El diseñador de moda devenido en director sigue pretendiendo que el cine sea un diseño de producción antes que un hecho narrativo singular. Así que en su película, el arte contemporáneo y la literatura tienen un espacio de extrema relevancia. El primero a través de una puesta en escena remilgada y con puntos de contacto con lo que supo hacer Peter Greenaway en El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante. El segundo con una suerte de Memento aunque sin linealidad. Si aquella se contaba de atrás para delante, esta lo hace yuxtaponiendo partes, como si todo fuera parte de un eterno presente.


La protagonista es una gran artista, cuya sofisticación impacta al principio, con una obra que protagonizan seres vivos: en este caso, señoras desnudas excedidas de peso. Pese al éxito de público y el reconocimiento de la crítica, se siente vacía. La entusiasma el original de una tenebrosa y sangrienta novela que le manda su expareja; un texto bien clásico, las películas ruteras en las que el abuso de unos produce la venganza de otros.

Nada por demás original, pero lo que en los primeros momentos resulta una forma de contar visual y estilísticamente atractiva, las pretensiones “narrativas revolucionarias” de Ford lo llevan, sin prisa y sin pausa, al tedio.

A la manera de aquel Greenaway, que creía ver en el cine una forma de la pintura y ahí embarraba lo que cuando sólo se dedicaba a contar le salía bien, la intención de Ford está volcada a convertir al cine en una forma de la literatura. Y el cine es otra cosa, por suerte (y a veces también por desgracia). Goza de una autonomía que le permite, al estilo del hermano holgazán que vive de los otros, robarle formas y elementos a distintas expresiones artísticas para, bajo su tamiz, convertirlas en otra cosa. Es verdad que puede no resultar tan original y sorprendente como esas dos expresiones nombradas, que no tiene, acaso, la posibilidad de la revolución. Pero es precisamente ahí reside su capacidad de hibridación, característica que lo convierte en un arte único. Y Ford lo olvida.

Animales nocturnos (Nocturnal Animals. Estados Unidos, 2016). Dirección: Tom Ford. Con: Amy Adams, Jake Gyllenhaal, Michael Shannon, Aaron Taylor-Johnson, Isla Fisher, Armie Hammer, Ellie Bamber y Laura Linney. Guión: Tom Ford, basado en la novela Tony and Susan, de Austin Wright. 116 minutos. Apta para mayores de 16 años.

También podés leer:

> Snowden: el regreso del héroe americano
> 2001: Kubrick estaba en el espacio. Un 19 y 20 de diciembre diferente
> Otros títulos