Con paciencia y sin apresurarse, Fernán Mirás se recupera de un aneurisma cerebral. Cuando en octubre del año pasado fue internado y operado de urgencia en el Sanatorio Los Arcos, donde llegó por un fuerte dolor de cabeza, casi no tuvo tiempo de darse cuenta que la muerte estuvo tan cerca como los espectadores de la primera fila del MultiTabaris, donde hoy hace Art.

Estuvo internado veinte días. Sus compañeros de elenco, Mike Amigorena y Pablo Echarri lo acompañaron y hasta se sorprendieron cuando luego de tres meses Mirás decidió, con la aprobación de su médico, volver al trabajo. “Debería hacer reposo, pero como me siento bien el médico me autorizó. De a poco y con cuidados especiales voy retomando la vida normal. Estoy contento de volver a hacer la obra y de sentirme bien”, comenta el actor, que agradece a Ricardo Darín y Germán Palacios -directores y ex protagonistas de la obra- por “seguir sugiriendo cosas para adaptarla también a esta situación. Me siento muy cuidado, la verdad”.

–¿Cambió algo en esta vuelta? ¿Una obra como Art se adapta todo?

–Esto es como un clásico, es como hacer Hamlet. Es decir, cada trío que lo hace busca su propia versión. Por suerte me siento bien y pudimos seguir trabajando en eso de encontrar nuestra manera de hacer los personajes, que es lo que nos pedían Germán y Ricardo. Art es la referencia: muchas veces te dicen los productores que te ofrecen algo, “no es Art pero está buena”. Es por esa combinación de humor y profundidad que tiene. Es muy interesante de transitarla. Está muy bien escrita y eso te da la tranquilidad de poder aportar lo propio sobre una base muy sólida.

–Luego del episodio, ¿cómo te sentís actuando?

–Me cambió todo en la vida, todavía estoy acomodando fichas, apreciando todo lo que me rodea, inclusive el trabajo. Estoy tratando de dejar pasar esas cosas, que no te das cuenta, pero que quizá te hacen perder lo importante. Estar en el escenario me hace sentir bien, como cuando debuté a los 17 años. Hoy me ayuda en el proceso de recuperación. Me siento agradecido de que no me morí  y ahora trato de disfrutar todo. No era mi hora y me gusta poder seguir haciendo esto que me encanta. Entre tantas otras cosas, claro, que tienen que ver con lo personal y familiar, pero el ritual de estar con la gente en el teatro es emocionante. Es compartir algo que a todos nos pasa o  nos pasó  o nos puede pasar, no importa la historia. El teatro te recuerda que sos humano y que hay otros que pueden pasar por lo mismo. O te permite ponerte en el lugar del otro, algo que siempre es positivo. Eso es lo atractivo.

–¿Sentís que la experiencia te ayudó a readaptarte tan pronto?

–Siempre me llamó la atención, siendo joven, como los actores más grandes resuelven situaciones complejas de manera rápida y precisa. El bagaje que uno trae quizá te hace llegar más rápido a algunos resultados, pero lo complejo es no conformarse e ir por más. Además, uno corre riesgos en la búsqueda y le podes errar. Ahí está el secreto, en estar atento a cómo hacer cada cosa que te toca. En cada escena hay miles de maneras de resolver. Uno tiene que sacar de la propia experiencia, pero también de lo que aprendió de otros. Cada actor tiene su propio método y manera de aceptar sugerencias. Uno tiene dentro una caja de herramientas que junta con los años y lo ayudan en cada caso para hacer lo mejor posible.

–¿Te notás más calmado para tomar esa decisión de qué hacer en cada escena?

–Sí, puede ser. Y ahora, luego de tener la oportunidad de seguir viviendo, más. Yo ya no me torturaba si algo no me salía o me costaba. Es parte del trabajo, pero es verdad que  ahora lo pienso más firmemente: no me caliento tanto si no enciende el calefón, si uno me tocó bocina, si laburando tengo algún furcio o no me salió algo. Hay que disfrutar más, hasta de los problemas. Enfrentar desafíos, hasta que termine el partido.

–¿Ibas a dirigir una película que hablaba mucho de la muerte?

–Estaba  dos semanas de empezar a rodar. Iba a dirigir a Natalia Oreiro, Diego Velázquez y Paolo Barrientos. Es un guión mío,  una comedia que trata sobre un personaje al cual le diagnostican una enfermedad y le dan un mes de vida. Entonces la historia se ríe sobre nuestro miedo a la muerte y qué hacemos muchas veces para hacer como que no pasa nada o es algo que no nos preocupa. Luego de dos años de escritura y hablando de la muerte con guionistas amigos, me pasó esto. Bromeaban que fue en realidad un trabajo de campo que hice.

–¿Es clave el sentido del humor?

–Sin dudas. De eso se trataba la peli de hecho. De cómo reaccionamos y qué hacemos si vemos cerca al final. Ahora vamos a ver si podemos reprogramar para más adelante. Estaba ilusionado porque también me di cuenta que me gusta mucho dirigir, hacer cine. En 2017 hice El peso de la ley (con Paola Barrientos, María Onetto, Darío Grandinetti, Jorgelina Aruzzi y Darío Barassi), que ahora está  disponible en Amazon Prime Video, y me descubrí disfrutando mucho. Es un laburazo y exige  estar en todos los detalles. Con paciencia y sin apresurarme lo voy a lograr, quiero darme el tiempo para recuperarme  y lanzarme de nuevo a la aventura de filmar.


Art 

Guión: Yasmina Reza. Dirección: Ricardo Darín y Germán Palacios. Elenco: Pablo Echarri, Fernán Mirás y Mike Amigorena. De miércoles a Domingo, en el Teatro Multitabaris, Avenida Corrientes 831.