La pandemia invitó a Francisco Ruiz Barlett a reflexionar en torno al aislamiento y la comunicación. Y a unir el  humor con la reflexión social. Así fue como nació Lino y Leno (y el tripulante ocioso), un  espectáculo que, después de tres años interrumpidos de sala llena, sigue siendo una de las joyas del circuito off. Narra el universo de dos antihéroes, unos amigos tan unidos por la labor que les tocó que les permite escapar de la triste realidad de vivir en la calle. Está protagonizada por Enrique Dumont y Leo Trento y se puede ver los lunes en El Método Kairós.

«Es una obra que alimenta el espíritu y el alma, es una satisfacción hacerla. No hay sacrificio en ponerle el cuerpo, por más que sea intenso. Es de esas obras que te llena de ganas de actuar. Además, hacerla en el teatro del propio autor, es como estar en casa. Somos locales. Hay gente que la vio varias veces y vuelve, y se sigue emocionando como la primera vez. De hecho hay dos chicas que por ser fans de la obra se prendieron para darnos una mano en las redes», comenta Dumont.

Antes de entrar a la sala alguien dice: «Abandonen el entendimiento. Esta obra es un absurdo». Dos personajes, que deben estar cuidando un portal, un lugar que separa a los marginados de los que dan las órdenes, los de arriba, pero sin darse cuenta, ellos mismos son marginados, al igual que los que quieren enfrentar o frenar para que no molesten a los patrones.

«Es una situación muy recurrente en nuestra sociedad: el que cuida su lugar sin darse cuenta que es funcional a algo que en realidad no lo deja progresar ni lo ayuda en nada. Recorren su pasado, un pasado mejor y el modo en el que llegaron a estar en esa situación, hay juegos entre ellos. Mi personaje por momentos le da cátedra, el de Leo es más sensible. Esto genera movimiento de emociones, de la risa al llanto y a la angustia, entre otros sentimientos. Esos vaivenes le gustan al público. La clave está en dejarse llevar por lo que está sucediendo, dedicarse a vivirlo, entrar en el cuentito de estos dos y viajar con ellos», afirma Dumont.

Quique, como se lo conoce en el ambiente, es hijo del gran Ulises Dumont. Pero ya tiene un camino propio, y es conocida su militancia y actividad en la Asociación Argentina de Actores: «El panorama para los artistas está bravo en general. El laburo es por amor a la tarea, porque son pocos los que pueden tener la satisfacción y el privilegio de vivir del arte. Siempre hay que rebuscárselas. Uno siempre tiene esperanzas de que aparezcan oportunidades de trabajo mejor remuneradas, pero es preocupante el horizonte en estos tiempos. Las perspectivas son oscuras, pero hay que seguir haciendo. No parar y que eso sea parte de la militancia de cada uno. El arte como herramienta. Esta obra también muestra un poco eso: los personajes siguen adelante a pesar de todo. Sólo que no nos tiene que pasar como a ellos, y perder la perspectiva de por qué hacemos lo que hacemos», reflexiona el actor.

Sobre el legado de su padre, el actor tiene claro, que es algo para disfrutar y estar orgulloso. «Cuando era joven la figura de mi padre me generaba mucha presión, es normal, tenía menos experiencia y era inseguro. Pero poco a poco pude ir manejando eso y creo que fue un premio tener el viejo que me tocó. Es un placer, un honor, y cuando me comparan o me dicen que me parezco o que les hago acordar, o que cuando me ven en escena les viene él a la memoria, me emociona profundamente. Es hermoso que eso suceda», concluye el actor. «


Lino y Leno

Escrita y dirigida por Francisco Ruiz Barlett. Con Enrique Dumont y Leo Trento. Lunes a las 21:15 en El Método Kairós, El Salvador 4530.