El habitual relevamiento de precios de los alimentos en el conurbano bonaerense que realiza el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI) dejó un resultado escalofriante: la suba de precios del mes pasado fue la más alta registrada desde principios de siglo. Los datos recogidos por la entidad auguran un índice inflacionario que, lejos de los objetivos oficiales, podría seguir en alza.

De acuerdo al informe, en febrero los precios de los alimentos incluidos en la canasta básica subieron un 13,85%, motorizados por los fuertes incrementos en las carnes, que aumentaron 24,55% en un mes. Además, las frutas y verduras se ajustaron hacia arriba en un promedio de 15,69%, mientras que los productos de almacén lo hicieron en 6,87%.

 Se trata de “la suba mensual más alta desde la crisis de principios de siglo”, la calificó el informe del Isepci. La referencia conduce al verano de 2002, cuando estalló la convertibilidad, se disparó el dólar y hubo un violento reacomodamiento de precios relativos.

De acuerdo al trabajo, una familia de cuatro personas –dos adultos y dos hijos/as pequeños/as- que en diciembre pasado necesitaba $64.134,25 para adquirir sus alimentos básicos, en enero precisaba $68.094,31, y en febrero $77.523,67 para obtener los mismos productos. La variación en lo que va del año (apenas dos meses) es de 20,88%.

Entre los productos de carnicería se destacan los aumentos en carnaza (30,89%), nalga (28,57%) y carne picada (26,32%). Entre las frutas y verduras, más sujetas a vaivenes estacionales, se dispararon las naranjas (80% en febrero) y las mandarinas (42,5%). Mientras que en el rubro almacén, el aceite de mezcla y el pan picaron en punta con similares porcentajes de suba: 11,11%.

El relevamiento comprende 57 productos de la canasta básica de alimentos en 900 negocios de cercanía distribuidos en 20 distritos del conurbano bonaerense. En la visión de Isaac Rudnik, director del Isepci, “en los pequeños y medianos negocios de cercanía siguen sin sentir los efectos del programa de Precios Justos, con vigencia sólo en las grandes cadenas de supermercados, que no tienen bocas de venta en los barrios populares”. Eso explica los resultados del trabajo, que miden aumentos mucho más altos que los que releva el Indec.

El sesgo demuestra también la incómoda situación en la que se encuentran los sectores más humildes, que viven en barrios alejados de centros comerciales y que se deben abastecer en locales donde las grandes empresas no bajan mercadería o no otorgan descuentos ni promociones.

“Por ahora el Gobierno mantiene la dirección inequívoca –a veces acelerando los pasos que le exige el Fondo, otras tratando de aplicar cierto gradualismo-  de trasladar los efectos del ajuste a los sectores de menores recursos”, protesta el trabajo del Isepci.