Hilda Lizarazu nació bajo los cielos correntinos de Curuzú Cuatiá, vivió la adolescencia en Nueva York y volvió al país en 1981, al mismo tiempo que Seru Girán presentaba el álbum Peperina. Se acercaba el fin de la dictadura militar y la joven fotógrafa experimentó todo ese caldo de cultivo del under porteño de la mano de su novio Miguel Zavaleta, líder de la banda Suéter. Su trabajo como fotógrafa en las revistas Humor y Mutantia, se fue intercalando con esa cantante en ciernes. Tras el regreso de la democracia, su voz burbujeante, fresca y delicada, calzó con esa escena efervescente del pop de los ochenta. Su ingreso a Los Twist, en reemplazo de Fabi Cantilo para el disco La máquina del tiempo (1985), la transformó en una pieza fundamental de ese adn musical: fue la perla que le faltaba al collar del rock argentino

Lo que vino después lo confirmó. Charly García la eligió para formar parte de la banda Los Enfermeros, entre 1988 y 1992, con la que grabó Como conseguir chicas y Filosofía barata y zapatos de goma. El salto pop a la masividad llegó al frente de Man Ray, junto a Tito Losavio. En una época muy diferente, lideró el grupo, fue la intérprete y creadora de nuevos himnos adolescentes como “Sola en los bares”, “Caribe sur”, y “Todo cambia”, que sonaban en los auriculares de los jóvenes en los noventa.

El cambio de siglo la encontró como una solista madura. Hilda editó seis discos solistas de estudio. En los últimos años eligió su propio camino independiente. Sus producciones salen a través de su sello Discola Discos. Es su propia manager y agente de prensa. Hace semanas celebró sus 60 años en Bebop Club (Uriarte 1658), una excusa para seguir presentando las canciones de su último disco Antigua (2022), ganador de un premio Gardel, y para hacer un recorrido por temas de la primera época de Man Ray y versiones de otros autores, una de sus especialidades, acompañada de Fede Melioli, su ladero musical. Este viernes 24 de noviembre volverá al mismo recinto con su magia de siempre.

Hilda Lizarazu.

-¿Hiciste un balance personal de estos años con la música?

-Estoy abriendo el portal de una nueva década y me gusta cantarlo a los cuatro vientos porque quiero desmitificar esto del número. Antes las mujeres no queríamos decir la edad, entonces por eso me gusta decirlo y me gusta donde estoy parada, sabiendo que biológicamente no tengo la misma piel que una chica de 20 ni el mismo espíritu. Ya los pasé y me siento contenta. Está bueno cumplir años, mientras pueda mantenerme vital, ágil, con la pulsión y el deseo andando. No soy el tipo de persona que se deprime porque llegó a una edad. Entiendo que soy una mujer madura y me gusta sentir esa vida que transcurrió. Verlo como un tiempo de aprendizaje. Vamos cambiando y eso es buenísimo. Claro que hay facultades físicas que se modifican y uno se tiene que ir adaptando para encontrar la felicidad y la plenitud. Que mejor frase en nuestra cultura que esa que dijo Spinetta. “No todo tiempo por pasado fue mejor. Mañana es mejor”. Eso para mí es como un norte a seguir. Es mi brújula.

-Sos una artista clásica dentro del movimiento del rock nacional. ¿Cómo te parás frente a todos los cambios que se producen en la música?

-Me siento bien donde estoy parada. Siento que tengo que aprender mucho más. A componer mejor, a escribir mejor. Siento que tengo más para dar y para darme. Quiero pintar nuevos cuadros, nuevas poesías, nuevos paisajes. Tengo cuerda en ese sentido. Si miro para atrás con respecto a la cultura urbana y el rock argentino, de estos 50 años que pasaron, tengo el respeto de mis colegas y me siento una referente. Del lado de las nuevas generaciones de mujeres músicas que hay muchas más, a diferencia de cuando arranqué en los ’80, siento que me quieren y eso es hermoso. Hay un montón de jóvenes haciendo cosas que están buenísimas, con otros medios, con todo lo digital que no estaba en mi época, con toda esta experimentación del autotune, que sigue siendo música popular, y que reflejará los tiempos de crecimiento de los que escuchan la música hoy. Wos, quizás le significará dentro de 20 años a un chico que ahora tiene 19, la música de su juventud. Así que me siento bien dentro del movimiento en el que estoy que cada vez abarca más personas y músicas.

-¿Cuáles fueron las canciones de tu juventud?

-De esa emoción de la adolescencia, 14, 15, 16 años, son Carole King, Sui Generis, Pescado Rabioso, Invisible, toda la cosecha Spinetta y sus bandas de rock, que abrevaban en Zeppelin, Genesis, un poco de música negra. Esa parte de mi adolescencia la viví en Estados Unidos. Me fui a los 12 y ya estaba escuchando Aquelarre, pero después escuche música en inglés como James Taylor o David Crosby. Ese folk con voces y armonías vocales, son parte de mi adolescencia.

-Con los años fuiste armando un repertorio propio donde están tus canciones, pero también siempre incluiste temas de otros. Sos muy buena versionadora.

