La cantidad de dispositivos móviles que ahora son de uso común y las netbooks que formaron parte del plan Conectar Igualdad dieron origen a un proyecto educativo en conjunto entre el Ministerio de Educación y la Enerc (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica que pertenece al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), a través del programa Cortos en la Net. La idea era que las escuelas pudieran construir alrededor de las tecnologías producciones audiovisuales atravesadas en un principio por temas de la currícula escolar.

Así es como surgieron las capacitaciones en modalidad taller destinadas a docentes y a alumnos, que hace unas semanas tuvo lugar dentro del encuentro Oberá en cortos y que estuvo a cargo del realizador cinematográfico Rodrigo Paz. Con el nombre de Taller de Videocelular, se realizó a lo largo de dos jornadas durante las cuales se llegó editar en cada jornada un cortometraje. “El espacio tiene un diseño en el que nos proponemos hacer un recorrido intensivo que nos permita en unas pocas horas, –cinco en general aunque acá en Oberá fueron tres– con un equipo de coordinadores y facilitadores reconocer las distintas etapas y metodologías de trabajo necesarias para producir pequeños cortometrajes usando videocelulares y equipos hogareños”, explica Paz a Tiempo.

–¿Cuál es hasta acá el balance que pueden hacer del trabajo que vinieron desarrollando los talleres?

–Al principio éramos un poco escépticos. No sabíamos si en tan poco tiempo un grupo de gente que no tenía experiencias audiovisuales previas pudiera concretar el proyecto de producir un cortometraje con videocelular. Nos sorprendimos y nos dimos cuenta que el audiovisual tanto a nivel lenguaje como a nivel tecnológico ya está inserto en las prácticas y en el imaginario de la población en general. Hay condiciones de para empezar a producir contenidos audiovisuales en forma autónoma, el único impedimento que existe en este momento tiene que ver con la alfabetización tanto en el lenguaje como en la capacitación en el uso de la tecnología.

–¿Cuándo se interrumpe el proceso de realización audiovisual durante los talleres?

–En general, se debe al desconocimiento de algunas metodologías muy básicas del trabajo en la producción audiovisual. Mucha gente no tiene nociones de cómo se hace un video, que a su vez son acciones básicas y fácilmente incorporables por cualquier persona que está alfabetizada. Por ejemplo, cualquier producción audiovisual implica tres grandes etapas: pre producción, es decir la idea que deviene en proyecto de donde se “baja” a una estructura narrativa, llamada guión literario; dentro de eso pensar en qué equipamiento voy a utilizar, qué equipo de trabajo voy a tener, cómo se van a distribuir los roles y en qué lugares voy a filmar. Todo lo que tiene que ver con un proyecto audiovisual. Superada esa instancia que es crucial, pasamos a la etapa más específica de rodaje o registro. Después viene la etapa de la post producción. Es necesario contar ese ABC de las tres etapas que se atraviesa como realizador porque organiza cualquier proyecto de producción audiovisual.

–¿Qué diferencias existe en cuanto a situación de aprendizaje entre los talleres dirigidos a adultos y a adolescentes?

–Una de las cosas que nos sorprendió mucho cuando trabajamos con adolescentes es que los chicos tienen un manejo de la tecnología que los adultos no tenemos. Ellos más rápidamente que nosotros resuelven cuestiones tecnológicas, se meten en los menúes, en las configuraciones, en los programitas, los bajan de internet, bajan los códec… Hay un gran salto generacional. Los chicos son más permeables e incorporan más rápidamente lo que se propone. Entre los adultos, a los docentes nos pasa que hay un gran interés y mucha diversión, en general terminamos haciendo un cortometraje se trata de un despertar colectivo.

–¿Cuál fue la sorpresa como docentes?

–Lo que pasa dentro del taller es siempre interesante. Se trata de un lenguaje que está en la vida de todos. Lo que hacemos es poner pautas, a partir de las cuales la gente se mueve con autonomía investigando y buscando. El celular es una herramienta audiovisual muy novedosa para todos en estamos en una etapa en la que generacionalmente vamos a descubrir qué se puede hacer y cómo se puede hacer a través de estas tecnologías. Para mí es como la invención de la imprenta. Esto está masificando un dispositivo tecnológico que permite generar vínculos de comunicación. Es transformador y nos vamos a ir alfabetizando y seguramente vamos a ir descubriendo nuevas formas.

–En cuanto a lo técnico, ¿cuáles son las dificultades?

–El teléfono está diseñado para ser teléfono entonces el micrófono está pensando para que se escuche a 30 cm, el desafío está en pensar cómo hacer para que se escuche. Hay limitaciones técnicas que nos llevan a buscar salidas creativas de todas maneras, estas herramientas tampoco te permiten pensar en grandes proyectos audiovisuales. Hay que pensar en pequeños proyectos a lo sumo de diez minutos y eso hace que debamos idear formatos narrativos cortitos y explorar estéticas diferentes, por ejemplo, la fábula, el videopoema, el videoclip. No podemos construir un largometraje pero eso no significa que no podamos preguntarnos qué es lo que sí podemos contar y cómo. Hay que pensar también en las redes sociales, donde cada usuario permanece poco tiempo en un mismo sitio.

–Durante el encuentro de cortos de Oberá además de dictar el taller pudiste ver las producciones de los chicos que concursaron para Cine Joven, ¿qué observaste?

–El Instituto Audiovisual de Artes de Misiones, en la ley que lo reglamenta, plantea que una de sus líneas de trabajo está puesta en la formación comunitaria. Para mí, eso es de vanguardia. Lo que pude ver en las muestras fue que loschicos tenían mucha claridad del proceso que se vivió y a eso me refiero con alfabetización de un lenguaje que ya es masivo. Todos sabemos escribir cartas o cuentos, pero sólo cuando le damos forma sabemos lo que estamos haciendo. Es decir, todos tenemos ese conocimiento previamente. Respecto a los cortos, hay algo crucial y es que desde la escuela se fomente que las producciones audiovisuales estén atravesadas por temáticas. Que nosotros a través de lo audiovisual podamos reflexionar y pensar cuestiones que nos interesan como individuos y como comunidad. La parte lúdica y expresiva sale sola.

–¿Cuál es el valor de este tipo de producciones?

–Desde las instituciones, las escuelas y los espacios culturales hay que fomentar que las personas abordemos la realidad en forma crítica y reflexiva a través de lo audiovisual, que tiene un gran impacto en lo simbólico, porque la parte lúdica surge sola durante el proceso. Es pertinente asociar la incorporación de esta tecnología a un uso responsable en términos sociales culturales y colectivos. Que podamos desde un principio entender que la audiovisual no es una herramienta de expresión individual sino que es una herramienta de comunicación y que podemos a través de ella comunicar cuestiones que nos atañen desde lo social. Porque si no el mercado nos propone un uso muy individualista y consumista de estas tecnologías. Es importante comprender que esto es un medio de comunicación no sólo una forma de expresión nueva. Nos estamos comunicando y eso permite producir procesos de pensamiento colectivo, procesos de toma de conciencia colectiva, lo cual facilita los procesos de transformación. Cuando uno produce una obra audiovisual se transforma. Hacer la película te involucra y el resultado está en qué le contás a los demás sobre ese tema que estás abordando.