En la vida cotidiana nadie quiere necesitar de sus servicios, pero en la TV abierta, en el cable y en las diversas plataformas de streaming atraen la obsesión de millones de personas. Las series protagonizadas por abogados tienen antecedentes notorios, pero en los últimos años la oferta y la demanda se multiplicaron hasta transformarse en un fenómeno dominante y en expansión. Los factores que alimentan esta tendencia son varios: las nuevas formas narrativas y de consumo, la mayor cantidad de propuestas que favorece la aparición de protagonistas más ricos en matices y la fantasía colectiva siempre urgente de encontrar justicia –aunque sea– en 45′ de ficción.

Las grandes productoras de contenidos percibieron una masa crítica afín a estos contenidos, ampliaron el volumen de las propuestas y le dieron dimensiones globales al aluvión. El paradigma más notorio de esta tendencia se percibe más claramente en Netflix, que en la actualidad tiene a disposición de sus clientes más de una docena de series con abogados en primer plano. Las más destacadas son Better Call Saul, Drop Dead Diva, White Collar y Scandal. The Good Wife –y sus exitosísimas siete temporadas– confirma el magnetismo de esta temática, tanto que una vez concluida impulsó a los productores a lanzar The Good Fight, su spin-off –nueva tira que nace de un personaje o situación de una serie exitosa–.

Para Miguel Brailovsky, programador de la señal de cable A&E, una respuesta posible al fenómeno sería la tendencia recurrente de las audiencias de TV a seguir productos exitosos. «Estamos viviendo un boom de las historias de abogados. Los estudios de Hollywood se percataron de la atracción que genera la ley y la justicia en la gente y la están alimentando desde diferentes ángulos. En su momento pasó con los médicos, después con los policías, hasta la fiebre actual por los abogados, que ganaron la escena con una presencia masiva», señala Brailovsky.

La señal Fox cuenta en su grilla con la exitosa Conviction, que narra las contradicciones del sistema judicial norteamericano, mientras prepara una nueva temporada de la inagotable American Crime History y en breve estrenará 1 contra todos, producida en Brasil, que pretende explotar cierto exotismo para la mirada estadounidense. Pero todas las señales y plataformas que se pretenden competitivas tienen su oferta de trajes, corbatas, alegatos y sentencias. A&E cuenta con la prestigiosa Bull, Universal Channel apuesta a Chicago Justice, Sony ganó mucho terreno con How to Get Away with Murder y HBO compite con Veep.

Carlos Campolongo es titular de las materias Planificación de la Actividad Periodística I y II de la carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA), abogado, psicólogo y hombre de televisión desde hace décadas. «En los ’70 existían personajes como Perry Mason que resultaron casi fundantes del abogado estrella y entretenedor, con sus alegatos incisivos y su suficiencia. Hoy la oferta es muy superadora en cantidad y explota ritmos y variantes argumentativas propias de una era de series mucho más sofisticada. Por eso nos dejamos atrapar y a veces nos obsesionamos con productos como Bull o con la vida de Saul Goodman, entre tantos otras. Contrariamente a lo que pasa en la vida real, los abogados en las pantallas atraen y liberan conflictos de la mano de la ficción».

En términos de industria cultural, la Argentina tiene una producción naturalmente más modesta. Pero algunos éxitos cercanos y notorios no pueden pasarse por alto. El rating que llegó a cosechar Farsantes (El Trece) y el gran éxito de Socias (El Trece) –que duró tres temporadas– certificaron que hombres y mujeres de la ley también son muy efectivos en las producciones locales y en la TV abierta.

Marta Betoldi, guionista de Socias, reflexiona sobre el fenómeno: «Históricamente lo que tiene que ver con estas series se vincula con el tema de la justicia como elemento central y tienen una escena muy atractiva desde el punto de vista dramático, donde se pone al espectador como una especie de juez. Nosotras en Socias buscamos matices y tocamos temas que socialmente no estaban tan presentes, como el aborto y su legalización, el matrimonio igualitario, la eutanasia. Las protagonistas tenían su opinión sobre estos asuntos y no se guardaban nada».

Brailovsky, Campolongo y Betoldi coinciden en que las temáticas de abogados y el imaginario de justicia que conllevan son clásicos de la cultura popular, pero que en estos tiempos encontraron su momento de mayor llegada y diversificación en las series, ya sea por TV abierta, cable o streaming. «El género está en su mejor momento de los últimos 40 años. Tendremos más series de abogados por varias décadas más», sentencia Brailovsky.

