial a $ 526. Para eso deberá producirse una suba en el valor de la divisa de casi el 50% en pocos días. Además, para las consultoras privadas, la moneda norteamericana llegará a $ 1375 en diciembre de 2024 que implicará un encarecimiento del 160% en sintonía con la inflación del 156% que pronostican, en promedio, las mismas consultoras.

Empleo, salarios y pobreza

En este escenario, es el nivel de empleo el dato que probablemente luzca más sólido. El Indec indica que la tasa de desempleo llegó en el segundo trimestre de este año al 6,2%. El Ministerio de Trabajo celebró el crecimiento del empleo registrado por 37 meses consecutivos.

Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. De los mismos informes surgen una serie de datos que terminan de configurar un escenario que marca una creciente precarización y pauperización de la clase trabajadora. En primer lugar, se verifica un incremento de la tasa de actividad que indica que un mayor porcentaje de personas se integran al mercado de trabajo presionados por los bajos ingresos. Por eso el 16,2% de los trabajadores ocupados declaran demandar más empleo.

Del otro lado, del 1,2 millones de nuevos puestos de trabajo registrados, la mitad se explica por monotributistas. La incipiente recesión que alcanza a la industria y otros sectores clave, además, empieza a marcar un techo en la recuperación del empleo registrado en el sector privado. El empleo no registrado llegó en el segundo trimestre hasta el 37% del total de asalariados.

Los salarios de los trabajadores registrados del sector privado, si bien se mantienen relativamente estables desde diciembre de 2019, no pudieron revertir el derrumbe previo y se encuentran un 16% por debajo de diciembre de 2016. El sector público, tomado en su conjunto, resignó un 19% de su poder adquisitivo. El sector no registrado, a la vez que gana presencia, acumula pérdidas superiores al 35%.

Estos datos sirven para explicar por qué, según datos de la CAME, el consumo minorista acumula diez meses consecutivos de retrocesos.

A la vez, sirven para explicar el fenómeno más acuciante que atraviesa la economía y es la pobreza estructural que ya no resulta patrimonio de los trabajadores desocupados sino que alcanza a una masa creciente de trabajadores en actividad. Si bien los datos del primer semestre arrojan que un 40,1% de la población vive en hogares pobres y el 9,3% se encuentra en situación de indigencia, el fenómeno se agrava. Según el estudio privado de la Universidad Di Tella en el semestre que va de mayo a octubre la pobreza alcanzó al 42,9% de la población.«

El Presupuesto de ajuste espera al nuevo presidente

El actual ministro de Economía presentó al Congreso un proyecto de Presupuesto 2024. El oficialismo acordó con la oposición postergar su tratamiento hasta tanto no se conozca el nuevo presidente.
El texto de la ley se adecua al objetivo de déficit fiscal del 0,9% del PBI que marca el acuerdo con el FMI e implica un ajuste del 1% adicional a lo pautado para este año.
Según los datos disponibles, el gobierno ya acumula al mes de septiembre un déficit del 1,5% del PBI y le quedan apenas 0,4% equivalentes a $ 650 mil millones para el último trimestre si pretende cumplir con el 1,9% pautado para 2023.
La evidente dificultad para alcanzar la meta se da a pesar de un ajuste del 3,5% en el gasto acumulado en los primeros nueve meses del año.
La propuesta que deberá considerar el Congreso ofrece la posibilidad de generar superávit si se dejan sin efecto los subsidios a las patronales que están consignados en una «separata» que destaca los «gastos tributarios». Para eso, sin embargo, hace falta un proyecto de ley que, por el momento, no se ha presentado.