Hoy se la puede escuchar a diario en su muy buen programa La García, de 6 a 9 por la AM 750, y verla en Duro de domar, en C5N. Pocas periodistas (todos los géneros incluidos) pudieron hacer de su apellido una marca, acaso ninguno con un apellido tan común en territorio argentino. Cynthia García arrancó allá en los ’90 con Chiche Gelblung, se puso a las órdenes de María Laura Santillán en un periodístico que dio que hablar en la segunda parte de la misma década, Causa común, y ya con el nuevo siglo, el vendaval del 2001 y la irrupción del apellido Kirchner en la escena política argentina su nombre se transformó en sinónimo de buen periodismo.

–¿Cuál es el recuerdo más fuerte que tenés de tu llegada a Buenos Aires?

–Iba a cumplir 15 años y estaba a mitad de segundo año porque yo estoy adelantado un año. Lo que se me viene a la cabeza, porque siempre rescato eso, es el pase de un colegio de Tucumán de monjas a una escuela con preceptores, el instituto Esteban Echeverría de Munro. En el equipo de preceptores tenía algunos que eran familiares de víctimas desaparecidas y con mucha militancia en Derechos Humanos. Sin saberlo fue un cambio de vida completo.

–¿Por qué fueron a Munro?

–Yo soy la mayor de cinco hermanos, mi viejo era camionero y con la hiperinflación de Alfonsín dejó de tener las líneas Buenos Aires-Tucumán, pero siempre de alguna manera hacía Buenos Aires- Tucumán. Y ya venía mi familia en un proceso de ver qué hacía porque se complicaba cada vez más la cosa.

–¿Cuál es el recuerdo más recurrente que tenés de aquellos años en San Miguel de Tucumán?

–¡Ay, me re cuesta hablar de mí en términos personales! Es impresionante pero me cuesta mucho volver a Tucumán, volví muy pocas veces. Voy mucho al norte, voy muchísimo a Jujuy, pero fui contadas veces en todos estos años a Tucumán.  Tengo ahí como una cosa rota. Creo que son las consecuencias del exilio interno y durante muchos años: me vine acá con 14 años. Volví a Tucumán veintipico de años después de haberme ido, cuando se murió mi abuela, se estaba por morir mi abuela materna y acompañé a mi mamá a despedirla.

–Tus primeros trabajos fueron con Chiche Gelblung y María Laura Santillán. ¿Te producía algún tipo de rispidez ideológica?

–Sí, sí. Me generaba conflicto, sobre todo con Chiche. Con María Laura Santillán trabajé en un talk show como productora de especiales, en el programa Causa común. En ese ciclo de Promofilms, que era muy exitoso. Yo quería entrar para aprender a producir televisión, así que fue como metódico.

–¿Qué te dijeron tus hijos la primera vez que te vieron en televisión?

–Creo que nada, fue como una cosa que se fue dando. Siempre fueron muy compañeros. Cuando Lourdes era chiquita la llevaba a los estudios de 678. Ella nació en 2005 y yo empecé en 678 en 2011 y al final del programa nos sentábamos todos en el living, y a veces había hijes: Mariana Moyano estaba con su nena y yo con Lourdes. Habría que preguntarles a elles.

–¿Con qué te relajás?

–Leyendo ficción. Y durmiendo (risas). Como duermo poco, dormir es un hobby.

Cynthia García en la AM750.

–¿Tu familia siempre fue peronista?

–No. Mi mamá es radical alfonsinista. Mi familia no viene del peronismo. Mi papá es peronista pero peronista silvestre, digamos. Y mi abuelo paterno, por ejemplo, era militar retirado de la Fuerza Aérea: cordobés, peronista, pero militar. Con él  he tenido tremendos debates, durísimos debates, mucho más que con Chiche Gelblung (risas).

–¿Cómo viviste los mandatos de Ménem?

–Tenía una pulserita que decía: «Yo no lo voté». La tuve durante años como un amuleto. Y me referenciaba en la militancia de Derechos Humanos. Y esto me da un poco de pudor, pero fui misionera católica de una iglesia de raíz tercermundista de opción por los pobres. Y con una mirada progresista digamos: una vez voté a Elisa Carrió, por ejemplo (risas).

–¿Por qué Milei es el presidente electo?

–Lo llamo efecto cóctel. Lo que amalgamó el cuadro es el 140% de inflación, como para simplificar una idea. La falta de respuesta del gobierno de Alberto fue una tragedia, por las expectativas que genera un gobierno popular. Cuando un gobierno popular no cumple  genera una catástrofe. Milei es el producto de muchas cuestiones que sí son reprochables desde el campo popular. Me parece que hay una batalla cultural que o la dejamos de dar o no la vimos bien o la perdimos, y me parece que el 2015 de Macri habilitó la condición de posibilidad de Milei. Por eso digo que es un cóctel. Tenés por un lado la erosión democrática producto de la concentración mediática, la cultura TikTok, por darle un nombre, que quita contexto y narrativa, como dice el coreano Chul Han. Hay que decirlo, desde el campo popular dejamos entrar a Milei, le abrimos la puerta. Por eso digo que el voto de Milei es muy heterogéneo.   «