-Me siento cómoda en el rol de intérprete, mucho más que en el rol de cantar lo que escribo o las melodías que me salen. Pero es parte del mismo juego. Hay músicos que no pueden cantar temas de otros, sino solo lo que ellos hacen. A mí no me pasa. Me gusta cantar las melodías y las palabras que me identifican y pueden ser canciones escritas por otros. Antes tenía como un prejuicio con respecto al tema del compositor y el intérprete. Pero el intérprete puede ser tan groso como un compositor. Las canciones interpretadas de forma majestuosa, o con una voz que es sólo de esa persona se magnifican. Por una cuestión de prejuicio, cuando era más chica, pensaba que era menos artista por no haber compuesto un tema que pegara tanto. Ahora me doy cuenta que un hermoso tema como “Caribe sur”, que era de Cuino y Tito Losavio, sino no lo hubiera cantado yo no hubiera pegado igual.

-“Sola en los bares” es uno de esos temas donde fuiste coautora y es un clásico del rock argentino. ¿Cómo nació?

-Yo había visto una mujer trans en el umbral de una calle en el centro y escribí una letra. De allí Tito hizo esa melodía tan hermosa de bajada de semitonos y acústica, como era en la época de Man Ray, y se creó esa ficción. Luego, 30 años después, la sigo tocando y me encanta. De hecho, muchas personas me dijeron que “Sola en los bares” es una de las primeras canciones del rock argentino que visibiliza a una trans. Eso nunca lo había pensando, pero hace poco me invitaron para un festival LGBTQ+. Me dijeron eso y me sorprendió. Así que lo antiguo y lo moderno van de la mano y no solo es un sonido que dicta una moda de dos o tres años. Creo que lo que más importa es si la canción está. De eso se trata la música popular. Lograr a través de la palabra y la melodía, algo que llegue a la emoción de las personas.

Hilada Lizarazu en vivo.
Foto: Laura Tenenbaum

Antigua, tu último disco, cierra con otro clásico, “Pasajera en trance” de Charly García.

-Siempre me gusta cantar uno o dos clásicos en cada disco. Este tema tuvo que ver con que Charly estaba por cumplir 70 años. Fue Fede Melioli, mi compañero musical de hace 19 años, quien lo paso por su filtro emotivo y estético y sacó una muy linda versión. Recuerdo que la hicimos para el programa de Lito Vitale, y después Fede me propuso grabarla en el disco. La versión tiene un tempo medio que hipnotiza y nos gustó que terminé el disco con esa canción.

-¿Grabaste en el próximo disco de Charly, La lógica del escorpión?

-Grabé algunas canciones y voces. Todavía no se sabe cuándo va a salir.

-¿Cuando fue la última vez que estuviste con Charly?

-Hace bastante, pero nos mandamos mensajes a través de Mecha. No voy a la casa. Entiendo que necesita su tiempo y el aislamiento es una cuestión deseada. No tengo opiniones distintas a lo que realmente ocurre. No es que está aislado en una torre, sino que es por una cuestión de cuidado y deseo propio. Ahí anda el loco.

-Después de cantar con García tantos años y compartir escenarios, ¿qué te pasa cuando cantás sus temas?

-Me encanta. Hoy estaba pensando que tal vez una canción como “Buscando un símbolo de paz” la haya cantando muchas más veces en vivo que Charly. La hicimos mucho en todos los años que estuve como voz y corista de Los Enfermeros. El año que viene cumplo 20 años de solista y desde que puse esa canción en mi segundo disco, Hormonal, siempre la toco en vivo. Me gusta decir eso de “será porque que nos queremos sentir bien, que ahora estamos cantando entre la gente”. Me encanta ese mensaje. «


Hilda Liazarazu en vivo

La cantante propone un recorrido por todas sus etapas musicales junto a Federico Melioli. Viernes 24 de noviembre a las 20 en Bebop Club, Uriarte 1658.


La historia que la unió con Charly para siempre

En 1981 Hilda Lizarazu trabajaba en un archivo fotográfico donde estaba una ilustración del arte del disco Peperina, de Serú Girán. “Esa tapa de disco tan hermosa de esa chica comiendo porotos fue elegida en el lugar donde trabajaba. Estaba recién llegada y pensé que iba a volverme a Estados Unidos para formarme, pero la vida me fue llevando por otros lados y me quedé”, dice la cantante. Hilda se conectó con Charly en la presentación de aquel disco. “Laburaba en las páginas de Gloria de la Humor y fui a ver a Serú Girán a Shams y en el Coliseo. Fue la primera vez que me lo crucé. Hubo muchos hilos que nos unieron a través de nuestra historia sin querer. Fuimos al mismo colegio, el Damaso Centeno, claro que él y Nito ya se habían graduado. Pero lo que me une a Charly es la música maravillosa que creó a lo largo de las décadas”. Su participación con Los Enfermeros sigue siendo un punto de inflexión. “Para mí es un honor haber sido parte de un chispazo de su carrera con Los Enfermeros. Me siento muy agradecida y afortunada. No es que mi voz haya sido guaaaa, pero coincidieron los destinos. Fui familia musical de Charly por esos años. Después los caminos se van abriendo. Me fui. Estuve con Man Ray. Después volví. Fui y vine muchas veces. Como hacemos todos con las cosas. A veces te vas y no volvés. Con Charly, siempre me fui y volví”.