La obra de Ariel Gurevich La Trastornada entrecruza dos lenguajes de manera particular: la música y el teatro. Nació como una idea de recital narrado, pasó a ser un concierto de canciones para piano y una cantante, y se transformó en una obra de teatro que juega con el melodrama más clásico y el humor.

«Para mi obra anterior Nelson Rueda me había propuesto adaptar Dostoyevski, y yo había puesto a Silvana Tome a cantar boleros y le había dicho a mi profesor de piano de toda la vida, Diego Vila, que haga la música. Él me dijo que estaba trabajando un repertorio con una cantante llamada Laura Esses y quería una obra a partir de estos temas. Así nació el proyecto», cuenta Gurevich, que estudió con Vila desde cuarto grado para zafar de ir a hacer deporte al club Ferrocarril Oeste. No zafó, pero su maestro le inculcó el amor por el teatro y las artes. Hoy trabajan juntos en esta obra.

«Yo estudiaba en las academias Yamaha, algo muy de los ’90. Pero mi maestra de cuarto grado les sugirió a mis viejos que me manden con Diego. Él ya hacia música para obras y de ir a ver lo que hacía se despertó mi vocación», cuenta el autor.

Esta es la historia de dos hermanas que han envejecido solteras y transformaron su casa en un centro de recuperación anímica, una clínica espiritual donde reciben y tratan mujeres que sufren por amor. Un día llega una mujer enigmática, que se gana el apodo que da nombre a la obra, a la que creen muda hasta que empieza a cantar. Así, junto a un pianista (que interpreta el mismo autor y director) empieza un juego donde las hermanas llevan adelante una conferencia sobre la pasión, en la que circula un texto lleno de referencias estéticas de la literatura (Silvina Ocampo, Manuel Puig, Marco Denevi), el cine (Las diabólicas, La Mary) y un poco de humor al estilo Antonio Gasalla.

La obra incluye dos actrices, una cantante y un autor no actor que se animó a actuar. «Quería una obra que hable de la locura pasional. Laura no quiso estar sola en escena, por eso se me ocurrió la idea de que dos mujeres grandes la acompañen. Consideré que iban a comprender más lo que pasaba, por ser mujeres, por sororidad, pero luego la historia iría para otro lado… Después me vino la idea de que sea una clínica y que llegara esta cantante y hay un pianista, que es parte de la puesta pero al interactuar con las mujeres le empiezan a dar estatuto de personaje, así que lo hago yo. ¿Qué me puso ahí,  pasándola mal?  Puede ser que tenga que ver con aquello de que los autores son actores tímidos. Pero bueno. En la obra revivo algo de lo que me pasaba en la primaria cuando yo quería actuar en los actos del colegio y me ponían a tocar el piano porque era el único que sabía hacerlo. Ahora actúo, pero sufro las consecuencias de esa decisión», dice Gurevich.

Consultado por la función social del teatro, el autor reflexiona: «Es un lugar donde uno se va a mirar en ese espejo un poco deforme que es la escena. Cómo las personas se sienten al ver una obra es algo que nos interesa a todos los que hacemos teatro. Lo bueno es cuando algo te interpela. No tiene que ver con la temática, sino con lo que se produce en escena y la acción. Hay experiencias inolvidables y en general son las que te marcan. Eso es lo lindo, porque vienen desde lo sensible, quizá no de la mirada política o el sesgo ideológico que se le quiera dar».  «

LA TRASTORNADA

De Ariel Gurevich. Con Marcela Ferradás, María Inés Aldaburu y Laura Esses.Domingos a las 16 en el CC 25 de Mayo, Av. Triunvirato 4444.