Las reservas del Banco Central crecerán en unos U$S 3.000 millones con la ampliación del swap con China. La iniciativa, opacada por la vorágine desatada por la (casi) concreción del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, fue ratificada por el presidente Alberto Fernández.

“He recibido la confirmación del gobierno chino de que han accedido a nuestro pedido de ampliación y uso del swap, en función de lo expresado en la declaración conjunta que firmáramos en mi visita oficial. Confiamos en que pronto tendremos la autorización técnica correspondiente”, dijo el mandatario durante su discurso del martes, en que declaró inauguradas las sesiones ordinarias del Congreso.

En los hechos, esto se traducirá en que el Banco Popular de China depositará en el Banco Central cerca de 20.000 millones de yuanes (equivalentes a los U$S 3.000 millones) y recibirá a cambio una partida similar en pesos. Los depósitos permanecerán a disposición de ambas entidades.

El swap consiste en un intercambio de divisas o dinero que se pacta entre dos entidades por un período determinado. El que acordaron los gobiernos de Argentina y China data de 2009 y fue renovado en varias oportunidades. Lejos de ser una muestra de generosidad, es también un arma con que el gigante asiático consolida su posición de dominio en el mundo: ya aplica ese esquema con una treintena de naciones.

El mecanismo ofrece la posibilidad de utilizar esas reservas para financiar el comercio de bienes y servicios entre ambos países, que hasta ahora es ampliamente deficitario para la Argentina (U$S 7.238 millones anuales, de acuerdo a la estimación del Indec para el ejercicio 2021). Sin embargo, en la práctica su principal uso fue para robustecer las reservas internacionales del Banco Central: más de la mitad de los U$S 37.235 millones declarados provienen de ese intercambio.

Por eso fue llamativa la alusión del presidente Fernández al “pedido de ampliación y uso” del swap, lo que sugiere que se buscará pasar ese monto a dólares. “Con ello fortaleceremos la estabilidad cambiaria”, agregó el jefe de Estado. Claro que esa intención requeriría un proceso formal que necesita la aprobación de Beijing, ya que el swap dejaría de ser un mero canje para convertirse en un préstamo, con un interés bastante caro, porque está ligado a la tasa de referencia que se aplica en el país asiático (fue recortada a 3,7% anual) más un plus de 4%.

Poder convertir ese intercambio en divisas frescas, aun a pesar de ese elevado tipo de interés, mejoraría notablemente la difícil situación del Banco Central argentino, cuyas reservas líquidas netas, luego de descontar el swap, los encajes de los depósitos privados y las tenencias de oro, son mínimas.

La preocupación por esta cuestión es amplia y por eso el FMI la incluyó entre las metas cuantitativas que determinarán el éxito del programa de facilidades extendidas a punto de suscribir con la Argentina. En el preacuerdo se menciona la acumulación de reservas netas por U$S 5.800 millones este año y por U$S 15 mil millones en el trienio 2022-2024. Sin embargo el objetivo apunta a reservas genuinas del Banco Central, producto del incremento de exportaciones. La ampliación y activación del swap, que tiene fecha de vencimiento (podría ser a tres años, como los anteriores), no ingresaría en ese rubro.