En muchas películas muere gente, pero sus muertes son distintas según el género que enmarque el relato. Así, no es lo mismo una muerte en un western que en un policial o un drama. Tampoco en una de ciencia ficción intergaláctica que en una de zombis: mientras en la primera deberá tener un tono dramático (hasta trágico en ciertos casos, pero sea de un malo o un bueno el drama siempre estará presente) porque casi es un lucha entre el bien y el mal, en la segunda podrá tenerlo si se trata de uno de los sobrevivientes protagonistas pero no de un zombi o de un malo que aprovecha el terror provocado por los zombis para imponer su tiranía; aquí lo que manda es la sobrevivencia, y en ese estado de situaciones no hay lucha entre el bien y el mal.

 

Los géneros suelen la mejor forma de encausar la anécdota que sirve de excusa a fin de comunicar aquello que se tiene para decir. La comedia y el drama, especie de colores primarios del arte escénico, carecerían de relevancia si no hablaran de cosas sustantivas para los humanos, si no le enseñaran de la vida, le dijeran cosas nuevas sobre experiencias ya vividas por el espectador. Por eso en las grandes películas el género pasa a un lugar secundario: se puede hablar y reflexionar de múltiples cosas a partir de ese marco de referencia; un envase atraerá más que otro, pero lo sustancial deberá seguir aquellos preceptos de hablar de lo que le importa a la gente, como suele decirse. La gran ventaja del género es que marca la cancha y establece las reglas del juego: el espectador, como si asistiera a un deporte, sabe qué esperar y qué no, aunque eso no quita la posibilidad de la sorpresa, algo contemplado por las mismas reglas de juego, que por eso lo son y para eso también sirven.

Todo esto para decir que este film de zombis daneses parece de un principiante en este género. Pero más allá de que todo sea bastante anunciado y previsible, nada acerca de las particularidades de la comunidad que trata. Lo que sucede podría haber pasado en Los Ángeles o en Buenos Aires, Pisa, Concordia, Shanghai. Y eso es, pese a que no parezca, desconocer el género (los géneros). Los zombis (como los aliens, los forasteros o cualquier otro elemento que altere las formas cotidianas de convivencia de las personas, como un terremoto o lo que fuere) sirven para hablar de singularidades de personas y comunidades, de grupos y disputas, de relaciones y jerarquías. Si el género no va a decir más que nos juntamos y matamos a los zombis, entonces que ni siquiera diga, porque resulta tan aburrido como un relato pretencioso.

Ellos te están esperando (Sorgenfri. Título alternativo: What We Become. Dinamarca, 2015). Guión y dirección: Bo Mikkelsen. Con: Mille Dinesen, Marie Hammer Boda, Ole Dupont. 85 minutos. Apta mayores de 16 años con reservas.

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