Campolongo destaca como puntales del fenómeno que se trabaja con recursos narrativos contemporáneos –más dinámicos e integradores–, pero sobre todo apunta a que tratan «problemas universales y no particulares. Ese es un gancho que hace a su longevidad, crecimiento y alcance global».

Betoldi, por su parte, puntualiza que la demanda por la temática permite explorar «desde formatos más clásicos a los más audaces. Y así es como se conquistan y ensanchan las grandes audiencias». «

Better Call Saul

El spin off de Breaking Bad fue algo pedido a gritos por los fans de la mítica serie. La historia de Saul Goodman –un abogado sin el menor prejuicio que manipula las leyes a favor de sus controvertidos clientes– se ganó su serie propia a puro carisma y hasta cosechó fanáticos extra. Lo que vendrá para 2018 será una nueva tanda de episodios que continuarán desentrañando la vida del abogado antihéroe.

Scandal

Olivia Pope es una abogada experta que maneja como
nadie los terrenos pantanosos de la política. Lo hace desde los tribunales, pero también con asesoría en comunicación y otras estrategias menos luminosas. Tiene decenas de clientes y uno muy particular: el presidente de EE UU. Ese combo de leyes y no tanto atrapó a los fanáticos y permitió que Scandal llegara a su sexta temporada.

How to Get Away with Murder

Es la serie que hizo de las muertes, los asesinatos y los juicios orales y públicos uno de los dramas más vistos de la televisión, sobre todo por sus aristas tan truculentas como misteriosas. Annalise Keating (Viola Davis) es una exigente profesora universitaria de derecho penal que no se detiene ante nada. How to get away with murder lleva tres temporadas en el podio de las propuestas más vistas. Se espera con ansiedad el estreno de nuevos capítulos en algún momento de este año.

Suits

Con media docena de temporadas exitosas, Suits generó una legión de fans que todavía siguen cautivos por un drama legal situado en pleno corazón de Manhattan. En ese contexto, la historia que protagonizan Gabriel Macht y Patrick J. Adams hace foco en la búsqueda constante de intersticios legales que beneficiarán a clientes de dudosa moral. La séptima temporada comenzará a emitirse en julio y ya está confirmada la continuidad para 2018.

Chicago Justice

Es la continuación de tres míticas series basadas en la ciudad de Chicago como geografía preponderante. En ese espacio, un grupo de entrenados fiscales enfrentarán al delito social en todas sus variantes, tratando de mitigar la utilización política de los medios masivos de comunicación. La temporada inicial de Chicago Justice alcanzó un pico de audiencia de más de 9 millones de espectadores, constituyendo un récord que se mantuvo durante los 12 capítulos de esa temporada.

Bull

Utilizando sus conocimientos en Psicología, el comportamiento humano y el uso de la tecnología más reveladora, el Dr. Jason Bull introduce novedosas herramientas probatorias para influir en la decisión final de un proceso judicial. Desde su aparición en el campo de las historias de abogados, la serie picó en punta con resultados que le dan otra mirada al fenómeno de la atracción de las masas por el mundo de las leyes. Se espera la segunda temporada para septiembre.

Hecha la ley

Por Leonardo Murolo, director de Comunicación Social UNQ

Desde la histórica Petroccelli hasta Allie McBeal, pasando por La Ley y el Orden, los abogados de series televisivas fueron representados como héroes que encarnaban nada menos que la Justicia. La televisión de comienzos de milenio corrió el umbral de la moral televisiva. Aprendimos a adorar personajes tan contradictorios como Tony Soprano, Walter White o Dexter. En este sentido, las series de abogados se animan a mostrarnos antihéroes y heroínas –como Saul Goodman y Annalise Keating–, quienes mediante la táctica y la argumentación resuelven o complican los casos con nuestro permiso y complicidad.

El suspenso, el policial y hasta la comedia se entrecruzan con historias que nos proponen representaciones del mundo de la ley. Son finalmente relatos que se despliegan alrededor de un crimen por descubrir, con el atractivo de involucrarnos como investigadores sagaces. Esta dimensión puede oficiar como explicación del éxito de estas historias ante un público transmedia ávido de formar parte de los relatos. Como un partido de truco más que de ajedrez, las series sobre las astucias del derecho desafían a los televidentes y se desarrollan de manera perfecta en la era de las adictivas maratones de series de televisión. «