«La lupa» es el nombre de la estatua de la loba amamantando a Rómulo y Remo, fundadores de Roma, luego de que el rey Amulio los mandó a matar. También es el nombre de la reciente película de Marina Zeising, que se estrena el jueves 2 de mayo. En ella la directora encontró la síntesis para un estado de múltiples emociones: “Fue el desencuentro con un hombre italiano con el que nos íbamos a encontrar en Roma y nunca apareció, coincidente con la muerte de una ex pareja, que fue un impacto muy fuerte porque fue muy importante en mi vida –comenta Zeising–. En esas dos ausencias, en ese dolor, como le debe pasar a muchas personas, misteriosamente apareció algo muy bello, un doble sentimiento de querer ser madre y de tener que hacer algo con eso, porque no lo puedo llevar a cabo.”

Eso es el deseo de la maternidad. Con todos los miedos que origina “en un país que tiene tantos problemas al respecto, desde las licencias que te dan hasta los partos y las dificultades laborales que te pueden traer”, resume. De allí comienza un viaje, como ella misma lo cuenta, en una película que, sin dejar de ser autobiográfica, enlaza esa particularidad con el todo que lo rodea –y permite explicarla y entenderla mejor– para encontrar similitudes y diferencias con otras experiencias. Una especie de árbol que se ramifica sin fin. Aunque Zeising, como buena cineasta, sabe ponerle un buen fin.

El inicio es un viaje a Roma –el origen de todo– “con todas estas inquietudes sociales y políticas que aparecen en la película”. A saber: violencia de género, derechos de las mujeres, nuevas formas que adopta el patriarcado para no perder privilegios ante la marea feminista, aborto legal, igualdad económica y otros, más sobre el vínculo personal. “El documental está guiado por la idea de que lo personal es político”, explica esta forma orgánica que adopta la narración de llevar por tantos y variados temas sin titubear. “Nuestra cosas individuales están atravesadas por lo que vivimos. El movimiento Ni una menos en 2015 para mí fue el mojón, como para tantas otras mujeres: lo que nos pasaba no estaba aislado, éramos muchas y el movimiento vino a demostrar eso. Lo mismo que ahora con No nos callamos más, que tiene que ver con esto de manifestar lo que nos pasa como en red –no virtual, sino social–, con nuestras contradicciones, porque somos seres humanos.” Por eso, si bien el camino de la película lo marca el deseo de Zeising, cada testimonio de «La lupa» funciona como una posibilidad de manifestación de la propia entrevistada: su amiga pudiendo contar su dolor por la violencia que sufrió en el parto, su madre pudiendo revelar “la amorosidad” que tenía con el padre de Marina, que “en el día a día siempre aparecía más distante”, la argentina militante comunista contando cómo descubrió que la lucha feminista era igual de importante que la de clases, aunque a ella partidariamente le habían enseñado que la primera estaba subsumida a la segunda. En su propia interpelación, Zeising –y acaso cualquier mujer– consigue que otras mujeres se interpelen.

Algo que incluso consigue llevar a la imagen: “Soy hija de dos artistas visuales, así que no es casual que me haya dedicado al cine”, dice por eso de encuadrar, que ella sabe plasmar no sólo como una posición social y política, sino también cinematográfica. “Para mí es fundamental, para lo que quiero contar, el contexto. Porque nuestro contexto nos define mucho. Por eso no abundo tanto en primeros planos, salvo algunos en las entrevistas. Lo que quiero es que se vea el contexto en las que las personas están. Aparte de que Noruega (país originario de su madre y de su apellido), Argentina y Roma tienen paisajes cautivantes, soy muy obsesiva con que la imagen sea muy atractiva. Para cautivar al espectador y poder transmitirle la belleza de los paisajes: a mí me encanta la naturaleza y mi primer corto lo hice a los 15 años y se llamó Las leyes de la naturaleza; para mí somos parte de la naturaleza, así que es imposible no filmarla.”

Como también, a esta altura, es imposible que no haga algo para llevar más equidad la situación de las mujeres, en especial en lo que hace a su ámbito laboral. “Somos un grupo, Acción Mujeres del Cine, que es una agrupación autoconvocada. Nos juntamos para fomentar nuestro trabajo, charlas, tratar de generar políticas del Incaa, porque las mujeres somos sólo poco más del 20 por ciento en el cine y egresamos la mitad en todos los rubros. O sea que hay un 30 por ciento que queda afuera. En documentales es donde hay más equidad, pero si vas a ficción las cifras son sorprendentes.”


La Lupa (2019). Guión, dirección y producción: Marina Zeising. 88 min. País: filmada en Argentina, Italia y Noruega. Estreno: 2 de mayo.