“Creo que ninguno te puedo contar” bromea y estalla en risas Claire Delic cuando se le pregunta cuáles fueron los motivos que la llevaron al gran cambio en su andar artístico que implica su flamante 12 Plagios. “Los cambios son normales, necesarios e inevitables en la vida -sigue ahora sin chanzas-. Mi corazón estaba buscando otras cosas. No puedo definir por qué o para dónde, pero sucede. Es en el viaje de ese suceder que me doy cuenta por qué tenía que suceder. Así que también hay muchas cosas que ando descubriendo. Pero te puedo decir que me está encantando: me estoy conociendo desde otros lugares que tenía yo guardados.” 

En la construcción gramatical de su español se evidencia el tono centroamericano de esta sorprendente cantante nacida en Holanda, de padre serbio y madre holandesa, criada en el campo y cerca de la playa caribeña de Costa Rica y Panamá, donde su familia se mudó cuando ella y su hermano mellizo eran pequeños. Allí la música ambiente fue la naturaleza, pero la humana estuvo plagada del rhythm and blues de fines de los 60 y principios de los 70 que hacía soñar a su madre (con dos estandartes como Marvin Gaye y Al Green) y el ritmo más sincopado del punk con el que la envolvía su padre, que en su juventud había estado involucrado en la escena de ese estilo que cambió el planeta.

“La vida es extrema, divertida y misteriosa, le gusta esconderse y aparecer cuando menos quieres y de momento te sorprende con gente con lugares con canciones. Y tienes que aprender a recibirla. Es un intercambio constante entre lo que quieres y no quieres”, ensaya hipótesis poéticas sobre este 12 Plagios que la llevó a la canción, la canción ajena, luego de dos discos de autoría propia en los que puso su el amplio registro de su voz al servicio de distintos ritmos afroamericanos y el pop a los que les sacaba lustre. De ahí que sorprende el cambio, aunque más sorprende que haciendo tan bien lo que hacía y teniendo tan buenos comentarios y éxito entre el público, haya virado el rumbo.

“Las experiencias son todas las que me suceden a mí. O sea, desde perder a mi padre, recién me separé de mi pareja de 9 años, ¿sabes?; extrañando siempre a mi hermano que vive en Panamá con mi mamá, no poder viajar en estos momentos. Son muchas cosas y es un caminar constante, y a veces quisiera que se detuviera. Pues ahí estoy.”

-Hace poco decías justamente que extrañabas mucho a tu papá cada vez que cantabas este tema de Mecano del que acabás de lanzar video, “Me cuesta tanto olvidarte”.

-Exactamente. Pues cada día se hace mucho más grande amarlo y extrañarlo, va de la par. Lo encuentro de otra manera. Por ejemplo: cada vez que me veo al espejo lo veo a él, así que no tengo manera de escapar. Siempre tengo que aceptar que no está pero está conmigo. Y eso es una paradoja muy interesante que me mete en un viaje psicodélico.

Del compendio tan heterogéneo de canciones de autores que cantan en español, de los argentinos eligió “Un vestido y un amor” de Fito Páez, aunque cuenta de su gusto por Gustavo Cerati y de cómo se le queja aún hoy a colegas argentinos porque nunca le hicieron conocer más a Luis Alberto Spinetta. “En Puerto Rico grabando un disco conocí a Spinetta, y mira que a los 19 había trabajado un álbum completamente en inglés, rocanrol, con productores argentinos y ninguno me mencionó a Spinetta. Todavía se las cobro.” Por ahora el tema ya versionado por Caetano Veloso fue el elegido de sus preferencias argentinas. “Un vestido y un amor fue la que más fácil me salió. Pero no porque sea así, sino porque confié muchísimo en lo que me hacía sentir esta canción, y fue como un amor a primera vista, de corazón a corazón. Fue la canción que más me fluyó.” Jugando al contrapunto, del otro lado, en el casillero de la más difícil ubica es No me importa nada, de Luz Casal. “Fue la que más me costó sacarla de donde estaba. La descompuse bastante, quería sacarla completamente de ahí. Y ahora en vivo voy a sacarlas de donde las he puesto, porque me gusta siempre refrescarlas y agregarle elementos de otros géneros y estilos.”

Acaso de ahí su “si no me exige no me funciona” que dice como una máxima. “Me sentía muy enjaulada de lo que otros estaban esperando que yo cantara, y mi voz es un animal salvaje. Es una yegua salvaje (ríe). Y estaba un poco amarradita, porque quizás yo también me sentía cómoda en la definición. Uno nunca sabe de qué manera se está traduciendo la energía que otros te dan, pero sin dudas sentía que tenía que soltarme. Y para mí 12 Plagios es un regalo que me hago a mí misma y comparto. Por ser tan inesperado tal vez lo que lo escuchan puedan atreverse a hacer también cosas. Entiendo viendo a los artistas siempre muy a la letra por conveniencia, por tendencia, bla, bla, bla. Pero no estamos viendo pasión de verdad. Yo sí considero que esto es un acto revolucionario, porque esto es pasión a pesar de que pueda fluir o no. Es un latigazo del corazón. Entonces poder inspirar a la gente con pasos así me parece lo ideal.”

Desde el 19 de septiembre empezará a girar por distintos escenarios de distintos lugares del mundo, y ahí el público podrá apreciar también el cambio en su performance: eso también ha cambiado, aunque aún no se lo pueda apreciar tan claramente como al escucharla cantar con esa voz “que sale del corazón”.   


12 Plagios – Claire Delic

“Un vestido y un amor” (Fito Páez)

“Rabo de nube” (Silvio Rodríguez)

“Me cuesta tanto olvidarte” (José María Cano)

“Tu boca” (Ricardo Arjona)

“Aquellas pequeñas cosas” (Joan Manuel Serrat)

“Garganta con arena” (Cacho Castaña)

“El breve espacio” (Pablo Milanés)

“Sebastián” (Rubén Blades)

“No me importa nada” (Francisco López Varona, Gloria López Varona y Manuel Rodríguez Pérez)

“A la orilla de la chimenea” (Joaquín Sabina)

“Coincidir” (Alberto Escobar y Raúl Rodríguez)

“Sólo pienso en ti” (Víctor Manuel).

Foto: Prensa